Javier Contreras
Necesitamos glorietas en la ciudad. Y no me refiero al
monumento que en algunas ocasiones se pone en medio,
ni al jardín circundante, sino que me refiero al instrumento
que facilita la circulación cuando se cruzan dos avenidas.
Se ha abusado del uso de los semáforos usandolos
indiscriminadamente, aparte de que no se les atiende y
hay lugares donde un automovilista es detenido por un
semáforo a altas horas de la noche, sin que venga tráfico
que se cruce.
Una glorieta es una forma segura más segura de
intersectar dos avenidas, y fluidas mientras que ambas
tienen un flujo regular de vehículos, y sólo se necesita
el semáforo, durante las horas pico o en aquellas
intersecciones en que la mayor parte del día existe alta
afluencia vehicular.
Insisto en que no nos estamos refieriendo al
monumento, sino al instrumento que facilita el tráfico;
porque la glorieta puede ser pintada o señalada con
conos… y lo menciono porque alguien va a decir que el
problema para instrumentarlas es que falta presupuesto
para edificarlas… y luego con lo caro que nos resulta
la estatua que pondremos en medio de ellas…y
luego el presupuesto se trabaja por años.. y con estos
argumentos… sabrá Dios quien las vea funcionando.
Nuestra ciudad sobresale entre todas las poblaciones
de la región, por sus bellas avenidas, que en algunas
administraciones anteriores fueron muy bien regadas y
cuidadas y eso hacía que nuestros visitantes se admiraran
de ellas y nosotros las presumiamos con orgullo; pero en
varias de las intersecciones que se dan entre ellas, se han
venido usado indiscriminadamente los semáforos, y existe
más de un ejemplo donde los vehículos hacen alto por un
semaforo en rojo, sin que venga tráfico que se cruce… y
en esos casos, sin dejar de reconocer que un semáforo
da gran seguridad a los cruces, también tenemos que ver
que cada uno de esos instrumentos es un estorbo a la
fluidez de los vehiculos y con cada uno deellos que se
instala, se pone un retardador del flujo vehicular; donde
resulta que una glorieta sería una solución que reúne las
condiciones de ser segura y más fluida.
Peeeeero sobre todo, donde nos uuuurge una
glorieta, desde hace muuuucho rato, es en el cruce de
Colosio y carretera a Yahualica. Ahí han ocurrido muchos
accidentes que se pudieron haber evitado, si algunas
de las diferentes administraciones hubieran puesto una
glorieta. Y desde luego, menos concurrido, pero no
menos peligroso, es el cruce del libramiento y carretera a
Ojo de Agua de Latillas… y de ahí en delante sígale con
circuito interior y camino a Acatic y un laaaargo etcétera
que abarca todos los demás cruces entre avenidas. En
muchos de los casos, se justifica la glorieta y el semáforo…
pero que éste sólo se active en las horas pico… nunca
todo el tiempo… y definitivamente… nunca a altas horas
de la noche.
Y es que en una glorieta, todos nos debemos parar y
checar que esté libre el carril de ella, sólo nos cuidamos de
un lado, de nuestro lado izquierdo, no como en el crucero
de Colosio y Yahualica, donde todos se deben de cuidar
de muchos lados al mismo tiempo… y eso sin contar que
algunos que transitan por la carretera, creen que llevan
preferencia y no hacen ni el intento de parar o aminorar su
marcha… y con un solo error que alguno cometa…
En una glorieta es muy difícil un choque de frente,
porque el objeto que hace las veces de ella, nos obliga
a todos a girar a su alderredor… y administra mejor la
energía y la concentración del conductor al permitirle
desentenderse de muchos puntos de distracción y
concentrarlo sólo en quien se acerca a él por el carril
izquierdo: notemos que en un cruce entre dos avenidas
típicas, en las que pueden involucrarse cuando menos
dos carriles por sentido, y que puede haber ocho o más
flujos vehiculares que atender, se reduce todo el asunto
a cuidar de un sólo carril izquierdo, con un considerable
ahorro de energía en la concentración de los conductores
y con una notable mejoría en las probabilidades a favor
de todos los vehiculos.
Podría hacerse el experimento en cualquier cruce
de avenidas: medir la cantidad de vehículos que
cruzan por ahí en una determinada unidad de tiempo,
usando semáforos; y luego, con conos o cualquier otra
instrumento de carácter provisional, marcar una glorieta,
y contar la cantidad de autos que por ahí transitan, en la
misma medida de tiempo.
LOS TOPES
En el mismo tenor, pero variandole un poco, podremos
hacer referencia a los topes que ahora inundan como una
plaga nuestra otrora fluida red de calles, y ponernos a
pensar hasta dónde nos son útiles y hasta dónde sólo
hacen más lenta la circulación a cambio de muy poca
mayor seguridad; porque hay qué ver que un tope no nos
garantiza que el otro vehículo bajará su velocidad, pero
como al detener a un auto, todos los que vienen tras él,
también ralentizan su velocidad, podremos concluir que
toda la circulación automotríz se hará más lenta… ¿pero
a cambio de
qué? Todo esto
sin fijarnos, en
que la mayoría
de los topes, no
están pintados
para que se
vean bien de
noche.
Y esto
debería de
catalogarse
como un
crimen. Porque
quien autoriza
la instalación
de un tope, sin
asegurarse de
que éste se
encuentre bien
pintado para
ser bien visto de noche, es el directamente responsable
de las consecuencias que puedan venir, si alguien que
no lo ve, pasa sobre él, a la velocidad regular que circula.
Con los actuales avances en la tecnología, sería más
negocio, poner un instrumento de foto infracción, en
aquellos lugares en los que uno quiere asegurarse, de
que los vehículos hagan alto o que reduzcan la velocidad
en la cantidad que sea necesario; en vez de un torpe
tope, que se parece más a un garrotazo, que a una cortés
invitación a la prudencia.
SEÑALES DE ALTO
También se ha abusado de las señales de alto a la circulación. Hay calles que son ejes de circulación por toda la ciudad, y que luego se ven interferidas por señales de alto en los cruces con calles de circulación local; y esto es especialmente absurdo, si se toma en cuenta que el objetivo de las vialidades es hacer fluida la circulación con seguridad. En algunos casos, pareciera que sólo se toma en cuenta el interés particular de alguno de los habitantes de esa calle lateral, y no el de la ciudadanía en general. Quizás debiera establecerse un protocolo al respecto, de tal forma que se restringiera la discrecionalidad en la toma de esas decisiones.
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