El 22 de diciembre de 1815 es fusilado José María Morelos y
Pavón en Ecatepec. Fue un religioso, político y militar mexicano,
caudillo de la Independencia de México.
José María Morelos también conocido como el “Siervo de la
Nación”, es sin duda alguna uno de los íconos del movimiento de
independencia de México; su legado militar y jurídico, son parte
importante de nuestra concepción de México y también del carácter
de la lucha de independencia. Participó en el levantamiento armado
de 1810 junto con Hidalgo. De igual forma fue el encargado de
convocar al Primer Congreso Independiente en Chilpancingo,
debido a esto, nació la Constitución de 1814 (de Apatzingan), en la
que se declaraba la Independencia de México .[1]
La travesía sobre su captura comienza cuando José María
Morelos con la finalidad de poner a salvo al Congreso de
Apatzingán, del constante acoso del ejercito realista decide emigrar
de Uruapan y trasladarlo a Tehuacán, Puebla, después de haber
recorrido un largo camino Morelos decide descansar con sus tropas
en el poblado de Temalaca, entonces Guerrero, hoy actual estado
de Puebla. Las tropas virreinales que acampaban en el municipio
de Tenango del Rió se enteraron que los insurgentes seguían la
ruta del rio Mezcala rumbo a Tehuacán, encabezados por Morelos,
Nicolás Bravo y José María Lobato, buscando un refugio donde
descansar. El 5 de noviembre de 1815 al amanecer los realistas
empezaron la persecución. Ese mismo día, al salir hacia Pilcaya
fue alcanzado y atacado por la columna de Manuel de la Concha
en Temalaca, y superado en número de soldados y en armas fue
hecho prisionero por Matías Carrasco, antiguo insurgente, los
miembros del Congreso lograron escapar.
Con la captura de José María Morelos el movimiento
independentista se vio debilitado ya que en ese momento perdió
a uno de sus principales líderes militares. Al momento de su
captura, Morelos fue inmediatamente trasladado al poblado de San
Cristóbal Ecatepec, lugar donde se le formularon 3 cargos. En la
tarde del primer día se realizó la etapa procesal conocida como De
confesión con cargos, y que consistía en la toma de declaración
del reo y de su manifestación respecto de su obediencia bajo el
signo del sacramento de la confesión. Morelos no reconoció haber
cometido asesinato alguno pues, en todos los casos, se presupuso
que se trataba de hechos de guerra legalmente sancionados
como ejecuciones por el Congreso, asimismo, negó aceptar las excomuniones pues no correspondían a medios de apremio en
una nación independiente. En su confesión, Morelos se declaró
inocente de todos los cargos que se le imputaban, desde la herejía
y la rebelión hasta el asesinato, sin embargo, quedaba claro que
sólo se trataba de un trámite ya que los jueces sabían lo que tenían
que hacer con el reo. Lamentablemente al final, a Morelos se le
degradó de su condición de sacerdote y se le condenó a la pena
de muerte.
Morelos estaba preparado, el cuarto donde lo recluyeron solo
tenía una cama, una mesa, una silla y objetos religiosos. Ahí
escribió una carta a su hijo Juan Nepomuceno Almonte.
Tepecuacuilco, noviembre 13 de 1815.
Mi querido hijo Juan:
Tal vez en los momentos que ésta escribo, muy distante estarás
de mi muerte próxima. El día 5 de este mes de los muertos he sido
tomado prisionero por los gachupines y marcho para ser juzgado
por el caribe de Calleja. Morir es nada, cuando por la patria se
muere, y yo he cumplido como debo con mi conciencia y como
americano. Dios salve a mi patria, cuya esperanza va conmigo a
la tumba.
Sálvate tú y espero serás de los que contribuyas con los que
quedan aún a terminar la obra que el inmortal Hidalgo comenzó.
No me resta otra cosa que encargarte que no olvides que soy
sacrificado por tan santa causa y que vengarás a los muertos. El
mismo Carranco te entregará, pues así me lo ofrece, lo que contiene
el pequeño inventario, encargándote entregues la navaja y des un
abrazo a mi buen amigo don Rafael Valdovinos.
Tú recibe mi bendición y perdona la infamia de Carranco.
Tu padre, José María Morelos[3]
Terminó la carta y se dispuso a rezar. Las campanadas de
una iglesia sonaron a las tres de la tarde, entonces el custodio de
José María Morelos, Manuel de la Concha, entró por él. Sin poner
resistencia alguna, el héroe de la independencia salió del cuarto
y caminó al lugar de fusilamiento. Dio un abrazo al hombre que lo
había llevado, y el ejército le disparó. Después de haber luchado
cinco años en la guerra de Independencia de México aquel 22
de diciembre de 1815 se encontraba solo, acusado de traición al
Rey y en cumplimiento a la orden del Virrey Félix María Calleja,
el Generalísimo José María Morelos y Pavón fue fusilado en San
Cristóbal Ecatepec.
Las palabras que dedico a su hijo resumieron la vida por la
que lucho este genio militar, quien, durante toda su vida, hasta la
muerte lucho por lograr condiciones de vida más justas, favorables
de la población, eliminando el yugo de los españoles y defendiendo
la soberanía nacional. Con este terrible hecho, la lucha por la
independencia entró en uno de sus momentos más críticos ya
que se caracterizó por la resistencia y las pequeñas guerrillas
que sobrevivieron para hacerles frente a las tropas realistas. Sin
embargo, la continuidad de la lucha no ceso, fue encabezada por
otro gran insurgente, especialista en guerrillas quien acompaño a
Morelos y al movimiento insurgente: Vicente Guerrero continuando
el legado del Siervo de la Nación, que también se mantiene hasta
nuestros días “Los Sentimientos de la Nación” del Generalísimo
José María Morelos y Pavón, es uno de los documentos históricos
más valiosos e importantes del pueblo mexicano.
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