Por Andrea Susana Ledesma Guzmán
El Portón de las leyendas
Las narrativas que se publican en esta sección, son productos de aprendizaje del curso-taller
“Expresión Oral y Escrita”, impartido por el Mtro. Pablo Huerta Gaytán. Fueron redactados por
alumnos del primer semestre (ciclo 2017-B) de la Licenciatura en Negocios Internacionales, de
Centro Universitario de Los Altos, de la Universidad de Guadalajara.
Entre los habitantes del vecino
poblado de Atotonilco el Alto, se conoce
una leyenda por demás curiosa, en
ocasiones es difícil discernir o distinguir entre la leyenda y la
historia por lo que haya de verdad en ésta.
Pues resulta que allá durante la segunda mitad del siglo
XIX, en plena época de la Reforma, existió un sacerdote que
por obscuros motivos renegó de su investidura, se dice que
se apellidaba Rentería y el pueblo lo conocía como “Rentería
el apóstata”.
Él se dedicaba a asaltar los templos, robando todo lo de
valor que pudiera existir en estos lugares de oración, como
son las custodias, los cálices, peañas y coronas de los santos,
los ornamentos sagrados y las vestiduras bordadas en oro
con las incrustaciones de piedras preciosas, candelabros
de oro o de plata recamados con perlas y pedrería muy
valiosa, crucifijos de plata y de oro, en fin, todo lo de valor
que tuvieran las iglesias.
Todo lo que robaba lo escondía en algún lugar entre
Ocotlán y Atotonilco, eran muchos los que lo habían seguido,
pero se les perdía en lo más espeso de los montes, sin que
la gente pudiera ver el sitio de su escondite.
Algunas personas de Ocotlán afirman que varias veces
vino a asaltar la capilla de La Purísima; cuentan que venía
montado en una mula muy grande de color negro y traía una
capa también negra, se hizo pasar por un sacerdote enviado
de la ciudad de Guadalajara, ese día dijo misa y dirigió un
rosario; cuando la gente se fue a dormir, él
aprovechó para llevarse todo lo de valor que
existía en el recinto, desde las alcancías, hasta
las joyas que tenían los santos de esta capilla,
junto con las custodias y los copones; de
madrugada cargó todo en su mula prieta y salió
del pueblo con rumbo desconocido.
Ese era su modo de operar: Se ganaba la
confianza de la gente haciéndoles creer que
era un sacerdote habilitado y así se introducía
en los templos para apoderarse de todo lo que
pudieran tener valor.
El gobierno, cansado de las tropelías de
este renegado, organizó una batida general
en toda la región y logró encontrarlo cuando
llevaba el botín del último de sus robos.
Fue capturado y tras un juicio sumario, se
decidió ahorcarlo; se le sentó en su mula
prieta con las manos atadas a la espalda y le
pusieron una soga al cuello, le dieron un varazo a la mula y
ésta comenzó a andar, dejando colgado a Rentería quien se
balanceaba de la rama más alta de un mezquite.
Decían que la mula prieta comenzó a andar y la gente fue
tras ella, los llevó directo al tantas veces buscado escondite
de Rentería; era una cueva ubicada en el cerro de la Peña
Colorada, llamada así por estar teñida de color ocre, debido
a las sales minerales de hierro del que es rico este cerro.
Pero al llegar a la sala del tesoro vieron que estaba
tapada con una gran piedra imposible de mover y oían el
ruido del agua que goteaba de la caverna que parecía decir
“todo o nada”, deberían llevarse todo el tesoro o no podrían
llevarse nada.
Se dice que quien quiera llevarse el botín sagrado, deberá
ir a cada uno de los templos que fueron saqueados y pedir
perdón a nombre del bandido, sólo así la cueva de Rentería,
llamada del “todo o nada”, se abrirá por sí sola durante un
sábado de Gloria.
Se cuenta que por las noches se ve a la mula prieta,
vagando por los antiguos caminos reales más solitarios,
llevando a todo aquel que quiera conocer el sitio en el
que se encuentra este fabuloso tesoro que está a la
espera de aquel osado explorador que sepa hallar la
manera de abrir la piedra que cubre la cueva del tesoro.
Muy interesante como tantas leyendas de Nuestro México
ResponderBorrarMuy buená ĺá historiá escritá árriba yo lá sabiá dé diferénté perßonáje . Soy orijinário dé atotónilco.
ResponderBorrarMuy interesante mi madre me la contaba pero ahorita ya me quedo claro de donde salio Renteria yo soy de Atotonilco
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