domingo, febrero 02, 2020

CARTA A EDNITA

Niña bonita, ahora que tú te estás iniciando en el conocimiento de Jesús, te comento, porqué sería bueno que tú leyeras la palabra de Dios, con regularidad. Te platico, que nuestra Santa Biblia, es un conjunto de relatos de cómo muchas personas han interactuado con Dios y el modo en que han resuelto los problemas que en su momento la vida les planteó, contando siempre con la ayuda del Señor. La ventaja de leerla pues, es que aprende uno la manera más adecuada de vivir la vida, viendo cómo, los personajes que ahí se mencionan, salieron adelante. 
Donde ellos se equivocaron, nosotros nos cuidaremos, de no cometer el mismo error; donde ellos salieron adelante, sabremos nosotros, que, si actuamos igual, también triunfaremos. Por ejemplo, veremos, que Adán y Eva tenían una relación de amistad con Dios y vivían muy bien; pero le desobedecieron a Dios, y de ahí en delante la vida fue muy difícil para ellos. Veremos que Noé, sí le creyó a Dios y le obedeció; y él y su familia fueron los únicos que sobrevivieron cuando vino el diluvio. 
Abraham era un hombre de 75 años que nunca pudo tener hijos y que estaba triste por eso; pero Dios le dijo que, si se hacía su amigo, le daría mucha descendencia: y Abraham le creyó. Pero pasaron otros 25 años, y el bebé no llegaba; y sin embargo Abraham seguía esperando, confiando en que el Señor cumplirá su promesa. 
A los 100 años de edad, Abraham pudo tener a su hijo Isaac; y de ahí se inició una gran nación, que tienen su origen en él. Abraham es pues el modelo de alguien que le cree a Dios, a pesar de que parezca que Dios se tarda mucho en responder; por eso se le considera, Nuestro Padre en la Fe. Isaac tuvo dos hijos: Esaú y Jacob; Jacob a su vez tuvo 12 hijos, de donde descienden las 12 tribus del pueblo de Israel. Uno de estos hijos se llamo José. A José lo vendieron como esclavo sus hermanos y llegó a Egipto. Allá vivió muy pobre, siendo preso y esclavo por mucho tiempo y parecía que todo le salía mal; al final interpretó correctamente un sueño del faraón, y éste lo puso como gobernante de Egipto. 
Fue rico y se trajo a su papá Jacob y a sus hermanos, a vivir al nuevo país, donde no faltaba comida. Las familias de los doce hermanos se multiplicaron mucho y con el tiempo formaron una nación. La historia de José, es un ejemplo de alguien que a pesar de que le salen las cosas mal, siempre confía en el Señor y le pide su ayuda, y Dios al final le recompensa, en una proporción mucho mayor, al sufrimiento que él había tenido. 
stos descendientes de Jacob se multiplicaron mucho en Egipto durante 400 años, pero los nuevos gobernantes los hicieron sus esclavos, con lo que su vida era miserable. Entonces Dios le habló a Moisés, y le dijo que sacara a su pueblo de Egipto y que se fueran a la tierra de sus padres: Abraham, Isaac y Jacob. 
El faraón no los quería dejar salir, y entonces Dios mandó 10 plagas que azotaron a la nación, hasta que el gobernante les permitió irse. Se fueron todos bien contentos, pero al llegar al mar, los alcanzó el ejército del faraón, que se había arrepentido de dejarlo salir. Entonces Dios partió el mar para que por ahí pasara su pueblo hacia la libertad. Ya libres y felices todos, se dirigieron al monte Sinaí, a agradecer a Dios por su liberación; y Él ahí les dio las tablas de la ley, con sus 10 mandamientos, y les dijo que, si le obedecían, serían felices. 
Pudieron haber llegado pronto a la Tierra Prometida, pero desconfiaron de Dios, y entonces Él los castigó haciéndolos vagar durante 40 años por el desierto. 
En este periodo sucedieron cosas prodigiosas, como que Dios hizo hablar a una burra para que un brujo no maldijera al pueblo de Dios; o que cuando les faltó comida, Dios les envió el Maná para que se alimentaran o que sacó agua de una roca para que todos bebieran, etc. Después de esos 40 años, murió Moisés, y el Señor nombró como líder de su pueblo a Josué; y este comandó a los israelitas para entrar a la tierra prometida. 
Y aquí siguieron los prodigios: primero, tenían que cruzar el río Jordán, que estaba crecido y llevaba mucha agua, y cuando iban a entrar al río, el río se detuvo para que pasaran los amigos de Dios sin mojarse y sin peligro. Más adelante en el camino estaba frente a ellos la ciudad de Jericó, que les impedía el paso, pero ellos no tuvieron que pelear, sino que el Señor les dijo que sólo le dieran vueltas a las murallas de la ciudad y que el señor las haría caer; y así sucedió; o que cuando alguien los atacó, el señor los defendió aventando desde el cielo, grandes piedras de hielo contra los enemigos del pueblo Dios haciéndolos correr; o que durante una batalla, en que iban ganando los israelitas, pero se estaba haciendo noche, Josué le ordenó al sol que se detuviera: y el sol y la luna se detuvieron en el cielo, todo el tiempo necesario para que el pueblo de Dios ganara la batalla. 
Dios actúa de muchas maneras diferentes, para ayudar a sus amigos; así, tiempo después, cuando los israelitas ya estaban establecidos en la tierra que les había dado el señor, hubo una ocasión en que los atacaron los filisteos, y el señor llamó a Gedeón para que encabezara al pueblo para que se pudieran defender. Se juntaron 30,000 soldados para la guerra, pero el señor le dijo a Gedeón que sólo dejara a 300, puesto que Dios iba a pelear por ellos. Atacaron por la noche el campamento enemigo, pero sólo se pusieron alrededor de ellos y gritaron; y los enemigos despertaron asustados y se empezaron a atacar entre sí hasta que se destruyeron ellos mismos; con lo que Dios tuvo otra gran victoria. En otra ocasión que hubo problemas, Dios llamó a Sansón para que libertara al pueblo de Dios. 
En este caso, Dios no le dijo a Sansón que formar un ejército, sino que le dio una fuerza extraordinaria, de tal forma que, en una ocasión, él solo mató a 1000 enemigos, utilizando como arma, sólo una quijada de burro que encontró tirada. Mucho tiempo después, los filisteos los volvieron a atacar, y ellos traían a un gigante que se llamaba Goliat; y a este tipo, todos le tenían mucho miedo. Goliat les gritaba a los soldados de Israel que le mandaran al más fuerte de ellos para que luchara contra él, en vez de que los dos ejércitos se pelearon; pero nadie se animaba a pelear sólo contra él. Aquí aparece David, que era un jovencito que cuidaba a las borregas de su papá; aún no tenía edad para ir a la guerra. Fue al campo de batalla a llevarles comida a sus hermanos, y oyó el reto que hacía Goliat al pueblo de Dios; y vio como todos le tenían mucho miedo.
David puso su confianza en Dios, y siendo sólo un joven se enfrentó a Goliat. David no llevaba espada, porque aún no la podía. Entonces, sólo fue a pelear con una honda y unas piedras. 
Cuando se enfrentaron; Goliat intentó matarlo con su espada, pero David le tiró una piedra con su honda y lo mató, con lo que los enemigos huyeron; por medio del jovencito David, Dios salvó ese día su pueblo. La gente de Israel quedó muy agradecida con David, y con el tiempo, cuando este jovencito creció, se convirtió en el rey de Israel. 
Después de David, quedó como rey de Israel, su hijo Salomón; cuando Salomón iba a empezar a gobernar, se le apareció Dios y le dijo que le pidiera lo que quisiera. Salomón le pidió a Dios, sabiduría para ser un buen rey; Dios le dijo que como no le había pedido riqueza o poder, sino sólo sabiduría: le daría demasiada sabiduría; pero aparte, demasiada riqueza y poder. Salomón ha pasado a la historia, como el rey más sabio, más rico y más poderoso, de todos los tiempos. Y para cerrar con broche de oro, te comento Ednita, que después de todos los amigos de Dios que encontramos en la Biblia, aparece el relato de cómo vino nuestro Señor Jesús al mundo y cómo dedicó su vida a enseñarnos, a ponernos su ejemplo y a morir por nosotros para salvarnos. 
La Santa Biblia, como tú bien sabes, está formada de dos partes: Antiguo Testamento, donde todas las historias, nos anuncian de una u otra manera, que vendría un día Dios en persona a salvarnos; y Nuevo Testamento, que nos narra y nos explica la vida y las enseñanzas de Nuestro Señor Jesús. Como verás Ednita, la Santa Biblia está llena de historias increíbles, vividas por personas normales como nosotros, que no tenía nada en especial, sino que sólo en su momento pusieron su confianza en Dios, y Él los utilizó de manera extraordinaria para realizar su obra. 
Papá Dios siempre está al pendiente de nosotros, y nuestro señor Jesús nos ha enviado su Santo Espíritu, para que siempre que queramos platicar con Él, lo hagamos con la seguridad de que está siempre al pendiente de nosotros; y así como vimos que pasó con todos los personajes que ahorita mencionamos, así pasará con nosotros: Dios nos dará la mano y nunca nos dejará solos. Leer la Santa Biblia, nos ayudará a recordar, cómo el Señor ha socorrido a otros cuando han volteado hacia él y nos regresará la confianza en que también a nosotros el Señor nos acompañará siempre. 

El Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro y tenga piedad de ti. Amén. Num 6:22-26

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