sábado, julio 07, 2018

La vacuna

Va Pedrito muy contento por la calle de la mano de su papá, le dijeron que hoy le tocaba la vacuna y él va muy contento porque sabe que esa cosa, es algo bueno para él, sin que desde luego le quede muy claro de que se trata. Llegan al lugar de vacunación y una persona muy amable vestida de blanco se le acerca y le pone una inyección. A Pedrito se le cae el mundo y llora lleno de dolor por el piquete que le acaban de poner y se pregunta: ¿Qué pasó? De repente, parece que sale de la edad de la inocencia, parece que ha despertado a la realidad; Y Pedrito se pregunta el porqué: ¿Por qué me pusieron esta inyección tan dolorosa, si yo venía bien contento porque íbamos a la vacuna? 
Está fuera de toda discusión que la intención del papá de Pedrito fue buena al llevarlo a vacunar y que tanto él como la amable enfermera que le aplicó la inyección, actuaron pensando en el bien del niño; pero para Pedrito ha sucedido una catástrofe de dimensiones descomunales. 
El está sufriendo un dolor para el que no tiene explicación y mira a su papá y a la enfermera con coraje y con mirada de interrogación: ¿Por qué? Pedrito puede ponerse a pensar y preguntarse si acaso ha sido un mal niño que mereciera un castigo; y el cree que la respuesta es no, pues ha sido siempre un buen niño; entonces vuelve a la obligada pregunta: ¿Por qué? El creía que su papá era bueno, pues normalmente le ha manifestado una gran ternura, y juega con él y le compra comida y juguetes y golosinas y lo lleva al parque… y de repente esto, lo que lo lleva a la obligada pregunta: ¿Qué pasó? y ¿Por qué? 
Si el papá de Pedrito le hubiera explicado a éste, que lo iban a inyectar, que le iba a doler, pero que era por su bien; el niño tal vez hubiera preguntado, que para qué le causan tal dolor, si él está bien. Si le dicen que es para prevenir que en el futuro no se enferme, el, pensando en la “enorme aguja” de la jeringa, diría que ya es suficiente mal el dolor que le van a causar al inyectarlo, para andarse preocupando por una enfermedad futura que puede llegar o no; o que tal vez en pocos días se muera en un accidente y no alcanzó a llegarle la temida enfermedad. Total, que si Pedrito y su papá se pusieran a dialogar sobe la conveniencia o no de aplicarle la vacuna; no habría argumento que el papá pudiera esgrimir para convencer al niño de que voluntariamente accediera a ser vacunado, pues el infante siempre tendría un contraargumento por el que pretendiera que tal acontecimiento no sucediera o que dejáramos el asunto para otra ocasión posterior. 
El punto es que si comparamos la cantidad de dolor ocasionado por el piquete de la vacuna con la cantidad de dolor que puede llegar a experimentar Pedrito, si le afecta la enfermedad que se espera evitar, no hay comparación válida entre ellos. Lo que desde el punto de vista limitado de Pedrito es una catástrofe, desde el punto de visita del enorme mal que se ha logrado evitar, es un mal risible, que ni siquiera se puede llamar un mal; sólo fue un medio de lograr un bien. Lo que desde un punto de vista limitado llamamos un mal, desde un punto de vista más amplio, es sólo un medio para lograr un bien incomparablemente mayor para nosotros. 
De este modo, podríamos imaginarnos diálogos en los que, lo que para una persona de corto criterio es un mal, para otra persona más informada es todo un bien; por ejemplo: alguien podría quejarse diciendo que teme que le tendrán que poner alguna inyecciones próximamente y eso lo ve como un mal que tiene que vivir y otro le podría contestar que el mal no está en que le vayan a poner inyecciones, sino en que éstas no estuvieran disponibles y tuviera que vivir la enfermedad sin medicina; donde resultaría que las inyecciones que teme nuestro personaje no son un mal, sino un medio de lograr un bien mayor, que es recuperar la salud perdida, por mucho que pudieran doler al recibirlas. 
Y lo mismo podría decirse de tener que estar hospitalizado, o sufrir una cirugía; que antes que ser un mal que se deba de vivir, se deberían de ver como un medio de lograr un bien mayor. Y así mismo podría decirse de muchas experiencias que nos toca o nos tocará vivir en el futuro, que vistas desde un punto de vista limitado pueden verse como un mal, pero viéndolas desde una perspectiva más amplia, puede ser que resulten en un medio que permite conseguir bienes mayores. 
Quien sabe si cosas desagradables vividas en lo personal o en la historia universal, no fueran tan catastróficas como las recordamos, sino que viéndolas a la distancia, las pudiéramos ver como motores de algún cambio trascendental, como el medio por el que pudimos lograr algo, que de otra manera no lo hubiéramos visto venir. 

Javier Contreras

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