sábado, octubre 09, 2021

Acatic:

 Tierra de magia, terror, fantasía y miedo

Texto y fotografía: 
Por Miriam Elizabeth Almaraz Gómez 
1er. semestre de Negocios 
Internacionale

El Portón de las leyendas 
Las narrativas que se publican en esta sección, son productos de aprendizaje del curso-taller “Expresión Oral y Escrita”, impartido por el Mtro. Pablo Huerta Gaytán. Fueron redactados por alumnos del primer semestre (ciclo 2017-B) de la Licenciatura en Negocios Internacionales, del Centro Universitario de Los Altos, de la Universidad de Guadalajara.

En Acatic se cuentan muchas leyendas que incluyen magia, terror, fantasía, miedo y un cúmulo de emociones que envuelven y caracterizan a sus habitantes, cada vez que se escuchan los relatos de personas mayores; es como revivir a nuestros antepasados y darse cuenta de que la historia contada, en realidad, no parece ser verdad. 
Para comenzar a contar aquellas historias, primero destaca un hecho que está enlazado con lo que se presentará más a delante: En el año de 1774 en el Tribunal de la Santa Inquisición se llevó a cabo un juicio contra el mulato Joseph Sebastián, esclavo de Marcela Salcedo quienes eran vecinos del puesto de Suchitlán - Juchitlán en Zacatecas. El acusado estando frente al tribunal se le cuestionó lo siguiente: -¿Quiénes más han hecho este mismo pacto con el diablo y dónde viven? 

 -- “Juan de Lara, Pedro de Lara y Pedro Tiburcio, vecinos de Acatic de la Jurisdicción de Tepatitlán”, fue su respuesta. 
A lo anterior se hace referencia que en Acatic hubo habitantes acusados de brujería, pero se invita al lector que corrobore este hecho por sí mismo y así tenga la última palabra. 
En aquellos usos de razones, allá por el siglo XVIII las personas que, con sus propias palabras conformaron estas historias, según me lo contó hace unos días la maestra Ana Rosa Gonzáles Pérez, cronista de Acatic, quien amablemente facilitó documentación alusiva a las leyendas de este lugar. Viendo los dioses que la tierra estaba a oscuras, determinaron hacer el sol y la luna; después de discutir lo mejor, concluyen que era necesario arrojar a uno de ellos a la hoguera y así lo hicieron las dos divinidades seleccionadas. 
De los dioses sacrificados en el fuego salieron el sol y la luna. Al ver que ambos astros despedían la misma brillante luz, decidieron golpear a la luna con un conejo. Así lo hicieron y la luna brilla como hasta el momento, pero el conejo quedó marcado en la faz del astro nocturno. Este defecto ya no lo corrigieron. 
Como los astros no se movían en el firmamento, discutieron entre sí y encontraron que solamente muriendo todos, de uno en uno, harían mover a todos los demás cuerpos celestes. 
El viento fue el encargado de llevar a feliz término tan heroica determinación. Así empezó su encargo, pero cuando llegó el turno de morir al dios Xólotl, este se negó a cumplir con lo pactado y huyó escondiéndose en el maíz en forma de olote. 
Encontrado en el maíz, huyó y se escondió en el agua en forma de ajolote; descubierto nuevamente logró esconderse en el corral en forma de guajolote; después en la cocina en forma de tejocote, hasta que logró el viento apresarlo y ejecutarlo, cumpliendo así su misión divina. (*) Estas leyendas influyeron en la creencia que los hechiceros y brujas poseían diversos poderes sobrehumanos para transformarse en otros seres como animales o plantas para hacer maleficios a las personas. 
En la torre de la parroquia de San Juan Bautista las lechuzas tenían sus nidos y en el de invierno volaban por el pueblo. Se decía que eran brujas y si les gritaban: ¡Mañana vienes por sal para que hagas tu chile!, o a quien las molestara con malas palabras, al otro día se les presentaba una viejecita. También se dice que, con tres personas con el mismo nombre, se podía agarrar a una bruja. 
En un árbol de aguacate dormía un cócono que a la llegada del amanecer se iba. En la primera reconcentración en los tiempos de la cristiada, llegó un señor del rumbo de San Julián, este viendo al cócono le dijo a la dueña de la casa que buscara a tres personas con el mismo nombre; llegaron las tres personas de nombre Jesús con un rosario y una vela en la mano, comenzaron a rezar y el animal cayó al suelo. Cuando iban a proceder a matar al animal este mismo gritó “no me maten, me llamo Sisto”. 
En el rancho La Estancia acostumbraban rezar el rosario diariamente en todos los hogares. Un día un adolescente en una casa no quiso rezar el rosario con los demás y se fue a sentar en un lienzo de piedra. De un momento a otro apareció una bola de trapos de la que comenzaron a salir unas manos con uñas muy afiladas y el adolescente se comenzó a elevar. En ese momento se escuchó: “Santa María, madre de Dios” y el diablo al escuchar esto lo soltó y cayó en un nopal. 
En la barranca se dice que está estampada la imagen del diablo. Había un charco en el que todo aquel que se metía a bañar se ahogaba, en este mismo conjuraron al diablo y este al salir de allí se estampó en una peña. Tiene un pie de humano y una pata de mula, las manos entrelazadas y los cuernos bien alineados. 
Para finalizar les comparto el verso de una canción llamada Acatic, escrita por el señor Ramiro Gómez Delgadillo: 
“Dicen que aquí somos brujos 
no se los voy a negar 
las mujeres nos embrujan 
con su forma de besar, 
por eso les aconsejo 
que no se dejen besar 
por una hembra de este pueblo 
porque los van a embrujar.” 
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(*)Pérez, A. R. G., & Báez, M. A. C. (2003). Los brujos de Acatic. Consejo de Cronistas de Tepatitlán. 
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NOTA. Hay quienes ven a la leyenda como resultado de hechos reales, a los que se agregan interpretaciones de enseñanzas válidas y hacen que la historia resulte más interesante. Pueden existir muchas versiones ligeramente diferentes de una misma leyenda porque su transmisión desde su origen ha sido oral.

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