sábado, septiembre 07, 2019

En San Miguel el Alto: La caravana

Esta leyenda está comentada y se relata conforme experiencias reales vividas por un grupo de personas del municipio de San Miguel el Alto. Cuentan a través del tiempo que entre las rancherías de La Angostura, Rincón de Chávez y de Santa María, pertenecientes al municipio de San Miguel el Alto, una caravana fue asaltada por un grupo de cinco ladrones de la época; dicha caravana llevaba tantos tesoros de los que ni en una vida los ladrones hubieran podido capturar. 
De esta manera al ver entre ellos lo que habían recolectado, que iban desde prendas y vestidos finos hasta joyas y centenarios de oro y plata, decidieron que ya habían sido suficientes días de permanecer ocultos y dedicase a hurtar, así pues todos coincidieron en terminar sus lazos en este “trabajo” y repartirse “sus” bienes. 
Debido a que eran ladrones ninguno de ellos confiaba más que en ellos mismos, todos ambicionaban obtener todo el tesoro para sí y la única forma de obtenerlo era la traición. Así pues esperaron al día siguiente para reponer fuerzas y tomar sus riquezas y largarse de allí lo antes posible, pero como todo buen ladrón, ninguno dejó a un lado sus intereses, pues todos tenían la intención de robar las pertenencias al momento en que los demás durmieran. 
Esa noche, todos simulaban estar dormidos hasta que uno se levantó; utilizó una estrategia para hacer creer que iba a orinar pero cuando regresó otro de los ladrones lo esperaba a punta de pistola; lo amenazó y al ver que su compañero no cedió, también sacó su arma y le disparó sin dudarlo. 
Al escuchar el aturdidor sonido, los otros tres se levantaron y al ver que se acercaba a ellos el traidor que acababa de asesinar a uno de los suyos, le dispararon y él hizo lo mismo pero con la ventaja de ser más certero ya que los otros estaban asustados; logró acabar con dos de ellos y además hirió en la pierna al que salió hacia la obscuridad y pretendió huir. 
Tampoco él logró salir ileso ya que sufrió dos heridas de bala que no fueron suficientes para detenerlo, hasta que sintió un puñal clavado justo por la parte trasera del hígado, al darse la vuelta, vio como el único de sus compañeros que creyó que había huido, lo atacó por la espalda. No le quedó más vida para ver a su compañero sobreviviente que también moría desangrado. 
El último de los ladrones conocía su destino y sabía que no llegaría lejos, así que se dedicó a ocultar la caravana y sellar ese lugar maldito, porque si a ellos sólo les trajo ambición y muerte, también las demás personas que la encuentren tendrán el mismo destino que ellos. 
Hasta aquí la historia original concluye; pero, debido al mismo relato contado, hace poco más de un año y medio, un grupo de compañeros excavadores en pos de tesoros, comenzaron la búsqueda de nuevos descubrimientos, sin saber lo que les aguardaba. 
Su destino, un lugar despoblado entre las rancherías La Angostura, Rincón de Chávez y Santa María. Muchos de los rumores hicieron llegar a esas zonas a muchas personas en busca de las riquezas que se escondían e intentaban encontrar. El dueño de la propiedad actual, les concedió el permiso y con acuerdo entre las partes, iniciaron sus excavaciones con sofisticado equipo de localización y expedición. 
Duraron todo el día excavando lo suficiente como para que cupieran los ocho integrantes en pie; estaba por caer la noche y no querían extraviar nada así que se juntaron y se dispusieron a comer. En ese momento, de serena noche y bajo un cielo estrellado, fue cuando un fuerte viento, gélido como la misma muerte los embistió, trataron de ver qué hora era pero los equipos que tenían dejaron de funcionar. 
Pánico y angustia provocó que dos de las personas, sentadas al borde del hueco excavado, cayeron dentro del mismo porque al parecer una persona los empujó. Los equipos no funcionaban, las linternas dejaron de iluminar y los celulares no encendían. 
Asustados sacaron a sus compañeros de la excavación, juntaron las pertenencias y huyeron disparados de ese sitio, porque sabían que una mala presencia los amenazaba. Al alejarse del lugar, todo volvió a la normalidad, los teléfonos se encendieron y las linternas alumbraban con intensidad la parte trasera de la camioneta. 
Cuando volvieron contaron a todos lo ocurrido y uno de los que escuchó el relato, les contó la coincidencia del lugar con la leyenda relatada al principio, entonces ellos prometieron no regresar a ese sitio aunque sea durante el día. ¿Realidad y ficción?...

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