Desde que te fuiste, nada ha vuelto a ser lo mismo, la
lluvia ha oxidado las jaulas de tus pájaros, tres de ellos
se escaparon y los dos que quedaban dejaron de comer y
murieron, empiezo a creer que sólo te quieren a ti.
El abuelo
adelgazó, todo el día escuchamos a Beethoven y la orquesta
de Viena, en cada rincón de la casa parece que hay un
músico, dice que su alimento es la música, creo que también
extraña tu comida, me preocupa porque ya sabes ¿no?...
Lo que pasó con tus pajaritos. La vecina chiflada no ha
cambiado mucho, sigue regando su pasto 5 veces al día, hay
veces que lo pen…sativo no se compone ni con el tiempo.
Hace días fui a tu casa, antes de entrar te imaginé parada
en el balcón recargada en el barandal con tus brazos, mirando
con una sonrisa, como si estuvieses guardando el momento
en una película mental, como yo. Entré y efectivamente,
no te habías ido, seguías en cada cosa que hay ahí, ahora
el que cocina es el abuelo, pero creo que también está un
poco chiflado, ¿Puedes creer que le puso piña a los frijoles?,
extraño tu comida.
En el contacto cotidiano con mujeres, hombres y niños he
podido ver algo de ti en ellos, como si trataras de hablarme,
de evitar que te olvide, claro que no es posible porque nunca
te vas.
Los pronósticos sólo hablan del mal tiempo, pero no la
voluntad de la vida es más fuerte que ellos, como tú.
Y yo
por lo visto sólo he compartido tu coraje, como comparto
tu luz y parte de tu sonrisa, he tratado como todos en la
familia de tener tu enamorada vivencia, del sol, del mar,
de la esperanza y claro, del mal tiempo. Vivir todavía más
intensamente, como te gusta. Todavía hay cosas que no
comprendo, pienso en el abuelo y veo que este valor que
me dejaste a mí para vivir es ahora el valor que a él lo está
abandonando.
Qué cosas de la vida verdad… fíjate que es curioso
cuando te das cuenta de que el mundo no se para cuando
sientes tristeza, esa tristeza que te persigue cuando se
sabe que jamás van a regresar los que se fueron, y uno
aquí esperando como novia de rancho.
Les regalan un viaje
solitario donde uno no puede acompañarlos, pero jamás
nos dicen que no regresarán, los quieres parar para que no
vayan, pero deciden y se te van de entre las manos, como
un hilito de agua.
A ti te debo como lo mejor de mis años el escribir de
ti, porque es traerte de vuelta y hacerte brillar de nuevo
aunque el mundo tenga sus luces encendidas y no puedan
apreciarte. El dolor no será nunca más fuerte que la vida que
me enseñaste a vivir.
La historia no ha terminado porque no estés. Cada
gardenia guarda el perfume de tus recuerdos, espero lo
sepas ahí donde estés.
Blanca De la Torre.
BlancaJaneth2018@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario