(Primera Parte)
¿Quién chinga a los mexicanos?, fácil; otros mexicanos,
si bien lo dice el refrán: pá los toros del Jaral , los caballos
de allá mesmo.!
La neta, no necesitamos aborígenes de
Extranjia (extranjeros, pues), para que nos cause una
, si no pandemia, sí una epidemia muy difícil de la cual
librarse pues para ayudar, tanto como para chingar,
los mexicanos nos pintamos solos.
En las grandes catástrofes, dígase terremotos,
la solidaridad aflora, pero en la misma o mayor
medida, aparece, inevitable y lamentablemente, la
rapiña en múltiples manifestaciones: los mexicanos
somos chingones, porque aprovechamos cualquier
circunstancia para chingar. Y no estén chingando
diciendo que no.
La situación actual con ese ya tristemente célebre
covid-19 o sea, el coronavirus, nos ha puesto a todos patas
pá rriba, pues nunca habíamos visto tal necesidad de que
cierren todo, puntos de reunión como plazas, iglesias,
centros culturales,,, la verdad, a lo que acostumbramos los
ciudadanos mexicanos que no creemos en lo que el gobierno
dice, ya para que digan, qué
dense en su casa como se meten en lo que no les importa,
quiere decir, que es más el riesgo de lo que nos dicen, pues
por costumbre mexicana, nos informan siempre a medias
o de plano no nos informan, pues nuestros gobiernos, por
tradición y conveniencia, tienden a minimizar las situaciones
de riesgos, lo malo es que ahí quedamos tendidos.
Esta llamada Semana Santa, en nuestro país es
sagrada; vale madre el coronavirus, los federales, los
gobernadores que nos mandan a la chingada, el pedo es ir a
acampar y vale Wilson lo demás.
Nos vamos de vacaciones no importando lo demás;
yo vivo para mí y mi familia, así que los demás, simple y
sencillamente, vayan a Chihuahua a un baile
Reconociendo la verdad, no todos los mexicanos
somos así, pero sí un gran número de personas. Triste, pero
es una realidad.
Veamos un ejemplo. Con eso de los precios de la
canasta básica: los huevos, esos que no pueden faltar en
ningún hogar (si llegaran a faltar sí sería una tragedia), el
precio se elevó hasta alturas no deseadas. Eso del refrán
antiguo que reza que un huevo cuesta un peso, ha dejado,
desde hace mucho, de ser cierto. Ya por barato cada huevo
cuesta al menos el doble. Aquella canción de Chava Flores,
esa de la Bartola que con dos pesos pagaba la renta, el
teléfono y la luz, se ha convertido en una utopía.
Ahora, si bien nos va, podemos comprar tan sólo un
huevo y eso, quién sabe pues en algunas tiendas cuesta
más de dos pesos, hasta tres o cuatro en algunos casos.
Pero ahora la pregunta, salida de mi profunda e
irremediable ignorancia; es de las mayorías sabido que en
tiempos de calor la postura de las gallinas se incrementa
notablemente, por lo que la producción de tan básico
alimento y su disponibilidad es mayor. Bueno, también el
pueblo esperábamos que el precio bajara razonablemente,
pero no, contrario a lo esperado el precio se incrementó de
manera escandalosa y con la situación actual, provocada
por la pandemia y sus efectos en la economía, casi se ha
vuelto inaccesible a las clases populares.
Juntos lo lograremos, juntos hacemos más, entre
todos venceremos, unámonos. Slogans publicitarios muy
padres, pero que salvo raras ocasiones, son llevadas a la
práctica. El caso del huevo es tan sólo un ejemplo, pues es
el alimento más representativo en los hogares mexicanos y
la verdad no parece muy solidario que cueste tanto un kilo
del óvalo gallináceo.
Quédate en casa; hemos visto que la práctica de esta
recomendación está lejos de ser una realidad total. Bueno,
supongo que la incredulidad es el principal factor de algunas
personas para salir de casa sin necesidad.
Qué le vamos a hacer, los precios de la canasta básica,
siguen en ascenso, más que los infectados del curioso, pero
letal virus. Cuidémonos de nosotros mismos y al menos,
responsablemente, evitemos situaciones de riesgo propio y
para los demás.
Solidaridad… Hagámosla realidad.
Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández
chalo2008jalos@hotmail.com
Jalostotitlán, Jal. A 11 de Abril de 2020
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