Por Juan Ángel Guerra García
2º.semestre de Lic. en Contaduría Pública
“Rescate cultural de leyendas”
Las narrativas, descripciones, historias, relatos y/o leyendas que aquí se publican,
son algunos productos de aprendizaje del curso-taller “Expresión Oral y Escrita” que
imparte el Mtro. Pablo Huerta Gaytán a estudiantes del Centro Universitario de Los
Altos, de la Universidad de Guadalajara. En algunos casos, en el texto se mezclan la
imaginación, realidad y ficción para, a partir de la leyenda, llegar incluso al cuento.
Las casas del centro de la ciudad de Tepatitlán
de Morelos, guardan cierta similitud en su fachada
y en las formas de su construcción; algunas hasta
comparten el mismo material en las paredes, porque
incluso algunas de ellas son paredes “medianeras”.
Una característica que también muchas casas
comparten es que debajo de ellas se encuentran
norias de agua. Según se cuenta, Javier ‘n’ una
noche estaba cuidando las gallinas en su patio
trasero, después de un largo día trabajando en el
campo; para su sorpresa, con el rabillo de su ojo se
alcanza a percatar de que, a lo lejos, en la esquina
de su patio se ve una gran llamarada que poco a
poco deslumbra todo a su alrededor.
Asustado, Javier entra a su casa para buscar con
qué lidiar el fuego, cuando regresa, para su sorpresa
¡no había rastro de fuego alguno! Este suceso se lo
reservó para sí mismo, como si sólo hubiera sido
una jugada de su mente; así pasaron los días y
una tarde, el suceso se repitió, esta vez el fuego
apareció de la nada frente a él, atónito, Javier fue a
hablarle a su esposa, pero de nuevo al regresar, no
había fuego alguno, ni rastro que dejara a su paso.
En una de sus típicas borracheras con sus amigos
que, por cierto también son sus vecinos, Javier
no puede más y bajo el efecto del alcohol decide
contarles por lo que estaba pasando, él creía estar
volviéndose loco, su esposa lo tachaba de mentiroso
y él estaba seguro de que había visto tal fuego; para
su sorpresa Arnoldo, su vecino colindante, también
dentro de su terreno había pasado por una situación
similar, el fuego aparecía de la nada en el mismo
lugar en varias ocasiones, y como para hacer caer
de la silla a Javier, Armando, su otro vecino contó
que pasó exactamente por la misma situación;
ninguno podía darle explicación alguna sólo podían
sentirse aliviados porque no estaban alucinando,
ni estaban locos, pero poco a poco se llenaban de
nuevo de terror ya que ciertamente a todos los que
lo contaron, les pasó lo mismo.
Pronto se dedicaron a buscar una respuesta,
empezando primero por la lógica, tratando de
descartar cada opción que los amigos comentaban,
marcaron el lugar donde decían avistaron las
llamaradas, los familiares seguían incrédulos de
lo que ellos juraban estaba pasando, para suerte
de ellos, una ancianita de cabello blanco que
de casualidad visitaba la casa de Javier, la cual
simplemente escuchó un poco de la discusión y
con su todavía íntegra vista de águila, se percata
que en el lugar que marcaron, primero que nada se
encuentra hundido, tras inspeccionar el espacio,
asiente con la cabeza y les dice a todos que allí se
encuentra una “noria”
Al día siguiente Javier se propone a descubrir
lo que allí se encuentra, saca de entre sus cosas
una vieja pala y empieza a escarbar; incluso, deja
su trabajo del campo y tras unas horas de estar
escarbando, se da cuenta de que lo que decía la
vieja anciana era cierto, pero Javier no estaba
preparado para descubrir lo que allí se encontraba.
¡Eran osamentas!, cuerpos humanos en su propia
casa, aún más terrorífico fue cuando después de
convencer a sus amigos de dejarlo escarbar en el
lugar que sus amigos indicaron, encontró lo mismo,
una noria seguido de muchas osamentas.
Fue así que aterrados acuden a la parroquia, donde
el sacerdote deduce que son huesos de personas
partícipes de la guerra cristera; por los trozos de
ropa que llevaban puesta y los cristos también
encontrados, el sacerdote llega a la conclusión de
que fueron llamados por esas personas a encontrar
sus restos, para por fin encontrar el descanso eterno
y su mérito después de participar en la gran causa
de la guerra cristera, en el mismo momento se les
dio santo sepulcro y el suceso no se volvió a repetir.
¿Qué hubiera hecho usted en el lugar de Javier y
sus vecinos…?
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