Por: Miguel Ángel Quintana Salazar
Aimos Alcott
¿Qué hay en un libro? ¿Cómo describir esa magia que
se da entre el autor y el lector? ¿Qué sucede en la intimidad
de ese vínculo especial que se establece entre el relato, el
relator y el lector? ¿Cuál es el impacto real de la palabra
escrita?
Cuando abrimos un libro, nos introducimos en un universo
de sentido que espera ser revelado por el lector, más allá del
significado inmediato del relato que transcurrimos.
Hay una historia, con principio, desarrollo y fin, que
describe una situación determinada. Los personajes nos
acompañan desde que somos pequeños y, aunque vayan
mutando, a las personas nos interesan las historias, los
relatos, los mitos, las novelas.
Nos invitan a una realidad
diferente, a jugar dentro de ella.
La biblioterapia es un recurso que puede ser utilizado por
todas las personas, más allá de la formación que se tenga.
Incluso los objetivos para utilizarla también son múltiples
y variados. Pueden ser de carácter preventivo, correctivo,
apelativo, de promoción, en forma de abordaje grupal o
individual.
Entre todas las características que tiene la biblioterapia,
la central es que es un recurso educativo. En sentido
logoterapéutico, la educación está dirigida a su orientación
preventiva y promocional, como antídoto ante el vacío
existencial y sus consecuencias (aburrimiento, indiferencia,
apatía, que llevan a la violencia, adicciones, depresión).
Está centrada en afinar la conciencia, apelando la
voluntad de sentido, ayudando a que las personas puedan
encontrar sentido en sus vidas, educando en la capacidad
de decidir, de poder hacer uso de sus recursos personales,
para tomar decisiones con sentido.
En los tiempos actuales hay innumerables manifestaciones
del vació existencial. Las personas están buscando lugares
y modos de poder encontrarse consigo mismas y con los
otros, buscando aquello que le dé sentido a su vida.
La biblioterapia es un recurso formidable para ayudar, ya
que invita a las personas a insertarse en una nueva realidad,
en un nuevo mundo, que las transforma, donde pueden
repensarse, redefinirse, y las invita a vincularse con su
realidad desde otro lugar.
La tradición oral está presente en todas las culturas desde
tiempos remotos, la trasmisión de relatos es una actividad
casi ancestral. Se los utilizaba para narrar historias o para
explicar fenómenos de la naturaleza, aspectos del hombre o
misterios de la vida.
Esta transmisión de aspectos de la existencia sigue
estando presente, los profetas con sus parábolas, los
juglares con sus cantos, los escritores con sus historias, los
cuentos, las hadas, los poetas, los comics.
Todos han sido y son caminos para poder explicar por
medio de los relatos realidades de la existencia del hombre.
Las metáforas fueron uno de los medios que tuvo el hombre
para empezar a comunicarse y para explicar fenómenos
que no encontraba como hacerlo.
El lenguaje metafórico es capaz de quedar impregnado en
la memoria durante más largo tiempo, ya que la naturaleza
de la memoria es de carácter mítico y ahistórico.
Este lenguaje tiene tres funciones que son: la reflexión,
la emoción y la acción. La metáfora va a sugerir a la
inteligencia emocional y sensible las soluciones que son
difíciles de encontrar en el plano abstracto. Provocará en el
pensamiento las conexiones necesarias para buscar nuevas
soluciones a los problemas.
Por ese motivo, las metáforas, los cuentos y los relatos
siguen teniendo vigencia, porque permiten llegar a lo más
profundo de la persona.
Estos recursos van a implementar símbolos, imágenes,
figuras, alegorías, sucesos simbólicos que explorarán
caminos ocultos e indirectos en la persona.
Los relatos provocan un cambio de estado, en el receptor
(lector u oyente) una modificación en
la manera de percibir que le permitirá
entender el mundo de otro modo.
Los primeros registros sobre el valor
que se le pone a toda letra escrita y a
su relación con la medicina datan del
año 1.000 mil a.c. con frases como
la que figuraba en el frontispicio de la
biblioteca de Tebas: “La lectura medicina
del espíritu”, el Faraón Ramsés II
mando grabar en la entrada de su
biblioteca “Remedios para el alma”:
Las bibliotecas eran para los egipcios
templos denominados “casas de vida”,
ya que eran lugares donde se cultivaban
los conocimientos y la espiritualidad.
Para los griegos, las bibliotecas eran
lugares donde se accedía a la “Medicina
para el alma”, valoraban la letra escrita
como una forma de tratamiento médico
y espiritual.
En la antigüedad y en la edad
media, la lectura de los libros con fines
curativos ya se incluía entre los preceptos para tener una
vida saludable.
En el siglo XIX, algunos religiosos se dedicaron al uso
terapéutico de la lectura en hospitales para enfermos
mentales, lo que posibilitó el resurgimiento de la biblioterapia
como medicina.
Durante ese siglo se comenzó a utilizar la biblioterapia
en contextos educativos como recurso para la formación
del carácter y el desarrollo de valores positivos en los
estudiantes.
La biblioterapia no es la simple sugerencia de un libro
a un amigo, es una técnica de intervención con objetivos
definidos. Se debe partir identificando la necesidad particular
y elegir un texto en función de la problemática específica de
la persona, con un plan de presentación y seguimiento.
La biblioterapia incluye el uso de películas y de la escritura
donde se debe contar con la presencia de un facilitador
capacitado.
La biblioterapia puede ser a la vez un proceso de desarrollo
personal como un proceso clínico de la curación, que utiliza la
literatura seleccionada, las películas y los participantes que
desarrollan un proceso de escritura creativa con discusiones
guiadas por un facilitador capacitado con el fin de promover
la integración de los sentimientos y pensamientos a fin
de promover la autoafirmación, el autoconocimiento o la
rehabilitación.
Se recomienda esta terapia con fines preventivos. Es un
recurso que moviliza cuestiones emocionales, para luego
poder expresarlas de un modo diferente. También enseña
estrategias para poder regular y expresar emociones, al igual
que brinda estrategias para afrontar la frustración y mejorar
las estrategias de comunicación.
La biblioterapia no es eficaz en
todos los casos. Además el uso de la
biblioterapia aumenta el sentido de la
responsabilidad del paciente.
Las historias de los cuentos de
hadas intensifican una serie de
experiencias como la compasión,
empatía, alegría, tristeza, miedo,
tensión, alivio, entre otras vivencias.
Tomando en cuenta los
antecedentes de la biblioterapia, en la
actualidad podemos identificar cinco
tipos de cómo aplicarla:
CLINICA: aplicada por psicólogos,
psicopedagogos y médicos, tiene la
función de abordar problemáticas
específicas como cuestiones
emocionales y resolución de
conflictos.
EDUCACIONAL: se utiliza en
contextos educativos con el fin de
favorecer el desarrollo personal de
las personas.
INSTITUCIONAL: se utiliza para abordar cuestiones
específicas, como reconocer potencialidades o la solución
de problemas.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN: sirve para trabajar
específicamente con fines preventivos y de promoción, son
muy impredecibles en su impacto.
PERSONAL: es el uso de la biblioterapia que cualquier
persona puede realizar en su vida cotidiana.
¿Para qué aplicarla? Dependerá de os objetivos
planteados, el modo de abandonarlos y el impacto que tendrá
en la persona van a depender de estas características, por
lo que se debe considerarse el tipo de biblioterapia y la
formación correspondiente a su uso.
Un relato no debe necesariamente convertirse
directamente sobre la problemática que trae el consultante o
sobre la temática por tratar, ya que los libros dan una serie de
alternativas y proponer una visión más amplia, otros puntos
de vista, y va a depender de los recursos de cada persona
encontrarle beneficios.
Hay que priorizar en que es necesario focalizar nuestra
atención, que podemos hacer para conseguir lo que
deseamos y con qué recursos cuenta la persona.
Conviene
que los objetivos sean claros, breves, concretos y específicos
pero sobre todo, que la persona confíe en que puede lograrlos
y que cuente con los recursos para ello.
La biblioterapia no es beneficiosa para todas las personas
ni para tratar todos los temas, es un recurso con el que se
cuenta, pero no siempre es conveniente utilizarlo. Si la
persona no gusta de la lectura, ni tiene los conocimientos
para asimilar lo que lee, no va a funcionar este tipo de terapia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario