Javier Contreras
La pregunta de si como país somos república, viene al caso
porque a veces parece que la mayoría de nosotros no actuamos
como si la respuesta a esta pregunta, fuera afirmativa. A veces
parece, que no tenemos la más remota idea de lo que eso
significa. Algo que es muy de nosotros, muy de nuestra forma de
pensar, algo común a la mayoría de los habitantes de los países
en desarrollo, es el criterio de depender del gobierno; de no hacer
cosas esperando que los gobernantes las hagan… y de que ante
cualquier problema, esperar que el gobierno actúe en automático
para resolverlo y al no verlo actuar como esperamos… quejarnos
de que el gobernante salió malo… pero no hacer nada por
remediarlo: sentir que eso les compete a otros… a los diputados,
a los regidores, a los jueces, a mi tía, a quien sea, menos a mí,
que estoy muy ocupado haciéndome pato.
¿Pero entonces qué jijos es una república?
Para responder a esa pregunta, primeramente, contemos un
par de situaciones que no nos quitarán más de unos renglones:
Primer caso: Un hombre siembra su tierra ayudado por sus
hijos; como ellos son jóvenes, el papá decide qué se siembra,
cuándo se hace y el modo más adecuado de proceder. Mientras
sus hijos sean sus dependientes, el papá decidirá por ellos, las
cosas que sean más convenientes para la familia. Los hijos
pueden opinar o no, pero la última decisión debe tomarla el
papá, porque él sabe más de la vida y de los negocios, que
ellos, que son menores de edad. Si hay que hacer un pago, es
problema del papá encontrar la manera de hacerlo… mientras
que sus hijos juegan canicas, o sueñan con la próxima diversión
en puerta.
Segundo caso: Unos amigos se ponen de acuerdo y compran
entre todos, un terreno para hacer casas de campo, una para
cada cual. Cada uno es dueño de su lote y todos son dueños
de las calles y áreas comunes. Si se decide cercar o arreglar
el terreno total, todos pueden y deben opinar en igualdad de
condiciones sobre la forma más conveniente de hacerlo y entre
todos deben asegurarse que todas las opiniones sean escuchadas
y consideradas y el costo del trabajo debe de pagarse entre
todos por igual, porque todos son igual de dueños. Después
de platicar en una reunión sobra la forma más conveniente de
actuar, acuerdan el proceder más adecuado…y si hay más de
una opinión sobre el asunto, se toma la decisión por mayoría de
votos. Si uno o más de los dueños, no pueden acudir a la reunión,
le pueden encargar a alguien de su confianza, que opine y vote
por ellos.
¿Y qué tienen qué ver estos casos, con que un país sea
o no república?
El primer caso se refiere a un reino. En este caso, una persona
piensa por todos y decide por todos, y el grueso de la población
sólo le toca obedecer las “brillantes” ideas del mandamás, y
en su caso, voltean a ver al rey o al gobierno, a ver qué van a
hacer, cada que ocurre algún problema grave. La mayor parte
del tiempo, actúan como niños a los que sólo les preocupa jugar
canicas (o ver partidos de futbol), mientras el papá (gobierno) se
quiebra la cabeza para solucionar los problemas de la casa (o
en este caso, del reino). Los miembros de un reino, no necesitan
conocer las leyes, porque, a fin de cuentas, ese es un asunto
de su papá (gobierno), ni participar en la vida pública, ni tienen
responsabilidad en opinar (ni derecho a hacerlo)… porque
piensan que ese es un asunto que compete a los políticos (o a las
personas importantes del pueblo)… y como de todos modos, está
acostumbrado a que no lo tomen en cuenta y sólo le informen lo
que se ha decidido y lo que debe hacer… pues mejor se pone a
ver su deporte favorito o a jugar con sus canicas… o a soñar con
la próxima fiesta del pueblo, y con los castillos, y con la música,
y con los cohetes, y…
El segundo caso es una república. En esta todos son dueños,
y todos están conscientes de que su deber es opinar; y que, si
no lo hacen adecuadamente, pagarán las consecuencias. Todo
mundo está informado de los acuerdos que se han tomado,
porque cada uno participó en ellos, sea en persona, o bien por
intermedio de alguna persona de su confianza (esta persona
que representa a otros, es el diputado. Él llega a acuerdos con
otros diputados, -estos acuerdos se llaman leyes, y nos obligan
a todos- en nombre de ciudadanos que le han depositado su
confianza, y a los que a su vez informa y consulta.).
Por eso cada uno de tus diputados tienen una oficina
de atención al público, en la que atienden tus peticiones y
te preguntan qué más quieres que hagan por ti y a su vez
te informan de los acuerdos -leyes- que han hecho en la
cámara, en tu nombre… puesto que han actuado de acuerdo
a tus indicaciones y a la confianza que depositaste en ellos.
¿o no lo han hecho? Sí, yo creo que sí, yo creo que, por
ahí, por ahí, está la mentada oficinita… nomás que yo no la he
localizado.
Para vivir en un reino, se necesita no pensar y aceptar vivir
sin pensar; para vivir en una república, se necesita querer ser
un ente pensante y activo.
Para vivir en un reino, sólo hay que dejar que otros hagan
y actuar como niño mental; simular que está uno informado,
aunque todo sea enterarse y compartir chismes y decires del
vulgo; quejarse del “gobierno” o de “los políticos”, pero sin
asegurarse de que se cuenta con la información fidedigna para
construir una opinión sólida… y dedicar más tiempo a criticar a
los que piensen diferente que a asegurarse de que se tienen
elementos adecuados para opinar.
Para ser parte de una república, es indispensable ser
adulto mentalmente: estar informado de primera mano y tomar
decisiones activas y reales. Creeeeeer que tienes derecho a
opinar y querer hacerlo... y querer mantenerte informado,
para tener elementos en los cuales basar tus opiniones. Hacerte
responsable de conocer los acuerdos previos (leyes) que los
diputados han hecho sobre las diferentes cosas de la vida diaria
y actuar en consecuencia: uno, para obedecerlos al pie de la
letra y dos, para modificarlos, cuando ello sea necesario… pero
nunca, nunca, hacerse pato y negarse a obedecer una ley, con el
argumento pueril, de que la ley es injusta o de que sólo favorece
a “los poderosos”; más bien, mientras se obedece, luchar por
modificar las leyes que lo requieran… o lo que es lo mismo…
intentar modificar todo lo que sea necesario modificar… pero
siguiendo al pie de la letra, las normas establecidas en las
mismas leyes, para modificar los acuerdos previos.
El echo de salir a la calle en turba y violentar la vida social,
con el argumento de que se es víctima de esto o aquello,
aunque se pretenda simular ejercicio de una libertad, se parece
más a berrinche de niño mimado, cuando su mamá no lo dejó
hacer lo que quería. Con este tipo de actitudes, y las de los que
los apoyan pasivamente, jamás se ha construido una auténtica
republica; más bien se logra anarquía y desorden, que sólo
crean más caos y sufrimiento social.
No todos los que se nombran reinos, son reinos; ni los
que se nombran repúblicas, lo son. Muchos países que se
llaman reinos, son repúblicas de hecho: como Inglaterra, que
teniendo una reina y haciendo muchas ceremonias con aparato
“real”; en su gobierno se rige estrictamente por las leyes que
han elaborados sus congresistas… y la misma reina está sujeta
a esas las leyes; por otro lado, muchos países que se nombran
“republicas”, son en realidad reinos disfrazados, porque en ellos
no mandan los ciudadanos, sino que impera la voluntad de un
sólo hombre… y por lo tanto el tipo es un rey. No importa que
se nombre a sí mismo, presidente de la republica; si impone
su voluntad a los demás: ni su nación es república ni él es un
demócrata; es rey, o dictador o lo que sea; y los habitantes son
sus súbditos: nunca hombres libres.
La mayoría de los países en desarrollo, son reinos disfrazados
de repúblicas… pero no se han dado cuenta de ello… por eso
no les cuadran las cuentas. Una sociedad atrasada, donde los
habitantes son súbditos y actúan como un reino, un día se dijeron
a si mismos, que ya eran repúblicas, y le cambiaron el nombre
al mono que mandaba, y en vez de llamarlo rey le empezaron a
llamar presidente… y creyeron que ya eran repúblicas. Eso es,
en el mejor de los casos, ingenuidad, atraso social, infantilismo
mental, seres con nivel de “pensamiento mágico”.
Alguien con “mentalidad mágica”, querrá vivir en una sociedad
“mejor”, simplemente desobedeciendo las leyes existentes o
diciendo que las reglas de vida actuales, las hicieron algunos
mal intencionados, para su beneficio propio… y por eso es
bueno desobedecerlas. Alguien así, se la pasará soñando con
un mesías que venga y le componga la vida mágicamente, sin
exigirle nada a cambio; sin pasar por un cambio mental propio,
adecuado para vivir una vida de adulto mental.
Una sociedad republicana, funciona con acuerdos
hechos por todos y respetados por todos, a los que se llama
instituciones; y cuando alguien lastima las instituciones, todo
mundo se siente agraviado en lo personal y exige a una voz la
corrección; una sociedad infantil, que es un reino disfrazado de
república, que está formado por multitud de súbditos agachados
ante el poder, que gritan que desean ser tomados en cuenta,
pero que no quieren informarse de primera mano ni quieren
tener el compromiso de participar en los trabajos de la sociedad;
pero que viven rumiando su coraje por que no pueden vivir la
vida que creen que merecen y sueñan con un líder que venga
y destruya a los “poderosos”, a los que tienen más, a los que
sí se organizan, a los que sí producen; sueñan con alguien que
destruya las instituciones, alguien que eche todo abajo… y
suponen que ese destructor, después de crear caos y tumbarlo
todo; mágicamente compondrá las cosas.
Esos no son republicanos, esos son:
Adolescentes molestos por querer ser “tomados en serio
como adultos”, pero sin voluntad para comprometerse como
tales, y contentos con ser eternos infantes mentales.
Que quieren vivir soñando que después de destruir a los
empresarios, habrá (tal vez con magia) mejores trabajos para
todos…
Que viven soñando, que después de destruir a las
instituciones existentes, automáticamente se logrará una
sociedad más justa; y ahora sí los funcionarios públicos serán
honestos, laboriosos, eficientes, amables… y en el IMSS va a
haber medicina…
Que viven soñando que con sólo votar por el que promete
destruir el modo actual de hacer las cosas, ahora sí, el país
vivirá una nueva y maravillosa transformación…
Que viven soñando…
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