Sabiendo que de pedernal es de tu
subsuelo, te eriges regia, añeja, portentosa
y colonial; firme es tu carácter, tu progreso.
Siendo TECPATL, piedra o pedernales
y nos refieren tu nombre, TITLAN es tu
apellido “entre o lugar”, te completa.
Desde tu altura de Reyna te permites
otear a tus vecinas que son bellezas sin
par: las Yahualicas, Arandas y San Julián, a
todas pongo asterisco pues engalanan sin
duda, A LOS ALTOS DE JALISCO. “Joya
de la Corona de los Altos”, estoy seguro
lo eres y el botón de la muestra son tus
hermosas mujeres.
489 años portas en tu histórica espalda,
y ¡mira!,¡qué lozana, qué altiva señora! Sí,
tu “Tesoro está en tu gente”, lema joven
que te retrata en el caleidoscopio del
emprendedurismo, el trabajo y la nobleza
de tu gente, orlados con la exquisita belleza
de tus damas.
Desde tu náhuatl nombre fuiste
bautizada con las aguas benditas
franciscanas de tus Evangelizadores
Frailes, Rogelio Rea y Antonio Moreno;
protegiéndote con el Seráfico hábito. Igual
cubrió tu espíritu y cendró tu religiosa
estirpe.
Tu gente al trabajo apasionada, en el
comercio son primeros y después de la
jornada se apetece un buen CRISTEROS.
Quién no sueña por tus frescas calles
caminar, apreciar sus elegantes cornisas
de perfectas líneas y fino talle! En cada
cantera encierras retazos de excelsa
historia; suntuosos edificios de colonial
memoria.
En el místico Santuario de “El Señor de
la Misericordia” se “vive” la sensación, pues
se siente la presencia de Antonio Mendoza,
su asustado “descubridor” allá por el octavo
día de Septiembre de 1839, que ora, reza
y le ha contado: ¡Bendita devoción nos ha
legado!.
“Cerro Gordo”, volcán dormido allá por
tu “Barranca de Las Varas” de milenario
dormir; de mágico sueño, ¡Gracias!, por
darnos a los tepatitlenses, Alteños y al
mundo devoto, esta sacrosanta imagen en
el Encino nacida. Ya leyenda, ya mito, ya
historia; nos uniste Señor misericordioso:
nos diste gozo, fortaleciste nuestra Fe, nos
diste Gloria.
Acudo a tu aposento, genuflexiono
mis rodillas para ante tu apacible figura
llenarme de esperanza para después en el
Cerro Gordo, bañarme en tu cascada del
“Centinela”.
Señor, igual te retrataste para ser
perenne en nuestro Escudo de Armas
porque eres referente de las creyentes
almas. Atisbas desde el alma con protector
señorío el balar de tu rebaño por doquier
regadas, dejando en el suelo tuyo, sus
huellas coloradas.
Arx Christy sumus, así: “Somos el
Baluarte de Cristo”, así lo hemos vivido
y en plena lucha cruenta por tu religión
luchamos, en ese negro cisma llamado LA
CRISTIADA.
1530/1852/1952 trilogía en el tiempo
que son genealogía de tu fecunda historia:
tu Fundación, Inicio del culto al Señor de la
Misericordia y Primer Centenario de este
hecho.
Tu étnico origen es alquimia de los
pueblos chichimecas, otomíes y de aquellos
grupos de “milicianos rurales Castellanos”
traídos por los conquistadores para repoblar
el rumbo y como estrategia bélico-etnocida.
Tu mudanza para establecerte por
siempre pasó desde Pueblo Viejo, Cerrito
de la Cruz hasta el hoy asentamiento que
ocupas con el liderazgo de tu prehispánico
héroe Mapelo.
Entre 1824 y 1883, en un meteórico
ascenso, pasaste de VILLA a CIUDAD por
Decreto del Congreso del Estado. En 1927
tu pueblo de rojizo suelo fue Actor y Testigo
de una insulsa lucha por la Fe, atizada por
grises intereses y pagada con hemático
líquido de tu azuzada raza.
Grandes personajes alhajan tu
grandeza, de los mendicantes franciscanos
que te evangelizaron hasta las prominentes
figuras del deporte, la política y el culto
religioso. Así eres de grande, Tepa; este
acrónimo te vuelve universal: tu laboriosidad
te sostiene y te orla la grácil belleza de tus
mujeres y el fiel apego a tu misal.
Un ramillete de loas, aplausos y de
flores a los Hernández Loza, González
Flores por sus quehaceres y dones, y por
qué no al famoso “Tepa” Gómez.
Con la siguiente expresión muy alteña
cerramos la apología: “Blancos y aunque
sean de manta”, llena de consciente
exclusión de frente a tu multiétnico origen
racial.
Mtro. Juan Rosales Contreras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario