domingo, febrero 10, 2019

Biblioterapia

Por: Miguel Ángel Quintana Salazar

Aimos Alcott ¿Qué hay en un libro? ¿Cómo describir esa magia que se da entre el autor y el lector? ¿Qué sucede en la intimidad de ese vínculo especial que se establece entre el relato, el relator y el lector? ¿Cuál es el impacto real de la palabra escrita? Cuando abrimos un libro, nos introducimos en un universo de sentido que espera ser revelado por el lector, más allá del significado inmediato del relato que transcurrimos. 
Hay una historia, con principio, desarrollo y fin, que describe una situación determinada. Los personajes nos acompañan desde que somos pequeños y, aunque vayan mutando, a las personas nos interesan las historias, los relatos, los mitos, las novelas. 
Nos invitan a una realidad diferente, a jugar dentro de ella. La biblioterapia es un recurso que puede ser utilizado por todas las personas, más allá de la formación que se tenga. Incluso los objetivos para utilizarla también son múltiples y variados. Pueden ser de carácter preventivo, correctivo, apelativo, de promoción, en forma de abordaje grupal o individual. 
Entre todas las características que tiene la biblioterapia, la central es que es un recurso educativo. En sentido logoterapéutico, la educación está dirigida a su orientación preventiva y promocional, como antídoto ante el vacío existencial y sus consecuencias (aburrimiento, indiferencia, apatía, que llevan a la violencia, adicciones, depresión). 
Está centrada en afinar la conciencia, apelando la voluntad de sentido, ayudando a que las personas puedan encontrar sentido en sus vidas, educando en la capacidad de decidir, de poder hacer uso de sus recursos personales, para tomar decisiones con sentido. En los tiempos actuales hay innumerables manifestaciones del vació existencial. Las personas están buscando lugares y modos de poder encontrarse consigo mismas y con los otros, buscando aquello que le dé sentido a su vida. 
La biblioterapia es un recurso formidable para ayudar, ya que invita a las personas a insertarse en una nueva realidad, en un nuevo mundo, que las transforma, donde pueden repensarse, redefinirse, y las invita a vincularse con su realidad desde otro lugar. 
La tradición oral está presente en todas las culturas desde tiempos remotos, la trasmisión de relatos es una actividad casi ancestral. Se los utilizaba para narrar historias o para explicar fenómenos de la naturaleza, aspectos del hombre o misterios de la vida. Esta transmisión de aspectos de la existencia sigue estando presente, los profetas con sus parábolas, los juglares con sus cantos, los escritores con sus historias, los cuentos, las hadas, los poetas, los comics. Todos han sido y son caminos para poder explicar por medio de los relatos realidades de la existencia del hombre. 
Las metáforas fueron uno de los medios que tuvo el hombre para empezar a comunicarse y para explicar fenómenos que no encontraba como hacerlo. El lenguaje metafórico es capaz de quedar impregnado en la memoria durante más largo tiempo, ya que la naturaleza de la memoria es de carácter mítico y ahistórico. Este lenguaje tiene tres funciones que son: la reflexión, la emoción y la acción. La metáfora va a sugerir a la inteligencia emocional y sensible las soluciones que son difíciles de encontrar en el plano abstracto. Provocará en el pensamiento las conexiones necesarias para buscar nuevas soluciones a los problemas. 
Por ese motivo, las metáforas, los cuentos y los relatos siguen teniendo vigencia, porque permiten llegar a lo más profundo de la persona. Estos recursos van a implementar símbolos, imágenes, figuras, alegorías, sucesos simbólicos que explorarán caminos ocultos e indirectos en la persona. Los relatos provocan un cambio de estado, en el receptor (lector u oyente) una modificación en la manera de percibir que le permitirá entender el mundo de otro modo. 
Los primeros registros sobre el valor que se le pone a toda letra escrita y a su relación con la medicina datan del año 1.000 mil a.c. con frases como la que figuraba en el frontispicio de la biblioteca de Tebas: “La lectura medicina del espíritu”, el Faraón Ramsés II mando grabar en la entrada de su biblioteca “Remedios para el alma”: 
Las bibliotecas eran para los egipcios templos denominados “casas de vida”, ya que eran lugares donde se cultivaban los conocimientos y la espiritualidad. Para los griegos, las bibliotecas eran lugares donde se accedía a la “Medicina para el alma”, valoraban la letra escrita como una forma de tratamiento médico y espiritual. En la antigüedad y en la edad media, la lectura de los libros con fines curativos ya se incluía entre los preceptos para tener una vida saludable. En el siglo XIX, algunos religiosos se dedicaron al uso terapéutico de la lectura en hospitales para enfermos mentales, lo que posibilitó el resurgimiento de la biblioterapia como medicina. 
Durante ese siglo se comenzó a utilizar la biblioterapia en contextos educativos como recurso para la formación del carácter y el desarrollo de valores positivos en los estudiantes. 
La biblioterapia no es la simple sugerencia de un libro a un amigo, es una técnica de intervención con objetivos definidos. Se debe partir identificando la necesidad particular y elegir un texto en función de la problemática específica de la persona, con un plan de presentación y seguimiento. 
La biblioterapia incluye el uso de películas y de la escritura donde se debe contar con la presencia de un facilitador capacitado. La biblioterapia puede ser a la vez un proceso de desarrollo personal como un proceso clínico de la curación, que utiliza la literatura seleccionada, las películas y los participantes que desarrollan un proceso de escritura creativa con discusiones guiadas por un facilitador capacitado con el fin de promover la integración de los sentimientos y pensamientos a fin de promover la autoafirmación, el autoconocimiento o la rehabilitación. 
Se recomienda esta terapia con fines preventivos. Es un recurso que moviliza cuestiones emocionales, para luego poder expresarlas de un modo diferente. También enseña estrategias para poder regular y expresar emociones, al igual que brinda estrategias para afrontar la frustración y mejorar las estrategias de comunicación. 
La biblioterapia no es eficaz en todos los casos. Además el uso de la biblioterapia aumenta el sentido de la responsabilidad del paciente. Las historias de los cuentos de hadas intensifican una serie de experiencias como la compasión, empatía, alegría, tristeza, miedo, tensión, alivio, entre otras vivencias. Tomando en cuenta los antecedentes de la biblioterapia, en la actualidad podemos identificar cinco tipos de cómo aplicarla: 
CLINICA: aplicada por psicólogos, psicopedagogos y médicos, tiene la función de abordar problemáticas específicas como cuestiones emocionales y resolución de conflictos. 
EDUCACIONAL: se utiliza en contextos educativos con el fin de favorecer el desarrollo personal de las personas. 
INSTITUCIONAL: se utiliza para abordar cuestiones específicas, como reconocer potencialidades o la solución de problemas. 
MEDIOS DE COMUNICACIÓN: sirve para trabajar específicamente con fines preventivos y de promoción, son muy impredecibles en su impacto. 
PERSONAL: es el uso de la biblioterapia que cualquier persona puede realizar en su vida cotidiana. ¿Para qué aplicarla? Dependerá de os objetivos planteados, el modo de abandonarlos y el impacto que tendrá en la persona van a depender de estas características, por lo que se debe considerarse el tipo de biblioterapia y la formación correspondiente a su uso. 
Un relato no debe necesariamente convertirse directamente sobre la problemática que trae el consultante o sobre la temática por tratar, ya que los libros dan una serie de alternativas y proponer una visión más amplia, otros puntos de vista, y va a depender de los recursos de cada persona encontrarle beneficios. 
Hay que priorizar en que es necesario focalizar nuestra atención, que podemos hacer para conseguir lo que deseamos y con qué recursos cuenta la persona. 
Conviene que los objetivos sean claros, breves, concretos y específicos pero sobre todo, que la persona confíe en que puede lograrlos y que cuente con los recursos para ello. 
La biblioterapia no es beneficiosa para todas las personas ni para tratar todos los temas, es un recurso con el que se cuenta, pero no siempre es conveniente utilizarlo. Si la persona no gusta de la lectura, ni tiene los conocimientos para asimilar lo que lee, no va a funcionar este tipo de terapia.

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