Por Rafael Aguirre Martín
2º.semestre de Lic. en Contaduría Pública
"Rescate cultural de leyendas”
Las narrativas, descripciones, historias, relatos y/o leyendas que aquí se publican,
son algunos productos de aprendizaje del curso-taller “Expresión Oral y Escrita” que
imparte el Mtro. Pablo Huerta Gaytán a estudiantes del Centro Universitario de Los
Altos, de la Universidad de Guadalajara. En algunos casos, en el texto se mezclan la
imaginación, realidad y ficción para, a partir de la leyenda, llegar incluso al cuento.
Esta leyenda, un poco de tipo urbana me la contó mi abuela.
Ella se expresaba en términos y al estilo propios de cómo eran los
miedos y mitos de nuestros antepasados; para mí significó mucha
la satisfacción de tener la dicha y poder escuchar algo así de mi
abuela, puesto que somos ajenos y no podíamos estar juntos
mucho tiempo, sin embargo, fue un momento agradable porque
discutimos temas en torno a la misma leyenda; incluso de cómo
eran los miedos de las personas de antes. Igual para los lectores, lo
voy a dejar a su disposición, juicio y discreción sobre esta leyenda
que, espero sea de su agrado.
“Sin Dios y sin Santa María, desde aquí hasta la cantería”
“Sin el señor San Miguel, que se cuide todo aquel”
-¿Vamos al Barrio de la Cantería a seguirla?
-Decía con voz firme don Cleto mientras terminaba de echarse
un “caballito de tequila”, alentando a un grupo de individuos que
estaban con él en la cantina para que lo acompañaran; ya que a él
solo, le daba miedo salir a esas horas.
-Se animan ¿o qué? Va a estar bueno el bailongo, allá andan las
guapísimas hijas de Don Serapio.
-Mira Cleto, ya es muy tarde, casi son las dos de la mañana, y
la verdad, con eso que dicen que por allí hay muchas brujas, mejor
nos vamos a dormir.
-¿Y a poco les tienen miedo? bola de collones.
-Jaja jajaja jaja, el miedoso eres tú, por eso quieres que te
acompañemos, pero ya te dije, yo no te acompaño, con lo que pasó
hace días por ese barrio y con lo que me contaban mis padres, ¡ni
maíz!, que te vaya bien.
-¿Pues qué pasó? o más bien, comienza con lo que a ti, te
platicaban.
-Mira Cleto, platicaban nuestros padres que por la “Cantería
Vieja” asustan, se dice que por las noches echan vuelo las brujas
de ese barrio, y que las ven cuando se elevan a los cielos a eso de
la media noche, y llevan una linternilla, con un aparato de petróleo,
con lo que hacen un ruido espeluznante, parecido al de tijeras
rechinando, cuando tienen buen rato volando se convierten en bolas
de fuego, y estas ruedan cuesta bajo por los callejones y otras por la
calzada hasta el río, y al cruzarlo, se convierten en lechuzas grises.
-¡Ah caray! Con razón desde allá, de mi casa en el Agua Caliente,
hay veces que oigo ese rechinar de tijeras, tan espeluznante y en las
noches más obscuras es cuando se escucha más intenso ese ruido.
-Vieras Cleto que nomás andan por estos barrios, de aquí se
van rumbo al “Cerrito de Cristo Rey”, y de allí se brincan al cerrito del
Pandillo, donde dicen y aseguran que estas brujas hacen sus misas
negras y extraños hechizos.
-Ya ni la amuelan que ya se me está cebando el bailongo, ¿y qué
fue lo que pasó hace días?
-Espérense, déjenme platico completo el asunto, antes de que
se les ocurra irse a estas horas a ese barrio. Miren y oigan bien,
dicen que después de que se convierten en lechuzas, estas se
postran arriba de los mezquites que se ven por la orilla del río y de
los callejones que hay en la “Cantería Vieja”, dizque para atacar
a los que por allí transitan a deshoras de la noche; se dejan ir
directamente al rostro, y ferozmente atacan con sus fuertes garras,
uñas y filoso pico, para sacarles los ojos. Aunque también se les
ha visto que salen de la antigua boca de la mina que está ahí junto
al viejo callejón que iba a Jalostotitlán, éstas se observan en forma
de grandes bolas de fuego que se dirigen por doquier a deshoras
de la noche. ¡Ah! Y no nomás eso, también se ven azoros y entes
sobrenaturales como sombras, duendes y extrañas luces por todo
este lugar.
Y lo que pasó hace días a Don Nico en la huerta de verduras,
que está allá para el puente viejo ¡estuvo de terror! Se levantaba
muy de madrugada para empezar en su labor de las hortalizas,
cuando de repente vio una extraña luz y comenzó a escuchar aquel
sonido espeluznante del rechinar de tijeras; por el susto, fue y sacó
su escopeta del pequeño cuartucho que tenía allí, en su cementera,
y que le suena tremendo balazo, se escuchó un alarido y cayó al
piso en forma de lechuza, a la que rápidamente la cubrió con una
canasta, él continuó con su trabajo mientras escuchaba cómo se
quejaba aquel animal.
Despuntando los primeros rayos del sol, ya
no escuchaba los lamentos del animal, pero él seguía concentrado
en su trabajo, a eso de las nueve de la mañana, fue a asomarse
para ver si ya se había muerto la lechuza.
¡Oh sorpresa! Al levantar la canasta se asustó muchísimo, porque
dentro de ella estaba un hombre a quien conoció inmediatamente
porque éste vivía allí, en el barrio de la Cantería; era de los pocos
indígenas que quedaban en San Miguel y era conocido como
yerbero y alfarero.
Don Nico muy asustado con lo que observaba lo
amenazó con su carabina, pero aquel personaje asustado, le decía
que si le perdonaba la vida y no contaba lo que había visto a los
demás, el prometía retirarse de brujo.
-¿Oyes Cleto y por qué hay tántos brujos allá en la Cantería?
-Mira, en este barrio se cuenta que fue donde quedaron
la mayoría de indígenas luego de suprimir el título de pueblo de
indios, después de la independencia; y por las tumbas que allí se
encontraron, parece que desde tiempos inmemorables, este lugar
estuvo habitado por ellos, quienes eran muy dados a la hechicería.
-¿Y por qué se convierten en lechuzas, Don Cleto?
-Existe una creencia o mito prehispánico que los antiguos
habitantes de este lugar, adoraban a un dios llamado “tlacatecolotl”
(búho racional) divinidad maligna, anunciadora de desgracias.
Es por eso que en esta mitología, existen los chamanes que se
convierten en animales especialmente en lechuzas y coyotes.
-“No pos está de la jodida”, mejor vámonos a dormir, no vaya ser
que ahorita que vayamos para nuestra casa, nos salgan las brujas
de la Cantería, y yo que creí que no existían, pero como dijo el Sr.
Cura: “Miren Hijos no hay que creer en las brujas, pero de que las
hay, las hay, de eso no queda ni la menor duda”.
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