Niña bonita, ahora que tú te estás
iniciando en el conocimiento de Jesús, te
comento, porqué sería bueno que tú leyeras
la palabra de Dios, con regularidad. Te platico,
que nuestra Santa Biblia, es un conjunto
de relatos de cómo muchas personas han
interactuado con Dios y el modo en que han
resuelto los problemas que en su momento
la vida les planteó, contando siempre con la
ayuda del Señor. La ventaja de leerla pues,
es que aprende uno la manera más adecuada
de vivir la vida, viendo cómo, los personajes
que ahí se mencionan, salieron adelante.
Donde ellos se equivocaron, nosotros nos
cuidaremos, de no cometer el mismo error;
donde ellos salieron adelante, sabremos
nosotros, que, si actuamos igual, también triunfaremos.
Por ejemplo, veremos, que Adán y Eva tenían una
relación de amistad con Dios y vivían muy bien; pero le
desobedecieron a Dios, y de ahí en delante la vida fue muy
difícil para ellos. Veremos que Noé, sí le creyó a Dios y le
obedeció; y él y su familia fueron los únicos que sobrevivieron
cuando vino el diluvio.
Abraham era un hombre de 75 años
que nunca pudo tener hijos y que estaba triste por eso;
pero Dios le dijo que, si se hacía su amigo, le daría mucha
descendencia: y Abraham le creyó. Pero pasaron otros 25
años, y el bebé no llegaba; y sin embargo Abraham seguía
esperando, confiando en que el Señor cumplirá su promesa.
A los 100 años de edad, Abraham pudo tener a su hijo Isaac;
y de ahí se inició una gran nación, que tienen su origen en
él. Abraham es pues el modelo de alguien que le cree a
Dios, a pesar de que parezca que Dios se tarda mucho en
responder; por eso se le considera, Nuestro Padre en la Fe.
Isaac tuvo dos hijos: Esaú y Jacob; Jacob a su vez tuvo
12 hijos, de donde descienden las 12 tribus del pueblo de
Israel. Uno de estos hijos se llamo José. A José lo vendieron
como esclavo sus hermanos y llegó a Egipto. Allá vivió muy
pobre, siendo preso y esclavo por mucho tiempo y parecía
que todo le salía mal; al final interpretó correctamente un
sueño del faraón, y éste lo puso como gobernante de Egipto.
Fue rico y se trajo a su papá Jacob y a sus hermanos, a
vivir al nuevo país, donde no faltaba comida. Las familias de
los doce hermanos se multiplicaron mucho y con el tiempo
formaron una nación. La historia de José, es un ejemplo de
alguien que a pesar de que le salen las cosas mal, siempre
confía en el Señor y le pide su ayuda, y Dios al final le
recompensa, en una proporción mucho mayor, al sufrimiento
que él había tenido.
stos descendientes de Jacob se multiplicaron mucho
en Egipto durante 400 años, pero los nuevos gobernantes
los hicieron sus esclavos, con lo que su vida era miserable.
Entonces Dios le habló a Moisés, y le dijo que sacara a su
pueblo de Egipto y que se fueran a la tierra de sus padres:
Abraham, Isaac y Jacob.
El faraón no los quería dejar salir,
y entonces Dios mandó 10 plagas que azotaron a la nación,
hasta que el gobernante les permitió irse. Se fueron todos
bien contentos, pero al llegar al mar, los alcanzó el ejército del
faraón, que se había arrepentido de dejarlo salir. Entonces
Dios partió el mar para que por ahí pasara su pueblo hacia la
libertad. Ya libres y felices todos, se dirigieron al monte Sinaí,
a agradecer a Dios por su liberación; y Él ahí les dio las
tablas de la ley, con sus 10 mandamientos, y les dijo que, si
le obedecían, serían felices.
Pudieron haber llegado pronto
a la Tierra Prometida, pero desconfiaron de Dios, y entonces
Él los castigó haciéndolos vagar durante 40 años por el
desierto.
En este periodo sucedieron cosas prodigiosas,
como que Dios hizo hablar a una burra para que un brujo no
maldijera al pueblo de Dios; o que cuando les faltó comida,
Dios les envió el Maná para que se alimentaran o que sacó
agua de una roca para que todos bebieran, etc. Después de
esos 40 años, murió Moisés, y el Señor nombró como líder
de su pueblo a Josué; y este comandó a los israelitas para
entrar a la tierra prometida.
Y aquí siguieron los prodigios: primero, tenían que cruzar
el río Jordán, que estaba crecido y llevaba mucha agua, y
cuando iban a entrar al río, el río se detuvo para que pasaran
los amigos de Dios sin mojarse y sin peligro. Más adelante en
el camino estaba frente a
ellos la ciudad de Jericó, que
les impedía el paso, pero ellos
no tuvieron que pelear, sino
que el Señor les dijo que sólo
le dieran vueltas a las murallas
de la ciudad y que el señor las
haría caer; y así sucedió; o que
cuando alguien los atacó, el
señor los defendió aventando
desde el cielo, grandes piedras
de hielo contra los enemigos del
pueblo Dios haciéndolos correr;
o que durante una batalla, en
que iban ganando los israelitas,
pero se estaba haciendo noche,
Josué le ordenó al sol que se
detuviera: y el sol y la luna se
detuvieron en el cielo, todo el
tiempo necesario para que el
pueblo de Dios ganara la batalla.
Dios actúa de muchas maneras diferentes, para ayudar
a sus amigos; así, tiempo después, cuando los israelitas ya
estaban establecidos en la tierra que les había dado el señor,
hubo una ocasión en que los atacaron los filisteos, y el señor
llamó a Gedeón para que encabezara al pueblo para que
se pudieran defender. Se juntaron 30,000 soldados para la
guerra, pero el señor le dijo a Gedeón que sólo dejara a 300,
puesto que Dios iba a pelear por ellos. Atacaron por la noche
el campamento enemigo, pero sólo se pusieron alrededor
de ellos y gritaron; y los enemigos despertaron asustados
y se empezaron a atacar entre sí hasta que se destruyeron
ellos mismos; con lo que Dios tuvo otra gran victoria. En otra
ocasión que hubo problemas, Dios llamó a Sansón para que
libertara al pueblo de Dios.
En este caso, Dios no le dijo a
Sansón que formar un ejército, sino que le dio una fuerza
extraordinaria, de tal forma que, en una ocasión, él solo mató
a 1000 enemigos, utilizando como arma, sólo una quijada de
burro que encontró tirada.
Mucho tiempo después, los filisteos los volvieron a atacar,
y ellos traían a un gigante que se llamaba Goliat; y a este
tipo, todos le tenían mucho miedo. Goliat les gritaba a los
soldados de Israel que le mandaran al más fuerte de ellos
para que luchara contra él, en vez de que los dos ejércitos
se pelearon; pero nadie se animaba a pelear sólo contra él.
Aquí aparece David, que era un jovencito que cuidaba a las
borregas de su papá; aún no tenía edad para ir a la guerra.
Fue al campo de batalla a llevarles comida a sus hermanos,
y oyó el reto que hacía Goliat al pueblo de Dios; y vio como
todos le tenían mucho miedo.
David puso su confianza en
Dios, y siendo sólo un joven se enfrentó a Goliat. David no
llevaba espada, porque aún no la podía. Entonces, sólo fue a
pelear con una honda y unas piedras.
Cuando se enfrentaron; Goliat intentó
matarlo con su espada, pero David le
tiró una piedra con su honda y lo mató,
con lo que los enemigos huyeron; por
medio del jovencito David, Dios salvó
ese día su pueblo. La gente de Israel
quedó muy agradecida con David, y
con el tiempo, cuando este jovencito
creció, se convirtió en el rey de Israel.
Después de David, quedó como
rey de Israel, su hijo Salomón; cuando
Salomón iba a empezar a gobernar,
se le apareció Dios y le dijo que le
pidiera lo que quisiera. Salomón le
pidió a Dios, sabiduría para ser un
buen rey; Dios le dijo que como no
le había pedido riqueza o poder, sino
sólo sabiduría: le daría demasiada
sabiduría; pero aparte, demasiada riqueza y poder. Salomón
ha pasado a la historia, como el rey más sabio, más rico y
más poderoso, de todos los tiempos.
Y para cerrar con broche de oro, te comento Ednita, que
después de todos los amigos de Dios que encontramos
en la Biblia, aparece el relato de cómo vino nuestro Señor
Jesús al mundo y cómo dedicó su vida a enseñarnos, a
ponernos su ejemplo y a morir por nosotros para salvarnos.
La Santa Biblia, como tú bien sabes, está formada de dos
partes: Antiguo Testamento, donde todas las historias, nos
anuncian de una u otra manera, que vendría un día Dios en
persona a salvarnos; y Nuevo Testamento, que nos narra
y nos explica la vida y las enseñanzas de Nuestro Señor
Jesús.
Como verás Ednita, la Santa Biblia está llena de historias
increíbles, vividas por personas normales como nosotros,
que no tenía nada en especial, sino que sólo en su momento
pusieron su confianza en Dios, y Él los utilizó de manera
extraordinaria para realizar su obra.
Papá Dios siempre está
al pendiente de nosotros, y nuestro señor Jesús nos ha
enviado su Santo Espíritu, para que siempre que queramos
platicar con Él, lo hagamos con la seguridad de que está
siempre al pendiente de nosotros; y así como vimos que
pasó con todos los personajes que ahorita mencionamos,
así pasará con nosotros: Dios nos dará la mano y nunca nos
dejará solos. Leer la Santa Biblia, nos ayudará a recordar,
cómo el Señor ha socorrido a otros cuando han volteado
hacia él y nos regresará la confianza en que también a
nosotros el Señor nos acompañará siempre.
El Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro
y tenga piedad de ti. Amén. Num 6:22-26
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