Ana Gabriela
Rojas
Las indígenas chamulas musulmanas se cubren
la cabeza con un pañuelo, sobre todo a la hora de
la oración. ‘Allahu Akbar’ significa en árabe “Dios
es grande” y es una expresión de fe muy común en
el mundo musulmán. Pero es demasiado extraño
escucharla en San Cristóbal de las Casas, en
Chiapas, en el sureste de México, un país con una
amplia mayoría católica. Y todavía aún más extraño
si quienes lo pronuncian son indígenas chamulas, algunos
ataviados con sus peludos trajes de lana.
Aunque en esa ciudad hay un gran mosaico de iglesias,
son sobre todo católicas y evangélicas. El islam suena casi
improbable. Pero ahí está. Lo practican unos 300 indígenas
chamulas que se concentran en cuatro comunidades distintas.
Y viven con las tradiciones musulmanas.
Unos 300 indígenas chamulas practican el islam en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas. En Ramadán, el mes del ayuno
para el islam, los adultos no comen ni beben agua desde que
sale el sol hasta que se pone. Algunos rompen su ayuno con
dátiles, como se hace tradicionalmente en los países árabes.
Otros, se adaptan y lo hacen con fresas, plátanos o melón,
mucho más fáciles de encontrar en San Cristóbal.
Celebran el Eid al-Fitr, o el final del ayuno, con un festín
de cordero a la marroquí o barbacoa al estilo mexicano. Y dan
gracias a Alá en árabe.
En su vida diaria hablan en su lengua, el
tzotzil, y a veces en español, pero en cualquier caso salpicado
con un Inshallah, la expresión árabe equivalente a “si dios
quiere”.
Los chamulas se caracterizan por su apertura religiosa:
algunos practican sincretismos con tradiciones prehispánicas,
pero también hay católicos y evangelistas de todas las iglesias.
Pero, ¿cómo llegaron a convertirse en musulmanes?
La respuesta data de hace 25 años y tiene que ver con el
levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN), en 1994.
Por qué los zapatistas no apoyan a López
Obrador, elegido para ser el primer presidente de izquierda de
México. Aureliano Pérez Yruela (con la mano derecha arriba),
conocido como Nafia , fue el primer musulmán que llegó a
Chiapas durante el levantamiento zapatista.
Todos los ojos en San Cristóbal: Los ojos del mundo
voltearon a Chiapas, y específicamente a San Cristóbal, para
ver cómo miles de indígenas se revelaban frente sistema político
y económico. Un arcoíris de representantes de movimientos
políticos y sociales querían estar cerca para ver lo que pasaba.
Así sucedió también con el español Aureliano Pérez Yruela, que
tiene el nombre musulmán de Nafia, y que estaba en México
cuando estalló el movimiento. Nafia pertenece al Movimiento
Mundial Murabitún (MMM), un grupo islámico fundado en
Granada, España, por Ian Dallas, Abdalqadir as-Sufi, un escritor
escocés y cercano a la banda de los Beatles.
“Fuimos atraídos por ese momento histórico para los
indígenas en Chiapas”, dice Esteban López Moreno, Hajj Idriss,
que fue el segundo en llegar, después que Nafia. Así que se
asentaron para hacer el trabajo y “hablar de Alá a gente que no
había jamás oído hablar del islam”, explica.
Los chamulas son mayoritariamente campesinos, artesanos
o comerciantes.
Cuenta que al principio tenían que utilizar un intérprete porque
muchos indígenas no hablaban castellano.
“Pero comprobamos
que la comunicación es a nivel de los corazones, que tienen un
lenguaje que no se ve pero que funciona. Entonces supieron
que nosotros teníamos algo importante para ellos y eso creó un
lazo de confianza. Y empezaron a convertirse en musulmanes”,
dice Hajj Idriss, que también es imán. Cuenta que su mensaje
fue pasando por familias: se hacía musulmán el padre, luego la
madre y luego los hijos.
Pero los zapatistas no se convirtieron al islam.
“Nuestra relación desde un principio fue con el mundo
chamula porque el primero que se convirtió era uno de sus
líderes y fue quien conectó con nosotros”, explica
Carta al subcomandante Marcos
El investigador de islam en Chiapas Gaspar Morquecho
enseña a BBC Mundo una carta que el MMM envió a los
zapatistas. Derechos de autor de la imagen NATASHA PIZZEYSIEGERT
La carta está dirigida al subcomandante insurgente Marcos.
Está dirigida al subcomandante insurgente Marcos, quien
fue el jefe militar del movimiento, y asegura que el cambio de
sociedad no se puede dar con el cristianismo, ni con el marxismo.
“La lucha por la liberación de los pueblos debe hacerse bajo la
bandera del islam transformador, siguiendo el mensaje revelado
que nos trajo Mahoma, el último de los profetas, el libertador de
la humanidad”, dice.
¿Qué pasó con el subcomandante Marcos?
“Los zapatistas no respondieron. Así que seguramente los
MMM percibieron una posibilidad de crecer en la comunidad
indígena a través de los chamulas, que llevaban una historia de
expulsión de su pueblo San Juan Chamula y que se habían ido
asentado en San Cristóbal de las Casas desde 1974”, explica
Morquecho. Cuenta que en los 70 en San Juan Chamula
había un grupo de caciques que ostentaban todo el poder.
Y que se vieron amenazados cuando el obispo Samuel Ruiz
promovió programas sociales, que disminuían su hegemonía,
por ejemplo una caja de ahorro, una cooperativa de consumo
popular o campañas contra el alcohol.
El imán Ibrahim Chechev fundó la comunidad Ahmadía en
San Cristobal.
Los caciques terminaron por expulsar al programa católico
conocido como Misión Chamula y después, de manera todavía
más violenta y masiva, a otras iglesias cristianas y sus fieles.
“A diferencia de lo que se cree, los chamulas son un grupo
muy abierto, son gente emprendedora. Y en este mundo de
incertidumbres, buscan certezas. Es un andar de ese pueblo
y yo los he visto cambiar de partido político a otro, de una
organización social a otra o de una religión a otra”.
Dice que muchos también cambiaron a otras iglesias
que prohibían el alcohol porque eso ayuda a aliviar muchos
problemas en la familia, como de peleas o económicos.
“Otra
razón por la que se unen al islam es porque les dijeron que el
último mensaje de Dios no es el de la Biblia, sino el del Corán
y pensaron que solo con ese último mensaje iban a llegar al
paraíso”, explica el investigador que ha seguido a la comunidad
chamula desde su expulsión.
Pueblo expulsado: La comunidad musulmana fue creciendo
entre los indígenas expulsados de San Juan Chamula,
asentados en la periferia del noreste de San Cristóbal. Hasta
alrededor del año 2000, que empezaron las rupturas con el
MMM, explica Morquecho. “Porque los chamulas tienen
esa tradición de movilidad social y también se separan por
problemas internos entre las distintas familias”.
Morquecho coincide con otros entrevistados en que
los malos tratos de los españoles del MMM a los chamulas
también propiciaron que muchos conversos se fueran a otras
comunidades musulmanas de nueva formación.
Dicen que no les dejaban hablar con personas que no
fueran musulmanas, aunque fueran sus familiares. También
los obligaban a hablar solo español para poder entenderlos.
Y les decían que no debían comer tortillas porque eran una
porquería.
La mezquita Imam Malik, de la comunidad Murabitun es la
más grande en México.
Hajj Idriss, el imán español del MMM en San Cristóbal,
asegura que estas son “leyendas” y que en los distintos grupos
no hay problemas.
“Todo parte de nuestra semilla. Fuimos los primeros
musulmanes y a partir de ahí empezaron a hacerse más. Con
el paso del tiempo ha habido gente que ha querido hacer por su
cuenta un pequeño sitio de oración, pero todos parten de aquí”.
Ahora los MMM tienen la mezquita más grande de México,
de unos 400 metros cuadrados, que se levanta imponente en
la periferia de San Cristóbal.
Pero además de ellos ahora hay tres comunidades
musulmanas más. Cada uno con su lugar de oración.
Aunque
son más bien casas adaptadas, cada grupo llama a su lugar
“mezquita”. Y todas están muy cerca la una de la otra. Dos de
ellas son de tradición sunita: una de ellas liderada por un sirio,
conocido como Mudar y la otra, la comunidad Al Kauzar.
La tercera es la comunidad Ahmadía, que para el mundo
islámico más tradicional no son considerados musulmanes. La
comunidad Ahmadía en San Cristóbal de las Casas, vestidos
de fiesta para celebrar el final del ayuno. Ellos tienen dos
creencias que los separan de los demás: que su fundador, el
indio Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadian, era el mesías
prometido y que Jesús murió en Cachemira -y no regresará- a
diferencia de lo que creen los musulmanes más tradicionales.
El lema de su comunidad es “amor para todos, odio para
nadie”, explica a BBC Mundo Ibrahim Chechev, el imán de la
comunidad Ahmadía en Chiapas.
Explica que las tradiciones del islam no chocan con las de
los indígenas porque “el islam se adapta a cualquier cultura, a
cualquier lengua, a cualquier raza. Lo que importa es el fitra,
el estado natural del ser humano, que es siempre generoso. El
islam viene a pulir ese ese lado natural y a elevarlo”.
Cuenta que el ayuno es para alabar a Dios.
Que es un
entrenamiento de abstinencia de todos los sentidos.
“Por ejemplo, la boca no come, pero tampoco miente,
maldice, dice chismes. Así, cada uno los otros sentidos debe
hacerlo y entrenarse para seguir el resto del año. También,
ayunar nos ayuda a entender a aquellos que tienen menos y
tienen la panza vacía”.
Los musulmanes chamulas celebran el final del ayun con un
festín de cordero a la marroquí o barbacoa al estilo mexicano.
La historia personal de Chechev está muy relacionada con
el islam en San Cristóbal de las Casas.
Él fue el primero de su familia en convertirse al islam, con
apenas 15 años.
A los 19 se casó con Yanna, la hija de Hajj Idriss, el segundo
español musulmán que llegó a la ciudad. A eso y a que fue a
estudiar a Granada, España, se debe su acento español.
Después también pasó por la organización musulmana
Al Kauzar y después fundó Ahmadía en San Cristóbal por
invitación de la organización en Guatemala.
Su abuelo, Miguel Gómez Hernández (Miguel Caxlán), fue
uno de los primeros indígenas en convertirse a otra religión: se
hizo protestante. Formó parte de los expulsados de San Juan
Chamula y fue asesinado en San Cristóbal en 1981.
Su hija, Juana Gómez Hernández, madre de Ibrahim, no
olvida ese día: “Ya era la hora en que mi papá llegaba, pero
no aparecía. Yo tenía un mal presentimiento que lo sentía en
el cuerpo. Me dijeron que ya lo habían agarrado. Y yo supe a
que se referían: lo habían matado.
Lo perseguían desde que
vivíamos en Chamula”.
Juana, que prefiere el nombre árabe Nura, cuenta que
la nahua, o falda de lana peluda, es característica de los
chamulas.
Ahora Juana dice que se siente más a gusto como Nura,
su nombre musulmán. Cuenta que después del asesinato de
su padre, ella y su esposo se pasaron a la Iglesia Adventista
del Séptimo Día.Después, su hijo Ibrahim, cuando era un
adolescente, acercó a toda la familia al islam.
“Le doy gracias a Alá que ahora todos mis hijos son
musulmanes” y asegura que su esposo dejó de tomar alcohol
gracias al islam.
“Ahora hasta que me muera voy a ser musulmana”, asevera.
Buen día a todos, mi nombre es Sergio Sánchez, y conozco de primera mano a los fundadores del Islam en San Cristóbal de Las Casas, y es de reconocer lo tenaces y trabajadores que son ellos, son excelentes panaderos y carpinteros, además de fervientes seguidores de las enseñanzas del Profeta Alá... Este es un buen artículo sin embargo, estoy seguro que el Mtro. Morquecho ha de haber dado mucho más información de la formación y crecimiento del Islam en la ciudad de San Cristóbal de las Casas y que quizás, por falta de espacio, no se publicó. Creo que valdría la pena una segunda parte de este artículo para enriquecer un poco más el conocimiento sobre dicho movimiento, con los observaciones de otros actores de sociales y religiosos locales, como son los Mtros. Manuel Hidalgo, Felipe Catalán, Pohlenz, Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel; estoy seguro que eso daría una visión mucho más amplia y rica del Islamismo en Chiapas.
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