Por: Miguel Ángel Quintana
La música es una parte esencial del ser humano. Si recordamos cualquier evento importante de nuestra vida, así como los más cotidianos es muy posible que nos demos cuenta de que de fondo sonaba una melodía. Cada etapa de nuestra vida está marcada por una melodía, en la preparatoria cuando florecían los primeros amores, la música era indispensable, todavía recuerdo y escucho con agrado las melodías del momento, en Inglés lo mejor que se escuchaba entre otras melodías eran las de Air Supply, que a pesar de los años el escucharles vuelve esa sensibilidad ochentera de mi adolescencia, temas como el Amor de Julio Iglesias, o aquella de José Luis Perales, ¿y como es él? O el disco de Emmanuel “solo”, tantos recuerdos encapsulados en el tiempo por una melodía, y mientras leen el artículo, traten de recordar aquellas melodías que marcaron sus vidas para siempre, hay algunas que a pesar de que sí las recuerdo, prefiero no escucharlas para evitar el dolor, que en algún lugar de mi alma todavía se encuentra vivo, esperando el mejor momento para volver… Y es que con ella la vida tiene más color. Utilizamos la música para divertirnos, para comunicarnos o para expresarnos. Es una manera de canalizar sentimientos y emociones ya sea cantando, bailando, tocando un instrumento o simplemente escuchándola.
No importa el tipo de música que escuchemos, toda
ella contiene un sentido emocional, que
no podemos evitar, escuchando una
grabación de los cincuentas de Pedro
Infante, decía “vamos tomar y a cantar
y a ponernos tristes” ese es el sentido
de las rancheras de rompe y rasga, se
tomaba alcohol para mitigar el dolor, y
aquellos tremendos “guacos” eran para
liberar al alma de tanto dolor, basta
escuchar la voz aguardientosa de José
Alfredo Jiménez, para pedir un trago y
empezar a cantar su gran repertorio…
tal parece que aquel que no ha cantado
una ranchera es porque nunca ha
estado enamorado y lo han traicionado o
simplemente lo abandonaron o lo que es
peor lo cambiaron por otro…
La música puede ser una cura para el alma, o mejor
dicho para la mente. Incide positivamente en nuestra salud,
tanto física como en nuestro bienestar psicológico, y es
probablemente esto lo que ha hecho que en los últimos años
haya aumentado su uso con fi nes terapéuticos, aplicándose
lo que hoy en día se conoce como musicoterapia.
La Musicoterapia es una terapia que utiliza la música
de forma controlada con el objeto de restaurar, mantener e
incrementar la salud mental o física de la persona.
En otras palabras, es la aplicación sistemática de la
música, dirigida por un músico terapeuta en un ambiente
terapéutico, con el objeto de lograr cambios de conducta.
Estos cambios ayudarán al individuo que participan de esta
terapia a tener un mejor entendimiento de sí mismo y del
mundo que lo rodea, pudiendo adaptarse mejor a la sociedad.
Este tipo de terapia creativa en la que se utiliza la música
como medio para aumentar la salud se aplica en muchos
ámbitos, siendo algunos de los grupos de población en
los que se intervienen a personas mayores, con autismo o
parálisis cerebral. No obstante, cualquier persona puede
sacar partido de sus beneficios.
Cuando el sentimiento simplemente no sale, o no quiere
la música logra sacarlo de su escondite, les doy un ejemplo
de una melodía que ha transformado vidas, concretamente a
Bon Jovi, un gran músico y escritor musical, cuenta que entró
a un bar, y de repente escucho la canción e inmediatamente
preguntó por el autor Leonard Cohen y por supuesto la
grabó, y comentó “me hubiera gustado escribirla yo”, cuando
la canta simplemente se transforma el artista, y él ha hecho
historia con “always” y “Living on the prayer” pero esa
melodía en especial le llega al alma, si son curiosos les reto
a que lo vean en youtube, si dudan
que la música hace milagros les
dejo el Ave María en la arena de los
Ángeles con Pavarotti en 1994, está
cantando y Pavarotti simplemente se
pierde, emocionalmente es muy fuerte
la canción es algo místico y mágico,
pero así es la música…por eso la
opera transforma vidas y si les queda
algo de duda esta Amira Willighagen,
que interpretó “Oh mio babino caro”,
a los 9 años y eso fue sufi ciente
para ganarse al mundo musical,
esa interpretación es maravillosa,
y no les digo más porque no quiero
enamorarlos de la ópera pero alguna
vez en su vida escuchen Caruso en
especial con il Divo o Pavarotti o con quien quieran, es una
oración a Enrico Caruso el gran cantante de ópera en los
años veintes y uno de los pioneros en grabar.
La música tiene diversos efectos en las personas.
Para
empezar, tiene infl uencia en nuestro sistema nervioso,
pudiendo por ejemplo modifi car nuestro ritmo cardíaco
y respiratorio, que tienden a sincronizarse con el ritmo de
la melodía que estemos escuchando. Además, diversos
estudios han demostrado que escuchar música puede reducir
la sensación de dolor así como la ansiedad y el estrés. En
concreto, un estudio comparó la eficacia de los sedantes
con escuchar música para reducir la ansiedad antes de una
operación. Los resultados obtenidos fueron que los pacientes
que escuchaban música antes de la intervención reducían
sus niveles de ansiedad al mismo nivel que en aquellos a
los que se les administraba un sedante.
También se han
observado efectos positivos de escuchar música después de
una operación, que el paciente escuche música que le guste
después de despertar de la anestesia reduce la sensación
de dolor.
Hablando de dolor un especialista en este tema fue
el gran Sandro de América, que con esa voz inigualable
cantaba “Penas”, que es una de las canciones más tristes
que se han cantado, y su interpretación te lleva a sentir lo
que él está sintiendo, su alma se está desgarrando en una
profunda melancolía y la música hace su parte al crear una
atmosfera de tristeza…
Asimismo, también tiene efectos psicológicos en
nosotros, pues como ya es sabido por todos, la música tiene
la capacidad de evocar sentimientos o estados de ánimo.
¿Quién no se emociona si empieza a sonar una determinada
canción que nos recuerda a una persona especial de nuestro
pasado? De repente es como si volviéramos a revivir
sensaciones que creíamos olvidadas.
Y es que la música
tiene una gran fuerza dentro de la memoria emocional. Está
estrechamente ligada a las emociones, lo que hace que
pueda sernos útil a la hora de regularlas.
No hay nada como la música. A través de la historia
de la humanidad se han encontrado indicios que desde
tempranas etapas se hacía música. Sea su efecto social y
que fuera el acompañamiento obligado en danzas, ritos y
fiestas, la música ha permanecido como algo inherente al
desarrollo de la historia de los humanos.
Por ejemplo, escuchar música alegre puede
ayudarnos a animarnos cuando nos encontramos
sumergidos en un estado de ánimo negativo, al
igual que cuando nos encontramos más ansiosos y
nerviosos escuchar música más tranquila nos puede
ayudar a relajarnos. Escuchar música puede sernos
de utilidad para regular nuestras emociones de una
forma muy sencilla.
La música activa más partes del cerebro que
cualquier otro estímulo humano.
Por otro lado está la evolución misma de la
música, sus etapas, su uso como rasgo distintivo y
cultural la hacen parecer infinita, tan distinta en cada
región, época, cultura, subcultura, nicho, estrato,
banda, tribu urbana, persona... así hasta el infinito.
Y por si fuera poco, la música, eso que hace un
acierto la vida, tiene efectos poderosos en el cuerpo
humano.
Pero también tiene efectos en los animales y en las
plantes y en el universo entero, por ejemplo la industria
tequilera utiliza la música clásica para fermentar el agave
con un ahorro considerable de tiempo y mejor calidad en
el producto, en Alemania se utiliza el rock pesado en los
sembradíos de jitomates, y estos crecen casi al triple y de
mejor calidad, y en varios zoológicos del mundo a las fieras
les ponen música clásica para calmar sus instintos y es
increíble el efecto que tiene la música en los animales.
La música puede fortalecer el sistema inmunológico
También se ha encontrado que escuchar música mientras
nos ejercitamos nos puede ayudar a “confundir” a nuestro
cerebro y anular sus constantes señales de fatiga que envía
lo cual desembocaría en detener la actividad. El ritmo que
utilicemos para hacer ejercicio puede resultar beneficioso.
De hecho se encontró en otro estudio que los ciclistas que
escucharon música requieren 7% menos de oxígeno para
hacer el mismo entrenamiento que los ciclistas que lo hacen
en silencio. Acá una pequeña gráfica con el tipo de ejercicio
y los beats que necesitas poner en tus listas de reproducción
para incrementar tus resultados.
Los miles de estudios llevados a cabo avalan esta
afirmación: la música mejora nuestras capacidades
cognitivas. Bien cuando escuchamos una canción o bien
cuando tocamos un instrumento, nuestro sistema genera
conexiones neuronales que afectan a casi todas las regiones
del cerebro -ésas que controlan las funciones motrices,
lingüísticas, cognitivas, emocionales o incluso sociales-;
activándolas y estimulándolas. De ahí que, hoy en día,
se haya generalizado el uso de la ‘musicoterapia’ para el
tratamiento en pacientes con trastornos como Parkinson,
demencia o autismo.
Los efectos de la música en el cuerpo también son
cuestión de química y tienen nombre propio: ¡dopamina!
Es habitual que, cuando escuchamos una canción, los
estímulos neurológicos que acabamos de mencionar
generan respuestas fisiológicas
como la liberación de esta hormona,
conocida como ‘la hormona
del placer’, que tiene múltiples
beneficios: regula el sueño, el
humor, la memoria, la atención…
Sin duda, su nombre es bien
merecido: ¡es el centro del placer y
la motivación!
Además, dependiendo del tipo de
música que estemos escuchando, el
cerebro también puede liberar otros
neurotransmisores. Por ejemplo, la
música clásica que, según algunos
estudios, provoca la generación de
serotonina, una sustancia química
que provoca relajación y calma los
niveles de estrés y ansiedad.
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