sábado, mayo 09, 2020

Leyendas de Guadalajara

Todos hemos escuchado alguna de estas historias de la voz de nuestros padres o abuelos. Aquí te presentamos 2 de las leyendas más emblemáticas de la ciudad. 
MILENIO DIGITAL 

Por las calles y callejones de Guadalajara todavía suenan las leyendas que abuelos contaban a sus nietos, la Perla Tapatía ha sido testigo de innumerables anécdotas que dejan a más de uno con los pelos de punta. Las leyendas en general son relatos creados a base de sucesos imaginarios con algún contexto histórico, sin embargo muchas veces son reales o al menos eso es lo que se cuenta pues son historias que se transmiten de generación en generación. 
Estas historias forman parte de la cultura de la ciudad, se trata de hechos que superan la realidad desde casos sobrenaturales, superstición, espectros y hasta personajes terroríficos. Aquí te presentamos algunas que han marcado a Guadalajara. 

El rincón del diablo, hoy Secretaría de Turismo 

Se cuenta por las calles de Guadalajara que lo que hoy se conoce tan inocentemente como la Secretaría de Turismo del Estado de Jalisco, hubo un tiempo donde al pasar por la zona los ciudadanos no podían evitar persignarse y recitar “Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”, evitando pasar por el lugar y de hacerlo, se acompañaban de alguna “santa reliquia o de agua bendita”. 
La razón; la edificación llevaba el nombre del convento de Santa María de Gracia y chocaba con el ‘Callejón del Ahorcado’, llamado así por haber colgado ahí a un adúltero de apellido Lemus durante la época virreinal. 
Una noche en el convento de dominicas la maestra de noviciado se despertó al escuchar gritos blasfemos provenientes de una casucha situada en el callejón, la religiosa no daba crédito y al acercarse descubrió que en el interior de la casucha se encontraban unas mujeres de cabellos desordenados alrededor de una fúnebre mesa con velas negras posadas sobre cráneos humanos en los extremos de la misma, bebiendo de copas un extraño brebaje mientras azotaban a un Santo Cristo de Marfil. Al verse descubiertos varios bultos envueltos en mantos negros se arrastraron por el callejón y al hacerlo se apreciaron caballeros y hermosas mujeres quienes habían asistido a darle culto al diablo a través de una funeraria misa. 
La monja no dudó en comunicarle lo sucedido a la abadesa, quien a pesar llamó al mayordomo del Convento, un respetable sacerdote, quien para el alba ya había informado al Obispo de Guadalajara de lo acontecido. El Alcalde Obispo de la Diócesis, mandó llamar a los oficiales del Santo Oficio. El tribunal de la Inquisición se trasladó desde ese día al Rincón del Diablo para sorprender a los participantes de tan sacrílego acto. La ocasión se les presentó poco tiempo después durante una noche donde los oficiales del Santo Oficio observaron que algunos bultos negros se deslizaban, por el callejón. Los oficiales se acercaron a hurtadillas hasta la puerta de la casucha donde los presentes se entregaban a darle culto al Diablo. Sin poder contener la Inquisición desenvainando apresuradamente sus espadas, se trabó un rudo combate entre los brujos y los inquisitoriales, venciendo los últimos. 

El reloj de la muerte del Hospicio Cabañas 

Construido con nobles intenciones el Hospicio Cabañas encierra una de las leyendas más aterradoras. La ‘Casa de la Caridad y misericordia’ fue construida en 1792 a petición del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo. Abrió sus puertas en 1810 con la finalidad de admitir ancianos, enfermos, pobres, lisiados, pero sobre todo a niños huérfanos para proporcionarles atención y una esmerada educación. 
La leyenda comenzó cuando años después de su apertura se ordena traer desde Europa un reloj que se pondría en la fachada principal del Hospicio, justo encima del pórtico vestibular que adorna la entrada. Tras su instalación el artefacto funcionaba y cada 60 minutos hacía sonar unas campanas anunciando el cambio de hora, después de un tiempo sin razón aparente el mecanismo comenzó a fallar y se detenía de manera aleatoria a distintas horas del día, lo curioso era que tal y como se detenía sin razón lógica de igual forma volvía a trabajar. 
Las circunstancias se tornaron siniestras cuando las monjas que dirigían el lugar notaron el extraño patrón que seguían las pausas del reloj, las monjas se habían percatado de que cada vez que el reloj detenía su marcha, lo hacía también el corazón de uno de los niños albergados en este lugar; las circunstancias de las muertes eran distintas, pero la hora coincidía con el cese de la marcha del reloj, anunciando de alguna manera la muerte del infante. El temor infundido fue tal que los ocupantes del hospicio solicitaron que el reloj fuera removido de la fachada y en 1952 se retiró, a petición de las monjas fue destruido, sellando así su fama como ‘Reloj de la Muerte’

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