Vaya, estará de acuerdo que la actitud dice mucho de nosotros,
¿cierto? Todo el mundo transmite y percibe sensaciones, pero
va a creer usted que la mayor parte del tiempo las personas
llevamos una actitud de aflicción, esta genera estrés desanimo,
aburrimiento, etc., Todos están con esas actitudes inflexibles,
en lo personal me entusiasma más conocer a una persona que
tiene una actitud alegre, el problema es que estamos rodeados
de serios, correctos y profesionales, de aquellos que convierten
los gritos en su único lenguaje, ellos transmiten una sensación
de rigidez, y desagrado que en mi caso no me daría la vitalidad
que yo necesito que me transmitan, claro y estoy consciente de
que hay días en que es posible que estemos peor que México en
un mundial pero la clave es que sean más cosas malas las que
pasamos desapercibidas para mantenerse muy arriba del pozo y
no caer así en una tristeza adictiva. La alegría uno la consigue por
medio de las actitudes.
Hablando dé, conocí una señora muy singular que a los 45
años aproximadamente le surgió una pequeña anomalía en su
pecho izquierdo, con los días fue incrementado hasta el grado de
no poder bajar el brazo por el malestar que esta causaba, decidió
entonces acudir con un doctor. Ojalá estuviésemos preparados
para las malas noticias, ese día esta señora alegre recibió un
latigazo de la vida acababa de ser diagnosticada con cáncer de
mama. Su esposo acompañante de aventuras y desgracias, se
quedó petrificado ante tal noticia posteriormente miró a su mujer
y ella lo miraba a él con mil preguntas, atónita por la noticia
le pregunta a su esposo: -Viejo, ¿Me voy a morir? A lo que él
responde, -¡Claro que te vas a morir! Todos nos vamos a morir.
Bueno, transcurrió el tiempo y se sometió a sus quimioterapias y
demás tratamientos, perdió su ceno izquierdo, su cabello, cejas,
pestañas… venció el cáncer, al poco tiempo regresó a los huesos,
otro de los tantos latigazos que le esperaban, le vio un poco
negras esta vez pero bien dijo “me moriré de lo que sea menos de
cáncer” Pues encantada de la vida lo venció tres veces, su vida
cambió radicalmente pues ya pasaba más tiempo con el doctor
que en casa, pero he de jurarle que siempre la vi con una sonrisa
y unos cuantos chistes puestos en su boca, podía irle tan mal
como que no recordara quién es, pero transmitía tanta alegría que
olvidabas por completo que estaba sufriendo por la crueldad de
las enfermedades.
Usted no me va a dejar mentir, sabemos que muchas veces en
la vida nos postramos en situaciones severas y desconcertantes,
pero la diferencia es que aquellas personas que tienen ganas
de superar las adversidades adquieren una sonrisa que saben
dominar y mantener, y la contagian. Una sonrisa así tiene un
poder abominable.
Y usted y yo quejándonos de tanto cuando lo tenemos todo, la
actitud hace la diferencia. ¿No cree?
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