Dr. Enrique Sigala Gómez
Pediatra. Cirujano pediatra
¿Es normal que la cabeza del bebé sea tan grande? ¿Por qué
sus ojos parecen bizcos? ¿Su piel se ve amarilla debido a alguna
enfermedad? Estas y otras dudas invaden a muchos padres
mientras admiran al pequeño que ha llegado a casa, y para ellos
es esta guía que puede ofrecerles las respuestas que buscan.
Pocos episodios son tan memorables para una pareja como
la llegada a casa de un bebé. Sin duda, mamá y papá habrán
realizado muchos preparativos para acondicionar su hogar y
estarán dispuestos a brindar sus mejores cuidados al recién
nacido para que se desarrolle sano y feliz. También es seguro que
cuenten con una cámara de video o fotográfica para inmortalizar
los felices momentos que se presentarán en los siguientes días.
Es tanto el empeño en estas atenciones que muchos
progenitores, sobre todo primerizos, se preguntan constantemente
si algunas características que observan en su hijo (tono de piel
violáceo en sus manos y pies o llanto e incomodidad al realizar
sus primeras evacuaciones, por ejemplo) son la manifestación de
alguna enfermedad o son normales, por lo que suelen llenarse
de dudas que les hacen llamar al pediatra o a los abuelos del
pequeño para saber lo que ocurre.
Por ello hemos elaborado esta guía sobre las características
generales del recién nacido y aquellas pequeñas “alteraciones”
que pueden confundirse con enfermedades pero que, en realidad,
son manifestaciones habituales en el proceso de maduración del
organismo del bebé.
Sentidos y apariencia física
En términos generales se sabe que, al nacer, las niñas miden
49 centímetros y pesan 2.800 kilogramos, en tanto que los niños
miden aproximadamente 50 centímetros y pesan 3 kilogramos.
En cuanto a la proporción de su cuerpo, la cabeza representa
la cuarta parte de la talla total y parece descansar directamente
sobre los hombros, siendo el cuello muy corto.
Los huesos del cráneo no están todavía soldados, por lo
que pueden presentarse ligeras alteraciones en su forma que,
ante todo, dependerán del tipo de parto. Si a la madre se le ha
practicado cesárea, la cabeza del bebé tendrá forma redondeada y
simétrica (idéntica en ambos hemisferios), mientras que cuando el
alumbramiento ha sido por vía natural, será ligeramente alargada.
No hay de qué preocuparse, pues en ambos casos adoptará su
forma normal durante el primer mes de vida.
En cuanto al cuerpo, cabe decir que muchos recién nacidos
están cubiertos por fino revestimiento de vello, llamado lanugo, que
puede ser más oscuro y abundante en la espalda, extremidades,
hombros, frente y mejillas, y que tiende a desaparecer durante las
dos primeras semanas de vida. Asimismo, la piel pude lucir seca
y resquebrajada, además de arrugada en pies y manos, pero es
normal debido al cambio que experimenta el pequeño al pasar de
un medio líquido (el vientre de la madre) a un ambiente seco.
Otro tanto hay que decir de los sentidos, cuyo estado y
desarrollo es variable, y el cual se puede resumir de la siguiente
forma:
El perfeccionamiento del tacto se alcanzará con el uso de las
manos, pero puede considerarse que es uno de los sentidos más
desarrollados del bebé, pues distingue muy bien entre frío y calor
o entre una textura suave y otra dura o áspera.
En lo que respecta a la vista, el recién nacido distingue luz
y color sin problemas, aunque suele cerrar los párpados ante
estímulos lumínicos fuertes debido a la falta de costumbre. Los
músculos de los ojos no han madurado por completo, por lo que
el bebé no enfoca con claridad y se estima que sólo distingue los
objetos localizados a 20 centímetros de su rostro.
Un bebé oye y localiza los ruidos ambientales desde sus
primeros días; le llaman la atención los sonidos agudos (chiflidos,
silbatos, gritos, risas), en tanto que los graves, como una voz
serena, le consuelan cuando está llorando. También se aquieta y
es sensible al ritmo, al parecer porque le recuerda los latidos de
su madre y su estancia en el útero.
El niño es capaz de responder a los olores y lo manifiesta
volteando la cabeza cuando percibe un aroma desagradable.
Al quinto día de vida, aproximadamente, distingue con increíble
seguridad entre el pecho materno y otro ajeno.
Hay poca sensibilidad gustativa al momento de nacer, aunque
ésta no tarda mucho en desarrollarse. Se estima que a los 15 días
el pequeño acepta con agrado el sabor del azúcar y rechaza el
del limón.
Bien vale hacer un repaso por algunas de las características
y situaciones más comunes que se presentan en el bebé recién
nacido, mismas que es necesario que los padres conozcan para
que se sientan más tranquilos o tomen sus precauciones.
Acrocianosis.
Es el color violáceo que llega a presentarse
en manos y pies del recién nacido y el cual dura unos cuantos
días. Se origina debido a que las vías sanguíneas de menor
tamaño (vasos capilares) no se han desarrollado completamente,
volviendo un poco difícil la circulación en las extremidades. Lo
que no es normal es que la coloración azulada o morada sea
generalizada o dure más de una semana; en tales casos se debe
acudir urgentemente al pediatra.
Ahogo.
Suele ocurrir cuando el pequeño es amamantado,
debido a que un poco de leche se desvía hacia las vías
respiratorias, o al dormir, porque parte del alimento contenido en
el estómago puede regresar (reflujo) y generar asfixia. Cuando
esto ocurre se debe colocar al bebé boca abajo, doblado sobre el
antebrazo de un adulto, dándole algunos golpecitos en la espalda,
justo entre los huesos (omóplatos); para mayor claridad, puede
consultar nuestro esquema “Objeto Atorado en la Garganta”, o
el apartado correspondiente en la sección Primeros Auxilios (se
accede a ellos a través del índice del lado izquierdo de la pantalla).
El ahogo al dormir se puede prevenir acostando al bebé de lado.
Las hinchazones (chichones) ubicadas
en distintas regiones de la cabeza son pequeños derrames
de sangre bajo el cuero cabelludo que se originan por la fricción
entre el cráneo del bebe y los huesos de la pelvis de la madre.
Pueden persistir durante varios meses, pero por regla general
desaparecen en algunas semanas.
Cólicos.
Se trata de dolor abdominal ocasionado por excesiva
cantidad de gases en el vientre; se manifiesta cuando el bebé
encoge las piernas a menudo, llora, se muestra inquieto, con el
rostro enrojecido y presenta sonidos intestinales. Para evitarlo se
debe ayudar a que el pequeño expulse el exceso de aire dándole
suaves palmaditas en la espalda cuando la madre cambia de
pecho o cuando ha bebido la mitad de la leche que se le da en
la mamila. Respecto a la lactancia artificial, conviene utilizar un
biberón con un agujero pequeño para que no ingiera mucho aire.
Congestión en los pechos.
En niños de ambos sexos puede
haber hinchazón en el área del pecho o pezón que incluso se
acompaña de leve secreción de líquido similar a leche. Su causa
son las hormonas que la madre transmitió a su bebé mientras
estaba en su vientre. Se recomienda no tocar ni exprimir los
pezones y dejar que el organismo del pequeño resuelva la
situación por sí solo en menos de un mes.
Cordón umbilical.
Tiene la función de que el bebé se alimente
y respire mientras está en el interior del vientre; después de la
primera semana de vida, aproximadamente, se secará y caerá por
sí solo; 2 o 3 días después de esto, cuando cicatrice la herida que
queda en el ombligo, es posible que el bebé reciba su primer baño
en tina (antes será lavado sólo con una esponja). Si el cordón no
cae después de que el niño cumpla 10 días se debe consultar al
pediatra.
Criptorquidia.
Es la falta de uno o los dos testículos en el
escroto o bolsa testicular de los niños, debido a que estas
glándulas pueden permanecer alojadas dentro del vientre. Ocurre
en el 4% de los recién nacidos y es una anormalidad que debe
ser evaluada con prontitud, pues si se deja pasar tiempo puede
ocasionar infertilidad. Si los testículos no “bajan” espontáneamente
se aconsejan realizar una intervención quirúrgica luego del primer
año de vida.
Deposiciones.
Las heces del recién nacido se llaman meconio
y son de color verde oscuro y apariencia viscosa debido a que el
tubo digestivo está lleno de secreciones acumuladas durante la
vida fetal. La primera evacuación ocurre entre las 12 y 14 horas
después del parto, y entre el 3º y 5º día hay defecaciones de
transición, a veces líquidas, que contienen moco, leche cuajada
y meconio. Todas ellas pueden ocasionar cierta incomodidad al
pequeño.
Estreñimiento.
Es raro que el recién nacido sufra de falta
de evacuaciones por el endurecimiento de la materia fecal en el
intestino, pero puede ocurrir cuando es alimentado con fórmulas
lácteas muy espesas. Para corregir o prevenir esta situación,
consulte al pediatra para que le recomiende alguna fórmula
que contenga “proteínas hidrolizadas de la leche”, mismas que
reducen considerablemente el riesgo de padecer este problema.
Fontanela o “mollera”.
Es el espacio blando y sin hueso que
hay en la parte superior del cráneo del niño; tiene la función de
permitir cierta contracción en la cabeza para facilitar su paso por
el canal pélvico de la madre durante el alumbramiento. Tiene
la forma de un diamante y se cierra entre los 6 y 18 meses; no
requiere cuidados especiales.
Hidrocele.
Ocurre en varones, cuando el escroto (bolsa
que aloja a los testículos) luce de gran tamaño debido a que se
encuentra lleno de líquido. Es una condición indolora que puede
tomar de 6 a 12 meses para desaparecer completamente y que
debe ser revisada periódicamente por el pediatra.
Hipo.
Ocurre cuando el músculo diafragmático (separa la
cavidad donde se alojan los pulmones y el abdomen) tiene
pequeña contracción que hace que las cuerdas vocales se cierren
cuando el niño inhala aire, produciéndose el clásico sonido “hic”.
Este episodio dura de 5 a 10 minutos y casi siempre se debe a
sobrealimentación o al ingreso de aire durante el amamantamiento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario