
Según sabemos, la vida no se
acabó, al menos no de esa manera,
pero el “apocalipsis maya” confirmó que
la especie es caprichosa.
En ocasiones la profecía es el
nombre que la realidad asume antes
de ocurrir. Un sexenio más tarde,
otro apocalipsis amenaza al territorio
maya. Me refiero al tren que recorrerá
la península, transportando la misma
cantidad de gente que visita anualmente
Cancún.
El gobierno de López Obrador ha
tenido notables aciertos: la lucha contra
el huachicol, la atención a adultos
mayores, la supresión de presupuestos
discrecionales para los diputados, la
generalizada austeridad en el gasto
público, por mencionar sólo algunos
logros. En tiempos de polarización
resulta difícil aceptar que unas cosas
estén bien y otras mal; con excesiva
facilidad se cae en las descalificaciones
en bloque; sin embargo, cuestionar un
proyecto puntual no significa ser anti-
AMLO. Escribo estas líneas convencido
de que la rectificación y la enmienda
aún son cualidades humanas.
Los constructores del tren aseguran
haberle pedido permiso a la tierra para
comenzar sus trabajos, pero no cuentan
con el de los pobladores de esa tierra,
víctimas de sucesivos despojos.
En caso de construirse, los mil
quinientos kilómetros de vía férrea
tendrían un efecto ecológico irreversible
y alterarían la vida de numerosas
comunidades en cinco estados.
Cuando Echeverría puso
a Cancún en el mapa,
acabó con una de las más
grandes reservas de la
biodiversidad. A cambio,
llegaron el dinero y el
lavado de dinero, efectos
de un “progreso” que
beneficia a consorcios
internacionales. Al
respecto, Claudio Lomnitz
escribió con brillantez en
La Jornada: “El Tren Maya
es un proyecto desarrollista
que le hubiera encantado
a Miguel Alemán, Ruiz Cortines o
Echeverría. Cierto que el presidente
López Obrador ha dicho que en él no
se tumbará ‘un solo arbolito’, pero esa
declaración, que es rigurosamente
falsa, destila el mismo menosprecio
al tema ambiental que tuvieron sus
predecesores […] Esos lugares
recibirán a los más de cuatro millones
de turistas del circuito. Para alojarlos,
alimentarlos y entretenerlos habrá que
construir hoteles, restaurantes, bares,
discotecas, burdeles, lavanderías,
misceláneas y mil otras cosas. No va a
ser cuestión de proteger árboles donde
pase el tren. Habrá que sacar agua
de ríos y de mantos freáticos, derribar
selvas, pavimentar milpas. El tren
cambiará la vida de la región, como la
cambió en su momento Cancún”.
Sería esperable que un gobierno
que aspira a ser progresista protegiera
la reserva de la biósfera de Calakmul
y respetara las iniciativas de las
comunidades más pobres de la zona.
La carretera 199, que vincula San
Cristóbal de Las Casas con Toniná,
ofrece un ejemplo a escala de lo
mismo. Es uno de los caminos con
más topes de México por una razón
sencilla: los pobladores desean que los
automovilistas aminoren la velocidad
para venderles chicles, refrescos o
el acceso a un baño. El Tren Maya
producirá un “progreso” parasitario de
ese tipo.
Para protestar contra ésta y
otras iniciativas similares, el pintor
Francisco Toledo y un amplio grupo de
personalidades y organizaciones han
llamado al Encuentro en Defensa del
Territorio, los Bienes Comunes y los
Derechos de los Pueblos, a celebrarse
el 5 de febrero en la ciudad de Oaxaca.
La convocatoria dice: “Aun son vigentes
muchos de los procedimientos usados
por las grandes empresas para
establecer sus megaproyectos, un
ejemplo de ello es el arranque de los
trabajos para la construcción del Tren
Maya sin que haya mediado consulta
legal alguna, ni evaluación del impacto
socio-ambiental correspondiente […];
donde el gobierno mexicano aporta la
infraestructura carretera ferroviaria,
portuaria, energética y todo tipo de
estímulos fiscales y legislaciones
ambientales y laborales, en contra de
los pueblos y la soberanía nacional”.
Quien desee más información puede
dirigirse a grupo.tiempos.modernos@
gmail.com
Los mayas, que inventaron el cero,
no deben ser tratados como una cifra.
Este artículo fue publicado en
Reforma el 25 de enero de 2019,
quienes agradecieron a Juan Villoro su
autorización para publicarlo.
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