Igual, hermosa, a otros nombres respondes:
El Jacaranda, Jacarandá, Gualanday y hasta Tarco, como en
Argentina te llaman. De no hermoso cuerpo, pero sí tu violáceo
color alcanza el glamur, el que te envidian.
De talla respetuosa, la sugiere tus diez y hasta veinte
metros, así persiguiendo el cielo como gótica aguja hecha árbol.
Tus colores son una celestial alquimia “natural” de tus ancestros
prodigios.
Gozas de varias aceptaciones bellísima jacaranda, pero
hasta sin nombre serías linda; de listones azules y lilas pende
de tu cuello una estrella y sabes, son preciosos tus ojos de
magia delineados.
Pinta mi REINA JACARANDA de violeta mi piel como pintas
melosa las calles de mi pueblo
Aunque naciste en la garbosa Ipanema, vecina de la gran
Copacabana, todo RÍO te reclama.
Sólo sé que en un carnaval
naciste bañándote de arena. ¡Cómo no, Río de Janeiro! ¡Cómo
no, enigmático Brasil! Hubo desfile de “Saveiros popa rabo
peixe” para cacaraquear tu nacimiento por el místico Amazonas.
Tras de ti, en tu presentación a la sociedad exuberantes
“passistas” en alegres y multirrítmicas coreografías te adoraban,
presagiándote gran destino NIÑA VIOLÁCEA DE OJOS LILA.
Bailarinas de flamenco percutirán salerosas un medo de tu
fruto en elocuente halago. Serán tan precisas como “ese gran”
abrazo “de mono” que en Tupí (guaraní, Paraguay) sugiere su
nombre; tal como si fuesen castañuelas.
Tu presencia es un espectáculo de la naturaleza, y mi vida
con ella se solaza. Parte de éste es tu “enracimado” nacimiento
que disipa flores violetas, azules y lilas como presagio de una
primavera eterna.
Y así, apretujada es mi delirio tenerte contra
mí, sí, contra mi silueta que te ansía.
Se tensa mi espíritu cuando con profusión te halagan:
que hueles divino, que tu cuerpo es fino, que tu fruto es una
gran “abrazo intenso de mono”, que eres de gran talla: que de
Aguascalientes eres símbolo pero de mí, mi gran señora. Con tu
gran abrazo sellas tus valvas y procreas en su interior tus hijos
alados; hacen piruetas en finos hilos de algodón.
Dicen de ti que eres “El Árbol de Lila”, “El Jacaranda”, pero
aflora su lascivia, así, exacerbada; que a la distancia tu rico
aroma te delata, que hasta curativas propiedades guardas,
por tanto, serás mi medicina. En marzo-abril de todos será tu
excelsa presencia; pero conmigo serás REYNA doce meses, mi
mariposa violácea. Mi vida ornarás por siempre.
¡Que se ponga el sombrero!, el “arqui” TATSUGORO
MATSUMOTO.
Qué bueno que dejó de ser cuidador de los
Jardines Imperiales del Japón; qué bueno que “brincó el charco”;
y mejor aún, que de diseñador de jardines en Sudamérica, se
vino a México. Gran tino del rico hacendado y minero mexicano
José Landeros y Coss, quien, en una oportunidad previa, lo
había conocido:
Lo instaló en su hacienda en la periferia de Pachuca y, hoy acá, gracias a eso, tenemos EL Jacarandá, Jacaranda…
Empezaba a “gatear” el siglo XX cuando este “mago de las
flores y las plantas”, inició un negocio relativo en la pomposa
colonia Roma.
Matsumoto tuvo grandes privilegios de desarrollo cuando,
aparte de su negocio en “La Roma”, el gobierno de Díaz “lo
expropió” para que fuera el artífice de los Jardines de la
Residencia Presidencial de Chapultepec y los bosques que los
circundan. Para 1910 el “Héroe” de Tuxtepec, Oaxaca, celebró
en grande el Primer Aniversario de la Independencia de México,
y, la Jacaranda era el foco de su atención. Japón fue uno de los
países invitados.
De realce fue que los maravillosos arreglos
con base en la Jacaranda fueron: de un japonés inmigrante para
su país de origen, Japón, el regalo.
En la post Revolución aconsejó a Obregón plantar en las
principales rúas de la ciudad de México el Árbol Lila, El Jacarandá
(Sudamérica) La Jacaranda, en nuestro país. Nombres múltiples
y un DIVINO significado del árbol, AGRADABLE PRESENCIA.
Tus hojas, LINDA, en realidad son perennes aunque se convierten en caducifolias cuando te plantan en climas fríos.
El desesperado, ansioso de tenerte pronto en floración, se
desanima cuando le dicen que tiene que esperar entre 2 y 14
años para que sacie su deseo; para disfrutar la belleza de casi
50 flores por racimo, espiga, etc., y entonces, sí, abrir al máximo
la pupila: cientos de “sonajas” pintadas de azul, de violeta, lila,
¡ah! penden de sus ramas.
Un verdadero “infierno” de belleza.
En México por su gran adaptación, se le considera “nativa”
por su proliferación.
Bueno, en todos los tiempos en torno de la belleza han
surgido leyendas, he aquí algunos indicadores de ellas:
En USA, si te cae una accidentalmente es buena suerte.
Considerada como la MAGIA DE LA PRIMAVERA.
LA LUNA AMAZÓNICA: De acuerdo a la leyenda del
Amazonas, un pájaro llamado MITU se posó sobre un
JACARANDÁ, traía consigo a una mujer. Ésta era sacerdotisa
de la luna, descendió del árbol y entre los aldeanos vivió;
compartiendo sus conocimientos y su ética con ellos.
Al finalizar
su misión subió el árbol con flores y ascendió al cielo donde se
unió con su alma gemela, EL HIJO DEL SOL.
Luna Amazónica
como sinónimo de sabiduría.
Tal vez ésta sea la razón porque los campus universitarios
se pueblan de la JACARANDA.
En Australia está asociada con los aportes emocionales y la
mejora en la capacidad para estudiar, así como con la buena
suerte. Si alguna flor te cae, tienes que tomarla con la mano
derecha.
Así, las viejas notas dicen: que es endémica de Brasil,
“paisana” del CORCOVADO; y está siempre “a una vista” del
CRISTO REDENTOR. Esta es mi NIÑA DE LOS OJOS LILIA.
Por tu capacidad de adaptación como de proliferación en
nuestro país, como EL ÁRBOL MÁS CHILANGO, TE LLAMAN.
Mtro. Juan Rosales Contreras
Cajititlán de los Reyes,
Jal
Abril 9 de 2021
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