- ¡Mami, mami! El bebé se hizo
caquita. Grita el niño, acerca de su
hermanito.
- Pues cámbiale el pañal. ¿qué
esperas?, responde la mamá.
- No, es que se cayó del cuarto piso
hasta la calle.
Chiste cruel sin duda éste.
Es probable que en esta ocurrencia,
encuentre algunas palabras más o
menos malsonantes, pero en ocasiones
es necesario decirlas con todas sus
letras, para dar a entender claramente
el mensaje, así que ofrezco desde
ahora una disculpa si ofendo alguna
susceptibilidad, que no es la intención.
Entre varias actividades, este
que escribe se dedica también a la
fontanería, esto es, a servir y hacer
algunas tareas a veces desagradables
pero necesarias, ya que alguien las
tiene que realizar. Le platicaré con su
venia.
En una ocasión un cliente me llamó
pues deseaba que destapara su taza
del W.C.; sí, esa donde depositamos
con algunos pujidos, los desechos
que nuestro cuerpo no acepta de los
alimentos y los expulsa por salva sea
la parte.
Preguntéle si usaba esas canastillas
de plástico, compuesta de dos partes
ensambladas y en su interior una
pastilla desodorante y aromatizadora
(que por cierto, la mayoría de las
personas, las coloca dentro de la taza
erróneamente, ya que la pastilla se
desintegra y aromatiza al contacto con
el aire, no con el agua).
Me respondió que sí, de manera que
no batallé en quitar la taza, destaparla,
extraer el objeto plástico y cumplir el
objetivo de que el accesorio funcionase
correctamente. Para tal acción invertí
cerca de veinte minutos efectivos, sin
contar traslado. Tuve suerte y pronto
hice mi trabajo.
Cuando la persona que me favoreció
solicitando mis servicios preguntó el
monto de mis honorarios, le respondí
que $ 250.00
Extrañado y con tono de
inconformidad me interrogó: ¡Cómo!
¿Esa cantidad por media hora de
trabajo?
Le contesté con calma. Mire: por
destapar su baño, cobro $ 50.00, pero
por tener que agarrar su cagada, cobro
$ 200.00. ¿cómo la ve?
Y me respondió muy comprensivo:
No, pos sí. Tiene razón. Yo no lo haría
ni por más dinero. Aquí tiene su pago y
$ 100.00 de propina. Real.
La intención de esta ocurrencia
es que valoremos realmente a esas
personas anónimas, que hacen los
trabajos desagradables y que nos
proporcionan un gran servicio, pues
nosotros no haríamos esas labores, ni
de chiste.
Imagine usted, por ejemplo en
Jalos, a Tomás Medina o a Marcelino
o a ese joven, padre de varios niños,
a quien llaman popularmente “el cha”,
inmersos dentro de un registro de
drenaje, con el agua literalmente hasta
el cuello y sorteando los mojones,
semillas de chile, cascaritas del mismo,
semillitas de tomate, palillos, condones,
globitos y cuanta cosa se arroja al
torrente acuoso con destino a la planta
de tratamiento de aguas residuales,
tratando de destapar los conductos,
para que esas aguas “negras” no se
acumulen y se conviertan en foco de
infección para la ciudadanía.
Si alguna vez le toca en suerte verlos
trabajar en esas labores, pregúnteles si
les gusta hacer “eso”. Seguramente le
responderán que no, pero alguien lo
tiene que hacer.
¡Ah! Además lo hacen sin equipo de
protección.
Se meten así con su ropa y
su piel está en contacto todo el tiempo
de la labor, con esas substancias que
desechamos en nuestros hogares,
arriesgando su propia salud.
¿Entonces porqué los ciudadanos
los vemos con menosprecio y hasta
con desprecio, si lo que hacen es en
nuestro beneficio? Los invito a que los
veamos con mayor respeto y con harta
gratitud, pues seguro estoy que no
cualquiera hace esa labor.
¿Y sabe cuánto ganan esas
personas que realizan esas labores
asépticas, desagradables y llenas
de riesgo para la salud? La fabulosa
cantidad de $ 2,200.00 a la quincena,
esto es, un poco más de 100 pesos al
día. ¿Usted lo haría por el doble?
Hablo de estas personas de
Jalos, pues cuento con el favor de su
amistad y me ha tocado verles en tan
peculiares trabajos, pero seguro estoy
que en muchos municipios alteños,
la situación es similar.
No se trata de
agredir opiniones, sino de valorar lo
que realmente hacen estas personas.
Una muy respetuosa sugerencia
a los ayuntamientos en general y
disculpen la expresión: No sean
gachos (coloquialmente hablando)
,proporciónenles equipo adecuado,
pues su familia depende de ellos y si
es posible, consideren una gratificación
adicional, cada vez que se tengan
que sumergir entre aguas llenas de
excrementos y otras lindezas. Merecido
sería premiarlos por su sacrificio.
De
verdad lo digo con todo respeto.
Y a usted conciudadano, créame;
no es fácil ser un servidor público. Es
posible que haya quien sólo viva del
presupuesto, pero me consta, que es la
minoría, pues la mayoría sí se preocupa
para que los paisanos tengamos los
servicios necesarios.
Esos oficios ingratos y
menospreciados, suelen ser los más
efectivos para nuestro beneficio.
Considérelo y aprecie las labores de
esos también ciudadanos.
Gonzalo “Chalo” de la Torre Hdez.
chalo2008jalos@hotmail.com
Jalostotitlán, Jal. A 25 de octubre
de 2012
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