Javier Contreras
¿Qué son las dimensiones? ¿Cuántas hay?
Algunas personas, cuando dicen estas frases, se
están refiriendo a dos o más planos de la existencia,
insinuando que la forma de vida que estamos viviendo
nosotros, que se rige por ciertas leyes físicas, no es la
única opción que existe; sino que pueden darse otras
alternativas de vida, que tal vez se regirán con otras
leyes físicas distintas a las que nos gobiernan. De esto
que menciono, no sabemos gran cosa y no sabemos
cuánto del tema al que me estoy refiriendo, entra en el
campo de la especulación y cuánto hay de real en ello:
simplemente es un campo tan nuevo, que ni siquiera
sabemos si estamos utilizando las palabras adecuadas
para referirnos a conceptos, que ni siquiera tenemos
bien definidos en la mente…
…
sin embargo… sigamos adelante…
No sabemos dónde estábamos cada uno de
nosotros antes de ser concebidos, si es que estuvimos
antes en algún lugar; sí estábamos en alguna forma de
vida, de cualquier otra manera, no lo sabemos; lo único
cierto es que no recordamos nada, y por ello decimos
que nacimos tal día, que es la fecha que registraron
nuestros padres… pero nada más. Lo demás entra
en el terreno de la especulación; si bien es cierto
que hay personas que dicen haber hecho estudios
referentes a que antes vivimos otras vidas y afirman
tener conocimientos certeros al respecto; también hay
gente que dice que no hay estudios científicos sobre
el tema y que mucho de lo que se dice es producto de
la imaginación. Sólo sabemos que no sabemos; pero
a veces ni siquiera nos hemos percatado, de que no
sabemos nada al respecto.
En algunos libros religiosos o filosóficos hay algunas
pistas. Por ejemplo, en la Biblia, el señor dice en más
de una parte: “antes de qué estuvieras en el vientre
de tu madre, Yo ya te conocía”; Jer 1:5-12 Is 49:1y
Sal 139:16 Por otra parte, Platón enseñaba que
nosotros antes de nacer ya conocemos cosas, porque
las conocimos en una vida anterior y ahora sólo las
recordamos. Esto nos hace suponer que podría ser
que exista una dimensión diferente a la nuestra, donde
tal vez ya existíamos antes de nacer en este mundo:
A esa posible realidad alterna, a veces le llamamos,
mundo espiritual, o dimensión espiritual; y a los seres
que habitarían ahí, les llamamos espíritus. Pero, ¿qué
es un espíritu? Eso no lo sabemos; no tenemos la más
remota idea y cuándo decimos espíritu, más bien nos
referimos, a señalar algo que no es material; por ejemplo,
una silla, podemos definirla sin mayor problema; pero a
un espíritu, no lo podemos definir, sólo nos queda claro
que no es algo material, que no es algo que podamos
sujetar, que no es algo que podamos definir en este
momento.
En los evangelios, se narra un acontecimiento al
que se llama la transfiguración de Jesús Mt 17:1, Mc
9:1 y Lc 9:28. En él se relata, que El Señor y tres de
sus apóstoles subieron a un monte alto, se pusieron
a orar, y que luego Jesús se transfiguró: “su cara
brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como
la luz” y en otra versión dice: “sus ropas se volvieron
resplandecientes”. Y de repente estaban ahí Moisés y
Elías conversando con Jesús y “se veían en un estado
de gloria”. Los apóstoles estaban muy a gusto y no
querían que se acabara ese momento. No sabemos
más, sólo nos queda interpretar en base a lo que ahí
está narrado, y sacar nuestras conclusiones… que sólo
serán válidas para nosotros:
Algunas personas a esto le llamarían “puerta
dimensional”, haciendo referencia a que ahí hay un
punto de contacto o un conducto donde se tocaron
dos dimensiones, la espiritual y la material. Como si
estuviéramos hablando de dos esferas de vida que
en ese lugar se tocaron, y donde unas personas que
estaban muy en el mundo material, pudieron también
estar en el mundo espiritual y saborearlo. En el texto
dice que los apóstoles estaban tan contentos con la
experiencia, que no se querían retirar, y ahí se querían
quedar a vivir. Esto nos hace suponer, que en el mundo
espiritual se está muy feliz; pero esto sólo es otra
suposición.
También se menciona, que sin que Jesús les dijera
a sus apóstoles quiénes eran las personas que estaban
ahí como sus interlocutores, ellos se dieron cuenta, y
los llamaron por su nombre; esto nos hace suponer,
que en el mundo espiritual, todo está conectado a una
única fuente de conocimiento; y que al entrar en él,
automáticamente te conectas a la sabiduría universal…
pero esto también, es sólo una conclusión personal.
Hasta aquí, podemos suponer que es posible que
existan dos dimensiones. Pero en otra parte de la
Santa Biblia, específicamente en la segunda carta a los
Corintios, San Pablo afirma que “fue llevado hasta el
tercer cielo”, donde oyó “palabras no habladas y que
nadie sabría expresar” 2 Cor 12:2-4. En otra versión
de la Santa Biblia dice: “Oí cosas tan increíbles que
no pueden expresarse con palabras”. Aquí la pregunta
obligada es: ¿entonces hay más de un cielo? Yo no sé
si la expresión “tercer cielo”, se refiera a un número
consecutivo, lo que daría a entender que hay además
un primer y un segundo cielo o si lo de “tercer cielo”
sea sólo un adjetivo, que en este caso, San Pablo
utiliza para indicar algo que a mí no me queda claro.
Pero si se tratara del primer caso, entonces podría ser
que habláramos de cuando menos tres dimensiones
espirituales y la terrenal… o vaya usted a saber.
Por lo pronto, sin irnos más lejos, la podríamos dejar
en que parece que hay cuando menos dos planos o dos
dimensiones: una espiritual y otra material, y nosotros
estaríamos en la terrenal o material; pero pudiera ser
que de alguna manera el mundo espiritual influye en
el material, pues hay cosas como los pensamientos o
el amor, que no se pueden tocar, medir objetivamente
o definir a cabalidad, pero sin embargo admitimos que
existen, y no por que los veamos, sino porque podemos
medir sus consecuencias. Así, un pensamiento no se
puede definir muy bien, pero todo invento o hazaña
extraordinaria, primero fue una idea en la mente de
alguien y luego, y sólo después de ello, se convirtió
en realidad. Igual el amor: no tiene forma o tamaño
medible por sí mismo, pero sin embargo, detrás del
sacrificio cotidiano de una mamá por su bebé, hay una
cantidad increíble de amor por el escuincle, que la hace
desvelarse y trabajar demasiado para que su niño esté
bien.
Es como si, aunque estuviéramos habitando el
mundo terrenal, una parte de nosotros estuviera en
contacto de alguna manera, con el mundo espiritual.
¿Qué tanto? No lo sé. Pero como hay de mamás a
mamás en cuanto a la capacidad de sacrificarse por
sus hijos o de ser más pacientes unas que otras; y
de pensadores a pensadores, (porque hay gente que
siempre está pensando y otros que siempre “estan en
la luna”); podríamos suponer que cada uno de nosotros
está conectado en diferente proporción con el mundo
espiritual. Desde esta lógica: algunos seríamos más
espirituales que otros y por ende, algunos más materiales
que otros. Pero nadie es completamente material, pues
por poco que sea, tiene un algo en la mente que lo hace
humano y que lo distingue de los animales; y nadie es
completamente espiritual, pues necesita su ración diaria
de tortillas que llevarse a la boca y hace sus corajes de
vez en cuando.
Desde esta suposición, podríamos imaginar que
todos tenemos un pie en uno de los mundos y otro en el
otro; pero pisando más fuerte en uno de los dos. Siempre
predominamos en uno de ellos: pero no podemos estar
ni 100% en uno, ni 100% en otro. Si fuéramos 100%
espirituales, automáticamente nos convertiríamos
en Angeles; si fuéramos 100% materiales, nos
convertiríamos en animales: somos una combinación
de ambos mundos en diferente proporción cada quien;
pero nos movemos bajo la influencia predominante de
uno de los dos.
Quizá podríamos concluir que pareciera que hay dos
dimensiones en las que nos movemos, y lo hacemos
entre ambas, pero predominando en una de las dos:
Tanto más aferrados estamos a nuestros apetitos
personales, tanto más nos aferramos al mundo material
y tanto más nos desligamos del mundo espiritual…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario