sábado, octubre 06, 2018

En San Juan, el niño de la Casa de la Cultura

El Portón de las leyendas
Las narrativas que se publican en esta sección, son productos de aprendizaje del curso-taller
“Expresión Oral y Escrita”, impartido por el Mtro. Pablo Huerta Gaytán. Fueron redactados por
alumnos del primer semestre (ciclo 2017-B) de la Licenciatura en Negocios Internacionales, del
Centro Universitario de Los Altos, de la Universidad de Guadalajara

Por: Sandy Jetzarel de Anda Padilla

Se cuenta que en la calle Rita Pérez de Moreno, en San Juan de los Lagos, Jalisco, en una casa céntrica, donde hoy es la Casa de la Cultura, vivía un matrimonio con su pequeño hijo. Todo marchaba bien, la familia era muy unida, feliz, los esposos eran sencillos y generosos; por ser una casa tan grande, la prestaban para eventos culturales. 
Misteriosamente después de algún tiempo empezaron a pasar cosas extrañas en esa casa. De la nada se empezaban a escuchar ruidos en la azotea y nunca se supo nada en concreto. Se dice que hubo un tiempo en que el niño se ponía muy nervioso y le preguntaba a sus padres: ¿Quién juega y llora en la azotea todas las noches?”, pero ni papá, ni mamá daban importancia, ambos decían: “Ha de ser un gato, ¡duérmete!”. El niño se despertaba a media noche, asustado, porque en el techo de su cama se escuchaban los sollozos y el sonido de una lata rodando de un lugar a otro. 
Él llamaba a sus padres, pero ellos desde su cuarto le decían que se durmiera. Incluso trataba de irse a dormir con ellos, pero también se lo impedían. Los papás fueron despertados a la media noche por un grito de miedo que provenía del cuarto del niño, y se dice que después de eso, no pudieron encontrarlo en ningún lado. Dieron aviso a la policía y al siguiente día, al volver a casa después de un largo día buscando a su hijo, vieron un bote atado con una cuerda colgando de la azotea. 
Con algo de enojo y rareza el padre subió a la azotea y lo quitó, después bajó y vio otro bote tirado sobre el techo del cuarto de su hijo, al acercarse vio a éste en un rincón, sentado con las rodillas dobladas hacia al pecho, abrazando sus piernas, tenía el cuerpo totalmente arañado y su rostro se veía con mucho susto. Después de eso, cuentan las personas de San Juan de los Lagos que los papás, no soportaban escuchar los ruidos y ver cosas tan frecuentemente que se tuvieron que cambiar de casa. A pesar de eso, en su nueva casa a los padres les siguieron pasando cosas; dicen que a media noche los despertaba un sollozo y el ruido de un bote rodando, y que cuando se podían percatar, estaba un niño frente a su casa diciendo: 
“Me asusta el ruido de allá arriba”. Se cuenta que los padres comentaban que eran demasiados y espantosos los sollozos que se escuchaban, porque no sólo eran de un niño, sino de varios, los que se escuchaban; lamentaban profundamente no haberle hecho caso a su hijo, del que ya no disfrutaban su presencia. Aquí no acaba la historia, después de muchos años esa casa tan grande, se convirtió realmente en la actual Casa de la Cultura de San Juan de Los Lagos y también se cuenta que en cada aniversario de la muerte del niño, se escuchan ruidos alrededor de la casa durante el día, mientras se realizan actividades culturales; el velador asegura que a veces escucha un bote rueda y los sollozos de un niño, del que también ha percibido su presencia. 
Según la leyenda, a varias personas les ha tocado el mal momento de escuchar y presenciar lo relatado, de ahí que varios sacerdotes y diáconos han visitado este lugar, a petición de los sanjuanenses que residen cerca de la Casa de la Cultura, para bendecir la casa y hacer que las malas vibras desaparezcan, reine la armonía entre las personas que dan servicios y en quienes acuden regularmente al recinto o visitantes esporádicos.

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