Un día en septiembre llegó con el viento y los ojos correctos.
Si lo pienso más, fuiste tormenta, ráfaga fría y violenta
Arrancaste mi techo y hoy el agua hasta el pecho me llega
Sin darme yo cuenta.
Y en dos años te convertiste en tornado que nada aquí ha perdonado
Arrasaste con todo, escapar o pelear codo a codo es único modo.
Sin avisarlo ya eres diluvio más ya no peleo, fluyo
No hay espacio en el cielo quizás ni en el arca
Al igual que Caín en la frente llevamos la marca.
Hansi Javier Rosales Hernández
III
Vuelves del sur
como quien vuelve de la guerra
revuelves mis flancos
con tu imagen diáfana
Te postras lejana e infalible
desconoces las tierras frente tuyo
pisas mis trincheras sin saberlo
y tu presencia es un tanque de guerra
¿Quién eres, mujer sin rostro?
¿En qué playas reposan tus aguas?
¿Qué rapiñas despojaron
de tu piel al mundo?
Juan José Rosales Hernández
Decolora la paleta
No había nada más que gris en la paleta de colores.
En todo plano se encontraba el gris.
No se podía pintar más que de gris.
Gris más claro, gris más oscuro.
Gris brillante , opacando sombras.
Gris marino.
Gris anochecer.
Gris para el corazón contento, o el corazón amargo.
Gris en el frío gris en el calor,
Portando traje de baño, portando botas y abrigo.
Gris en la vida y en la muerte, y dentro del limbo, un fuerte y arrullante gris asoma en su cielo.
Gris con falta del azul, rojo, amarillo.
Gris que incendia el arcoiris de los alegres, y de los devotos a la tristeza.
Gris que acompaña cada melodia, cada pulso en el entorno del auricular.
Gris que reposa en el más minucioso silencio que revienta las ventanas de la calma.
Y a pesar de sólo darle gris a mi vida con tu ausencia, adorna mejor que el colorido dolor de tu amor
Basado en el poema “¡Todo era amor!” de Oliverio Girondo
Osvaldo Sebastian Rosales Reyes
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