(Para evocar las lluvias de Zapotlán)
Exuberante tu madre
Exuberante tu madre
Que a los hombres regaló
Tupida, diminuta;
Tu voz de finas gotas.
Llovizna duradera
Las entrañas de la madre
Tierra perforas, muy
Sin querer, muy amable.
De hermoso cuerpo
De redondo caer
Compites con el contoneo
De cualquier mujer.
Esta palabra de corazón latino
Mucho aroma de chileno vino
Pero en México es destino.
Endulzas los oídos
Del que apacible contempla
Tu caer, como yo, y te sonríe.
Alivias el dolor
De la presión del tiempo
Y das vida y calor
Con tu cuerpo que es portento.
Apacible llegas, igual te vas;
Con rítmico morir esparces
Vida, es lo que traes.
Tu olor, tu sabor
Tu melodioso canto
Ahuyenta el rubor
Que pinta el quebranto.
Música propia y letra angelical;
De viejos magos, de poeta aliento.
Tláloc, Zeus y Neptuno
Te < inventaron>
Para aderezo del amor
De las aves el trinar.
Brisa que acaricia mi rostro,
Solo por gracia tuya;
Con el brío del potro y la
Suavidad que arrulla.
Te dibujo en mi piel
Con lápiz celestial
Y mis ojos te pintan
Cuál divino pincel.
Mis pupilas se dilatan
En su afán de atraparte,
Y ahí te quedaste en mi
Estudio visual.
Me besa tu brisa y el
Tenue, sin prisa; siguiendo
Mi andar tu halo, me conduce.
Te amo con tu sonoro silencio
Y con tu muda algarabía; esto
Es dicha, es radiante tristeza
Mi alegría.
Moja la tierra mía
Desde Las Peñas al plan
Lluvia con rostro de alegría
Con el sello del
Viejo Zapotlán.
Refresca las ideas
Da vida a las notas;
Reverdecer el Valle... ¡ A gotas!
Así CHIPICHIPI, sin apellido pesado;
Así, sencillo, desnudo, sin ropas.
Mtro. Juan Rosales Contreras
LO QUE SOÑAMOS
Todos nuestros sueños sufrieron muerte de cuna
Se fueron tan repentinamente, tan prematuramente,
inesperadamente
Queriendo que se hubieran quedado más con nosotros
Y siempre preguntándonos qué hubieran sido de grandes.
Hansi RH
XIX
La realidad es la demencia
¿Quién es el loco aquí?
Son las voces que me acechan o soy yo
La realidad es una farsa
Que obliga al delirio
Píquenme sus cuervos
Quémeme su fuego
Baila cuerpo alegre
Infestado por la dulce muerte
Podré ser un monstruo pero no un poeta…
Juan Rosales Hernández
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