Por Blanca De la Torre
BlancaJaneth2018@hotmail.com
Albert tenía 45 años, era un
veterano desde hacía 5 años; dentro
de él existía una fascinación sórdida
por la soledad, uno pudiese pensar
que es por estragos de la guerra,
sin embargo, Albert era curioso, se
le veía transitar las calles siempre
evitando el contacto con cualquier
persona o ser vivo que se atravesase
en su camino sin previo aviso. Cada
vez que tenía que salir comenzaba el
miedo y el disgusto a trabajar en su
mente, pareciese una persecución
que privaba de una precaria
posibilidad de llegar de vuelta a su
departamento. Lo que Albert estaba
a punto de vivir, era algo que lo
llevaría a la perdición.
La noche del 3 de abril, Albert se
encontraba en sus aposentos como
era costumbre, daban las 10 de la
noche y decidió leer el periódico, se
sentó en el sillón que tenía frente a
un librero que quedaba a lado de un
pasillo que daba a las escaleras del
ático del pequeño departamento, en
medio de su habitual lectura Albert
se percató que alguien más estaba
dentro de casa ya que había visto por
el rabillo del ojo una sombra pasar por
el pasillo, tanto fue el terror por tener
que lidiar con un alma que no fuese la
de él que tomo su miedo y se atrevió
a enfrentar a ese ser que invadía su
templo. Caminó cuidadosamente y
en silencio, tomó el atizador y llegó
a la primera puerta del pasillo, abrió
la puerta de una recámara que había
sido hecha para los visitantes la cual
terminó por ser un cuarto lleno de
periódicos arrumbados, al abrirla miró
rápidamente a todos los recovecos,
nadie en la primera puerta, siguió
y el único lugar que le parecía
escalofriante era el ático, cuando
comenzó a avanzar, la oscuridad
se apoderó de su casa y el viento
comenzó a soplar desencadenando
un silbido sutilmente entraba hasta
hacer temblar a las entrañas, el
escalofrío que invadía su ser entero
lo recorría lentamente hasta que soltó
el atizador al suelo quedando helado,
el silbido que entró por sus oídos se
hizo cada vez más nítido, era la voz
de una mujer que le susurraba: “He
venido por tu alma Albert”, en un
momento de desesperación y miedo
se tapó los oídos acompañado de
gritos ahogados, era abominable
para él esto que acababa de vivir.
Pasando al día siguiente cuando
estaba en cama para conciliar el
sueño se repitió el mismo silbido y
la misma mujer “He venido por tu
alma”, pasaron los días y en cada
momento inesperado surgía esa voz
galopando en sus oídos una y otra
vez.
Se estaba volviendo loco, la
demencia y el miedo se estaba
apoderando de sus pensamientos
por completo, su alma se volvía
débil, cada día venía a él la
inquietante necesidad de acabar con
su vida, corría a mirarse al espejo
y se tocaba el rostro para saber
que no era un sueño. El temor que
estaba reteniendo en el cerebro ya
era la parte que más lo dominaba,
una mañana después de haber
escuchado las voces de nuevo,
sintió un deseo en el que la cobardía
y valentía se enjuiciaban cara a cara,
el método de respiración profunda
no funcionaba para arrepentirse de
la decisión, Albert sólo pensaba en
la traición mental pero el deseo de
quitarse la vida estaba hecho de
fuerte linaje, nada podía impedírselo,
lo que él creía que era el demonio que
lo aterrorizaba, realmente eran sus
deseos más profundos, quedo tan
traumatizado y con una idea terrible
de persecución que el único refugio
que encontró fue abandonar la vida.
La ventana que tenía el ático era lo
suficientemente grande para poder
pasar su cuerpo por ella, Albert subió
y estando en el sexto piso saco las
piernas dejándolas como banderas
al aire colgando por la ventana,
echó un vistazo a su alrededor
y pensó: “Estoy viejo, cansado y
desgraciadamente loco, viví una
vida entera, viví la guerra y ella me
amputó el corazón y puedo decir que
no hay nada tan cruel en ella como
un espíritu apagado y una mente
destruida”, cerró los ojos y cayó al
asfalto acabando inapelablemente
con su vida. Este hombre llegó a
una encrucijada con sus demonios
mentales y no tuvo misericordia de sí
mismo. “Oh si hay un Dios, socorrer
el alma insatisfecha del hombre que
valientemente enfrentó su miedo de
una manera cobarde”.
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