LA NIÑA DEL RÍO COLORADO
Por Brenda Guadalupe Arriaga Moreno
2º.semestre de Lic. en Contaduría Pública
Cada primero de septiembre, es
un día muy triste para los arandenses,
ya que hace exactamente 39 años,
sucedió una de las catástrofes más
grandes que ha sufrido nuestro
municipio, la famosa tromba del río
Colorado.
Eran más o menos las 6:30 de la
tarde de ese primer día de septiembre,
cuando negros nubarrones
aparecieron por el lado del cerro de
Mexiquito y presagiaban lo peor para
los habitantes; una espesa nube
negra, cubrió el cielo y al instante
comenzó a llover fuertemente, a tal
grado que el rio llegó a su máxima
capacidad, y luego se desbordó,
llevándose la corriente a su paso una
gran cantidad de casas, vehículos y
muchísimos animales, puesto que río
arriba, el señor Roberto Rodríguez
en sociedad con Salvador Martínez,
tenían granjas de cerdos, las cuales
perdieron en su totalidad; pero lo
más grave, fue la triste pérdida de 19
vidas humanas que se localizaron y
oficialmente fueron registradas sus
respectivas defunciones.
Pero aquí comienza todo, ya
que desgraciadamente la familia
Jiménez Chávez, no tuvo la suerte
de encontrar a una de sus queridas
hijas llamada Teresita, quien estaba
jugando con sus botitas de hule en los
charcos, a unos cuantos metros del
río que comenzó a desbordarse y la
tragedia ocurrió cuando la fuerza del
agua la arrastró río abajo, junto con
animales, materiales de construcción
y vehículos.
Entre los gritos y llantos que
provocó la desaparición de Teresita
a su mamá, la señora Marcela, logró
escuchar la voz de su hija pidiendo
ayuda; doña Marcela se percató de
la situación y rápidamente corrió a
buscar ayuda, pero no logró hacerlo
a tiempo, ya que en menos de cinco
minutos, no había ni un rastro de
Teresita, pues la fuerte corriente del
río rápidamente se llevó todo a su
paso, sin dejar rastro alguno.
Una vez terminada la tromba, los
ciudadanos y apoyos de rescate,
salieron en busca de las personas
desaparecidas, tras una larga
búsqueda lograron encontrar 19
cuerpos, todos ellos lamentablemente
sin vida, entre ellos niños y adultos. El
pueblo de Arandas vistió de luto por
la gran pérdida, pero para la familia
Jiménez Chávez fue aún más grande
su pena, ya que de Teresita nunca
hubo rastro.
La familia al ver que las autoridades
no daban esperanzas de encontrar a
la niña, decidió irse del pueblo a un
lugar lejano y partieron a la ciudad de
Veracruz, para comenzar una nueva
vida y tratar de olvidar lo sucedido.
Cuenta la leyenda que cada año,
un primero de septiembre, sale por
las calles una niña vestida de rosa,
con botitas de hule, buscando a su
familia; porque su alma vaga en pena,
se siente perdida, golpea llamando la
puerta de la que una vez fue su casa,
la familia que reside en el hogar, abre
las puertas preocupada al ver una
niña perdida, por lo que le dan asilo
y algo de alimento. Al conversar con
la niña que les dice llamarse Teresita,
se dan cuenta que el domicilio que
busca es en el que se encuentra, solo
que ella afirma el vivir ahí, y su familia
ya no está.
La familia desconcertada junto
con la compañía de Teresita se
va a dormir para el día siguiente
buscar respuestas de la situación,
a la mañana siguiente durante las
primeras horas del día, al salir de su
habitación la pareja, lo primero que
hacen es buscar a la niña y se llevan
la sorpresa de que no hay rastro
alguno de ella.
Tras la desesperación de no
encontrarla, salen de casa en busca la
pequeña, pero después de una larga
caminata lo único que encuentran
son las huellas marcadas en la tierra
dirigiéndolos a la orilla del río, donde
se encuentran las botitas de hule
que ella llevaba. Al tomar las botas
y llevárselas para entregarlas a las
autoridades en busca de respuestas,
la familia queda impactada al recibir
respuestas sobre lo sucedido ya que
se da cuenta que esa niña murió aquel
año de la tromba tras ser arrastrada
por la fuerte corriente del río. Al saber
lo sucedido la familia tomó sus cosas
y se mudaron a otro lugar.
Cada año, una familia abandona
la casa y nuevos inquilinos llegan
a residirla, pero cada septiembre
reciben esta inesperada visita, la cual
ocasiona que nadie logre permanecer
en ella, el alma de Teresita vaga por
allí buscando a su familia y consigue
aterrorizar a las personas, quienes
huyen en cuanto conocen toda la
verdad sobre aquella pequeña que
usa botitas de hule y que perdió la
vida en el río Colorado que pasa por
Arandas, Jalisco.
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