Por: Miguel Ángel Quintana Salazar
Aldous Huxley
Muchas veces dudamos de la existencia de la llamada “otra
vida” porque no sabemos de alguien que haya regresado a
platicarnos como es la otra vida, pero alguna vez nos hemos
preguntado si a ellos ¿les interesa venir? Todo parece indicar
que no quieren regresar, pensemos en las cosas negativas
que desaparecen como son; el dolor, sufrimiento, angustia,
ascos inseguridad, violencia intrafamiliar o social, drogas,
alcohol, infidelidad, pleitos, traiciones, rencores, envidias,
etc. Como volver a pasar por todas estas experiencias, no
suena nada atractivo para volverlas a repetir.
O pensemos un poco en las enfermedades, ¿Cuál de
ellas es atractiva para volver a sentir sus padecimientos y
estragos finales? Tome un curso con oncólogos en la ciudad
de Puebla, y comentaban que los niños estaban ansiosos
por ir al cielo, lo veían, no les preocupaba la muerte, sabían
que era un paso necesario, y deseaban ya no despertar
cada mañana, porque era regresar a su realidad de dolor,
y sabiendo que existe un dolor donde ya no van a sufrir,
les urge morir, uno de los niños quería saber si la nieve era
azul, antes de partir, y murió mientras lo transportaban a otra
ciudad en la carretera en medio de una nevada, era más
importante saber el color de la nieve, que la existencia de
algún dios.
¿Qué hay del otro lado del túnel de luz? ¿si no hay cielo,
entonces que hay? ¿Por qué o quieren regresar? Muchos
hemos tenido algún tipo de experiencia donde hemos
convivido con los que ya se fueron, mi padre después de
muerto, me hablo y me dijo “hijo te voy a tapar porque hace
frio” y amanecí tapado, cosa que no hago ni en invierno, pero
sentía mucha paz, por el gesto del viejo, cuando desperté
me cayó el veinte, “pero si está muerto” pero seguía en su
casa cuidándonos, solo les puedo asegurar que ya se fue,
por fin termino de despedirse pero mientras le recordemos
su energía sigue estando presente.
Tal parece que al ir avanzado a través del túnel es para
que nuestra energía vaya transmutando para poder entrar en
la dimensión que ya no tiene regreso, los aztecas una cultura
muy avanzada, enviaban un perro junto con su difunto, para
que este lo guiara en el camino y pudiera encontrar pronto su
lugar de descanso, tal conocemos muchas historias donde
los que se van deben promesas que hicieron y vienen a
pedir que por favor, se cumpla lo que prometieron para poder
descansar o pagar el pecio por aquello que prometieron y no
cumplieron, después de la manda, el rosario, las misas y u otra promesa, el muertito ya no regresa.
¿Por qué cundo platicas en los sueños con un familiar
u amigo, la conexión se pierde en cuanto preguntas, por la
existencia de un dios u paraíso?
Hay otro aspecto importante, hay sueños de los cuales ya
no queremos despertar porque lo que nos está sucediendo
en la vida real u ordinaria nunca nos pasara, pero en nuestro
sueño es una realidad.
¿Cómo recibiríamos a un familiar que ya se fue, si pudiera
regresar? Les platico una experiencia que vivimos los que
nos hemos ido de la casa paterna para estudiar en otra
ciudad, el primer año nos cuidan nuestro lugar y nuestras
cosas que dejamos están seguras, y nos esperan con ansia
en vacaciones, pero pasa el tiempo, y ya no tenemos lugar,
cuando regresamos nuestros padres le batallan para darnos
un lugar para acomodarnos, ¿y nuestras cosas? Por arte de
magia desaparecen, no sé cómo, pero desaparecen, y como
ya no participas en las fiestas o celebraciones familiares,
pues tu recuerdo va desapareciendo, y llega el momento en
que no hay lugar para ti, porque el que se fue que se vaya.
“Ya te lloré, así que regrésate a tu tumba”, ya no hay lugar
ni siquiera sentimientos para recibir a los que ya se fueron,
y si te vuelves a morir, esta bien ya estabas muerto así que
ya no hay lagrimas para ti, y como ya sabes que sucede y
conoces el camino, Dios te bendiga y no regreses nunca.
¿Es posible declarar muerta a una persona viva?
A lo largo de la historia la forma de diagnosticar la muerte
de una persona ha sufrido variaciones. Durante siglos
se aceptó que la ausencia de respiraciones, de pulso, de
latidos y de reacción a estímulos eran signos inequívocos de
fallecimiento. Sin embargo, esos criterios no siempre eran
determinados por un médico cualificado y podía existir cierta
desconfianza en el diagnóstico.
Bajo esas circunstancias, y en aras de evitar el error de dar sepultura a alguien dado por muerto por error, nace la tradición del velatorio, cuya duración varía, según las culturas, entre uno y tres días. De hecho, en México, hasta el año 2011 era necesario esperar 24 horas antes de proceder al enterramiento de un cuerpo. Actualmente, la ciencia y la tecnología están suficientemente avanzadas como para no cometer errores de esa naturaleza. Aunque a veces, la prensa de hace eco de sucesos casi inverosímiles de “resucitaciones”.
Bajo esas circunstancias, y en aras de evitar el error de dar sepultura a alguien dado por muerto por error, nace la tradición del velatorio, cuya duración varía, según las culturas, entre uno y tres días. De hecho, en México, hasta el año 2011 era necesario esperar 24 horas antes de proceder al enterramiento de un cuerpo. Actualmente, la ciencia y la tecnología están suficientemente avanzadas como para no cometer errores de esa naturaleza. Aunque a veces, la prensa de hace eco de sucesos casi inverosímiles de “resucitaciones”.
¿Es posible que una persona declarada muerta “resucite”?
Cabría pensar que tal afirmación corresponde al mundo de
la leyenda o del cine. Pero cuando durante la última década
se ha realizado esta pregunta a una muestra de profesionales
sanitarios, el 45% de los médicos de emergencias de
Francia, el 37% de los intensivistas canadienses y el 37%
de los holandeses respondieron que, durante su carrera, al
menos habían sido testigos de un caso de autorresucitación
de un paciente en ausencia de maniobras de reanimación
cardiopulmonar.
De forma paralela, la literatura científica alberga casos
documentados de pacientes que recuperaron las constantes
vitales una vez cesadas las maniobras de reanimación
cardiopulmonar o en ausencia de ellas. Un extraño suceso
denominado “fenómeno de Lázaro”, en alusión al conocido
pasaje bíblico.
Desde 1984, se tiene constancia de que el fenómeno de
Lázaro ha afectado, al menos, a 63 pacientes clínicamente
muertos, tanto en edad adulta como pediátrica. El tiempo
desde el cese de las maniobras de reanimación hasta la
recuperación espontánea de los signos vitales ha variado
en un rango de pocos segundos hasta tres horas y media.
El 35% de “los resucitados” sobrevivió hasta el alta del
hospital y, en la mayor parte de las ocasiones, sin secuelas
neurológicas.
No obstante, y a la vista de la elevada proporción de
clínicos que, en privado, afirman haber presenciado una
resucitación y la modesta descripción de casos en revistas
especializadas, parece existir cierta infradocumentación de
“fenómenos de Lázaro”. Esta escasez de información puede
ser debida a temores de los clínicos frente a consecuencias
médico-legales, de descrédito profesional o incluso por la
incredulidad del personal asistencial ante sus observaciones.
A diferencia de la literatura biomédica, los textos periodísticos
se hacen regularmente eco de noticias que relatan hechos
compatibles con el fenómeno de Lázaro.
Se ha fantaseado mucho con la posibilidad de volver de
la muerte, pero muy poco se ha dicho sobre los problemas
que eso traería aparejado. Problemas que de hecho sufren
muchas veces quienes, tras una larga ausencia, vuelven a
casa.
Volver de la muerte es, desde tiempos inmemoriales,
una de las mayores fantasías de los seres humanos. Lo
fabularon los mitos, lo prometen las religiones, lo imaginan
los poetas. Mucho menos se ha hablado, sin embargo, de
los eventuales problemas que plantearía el retorno desde
el más allá. Problemas de índole jurídica, fisiológica, ética y
moral. Créanlo diseñaríamos cárceles para aquellos que se
les ocurriera volver a la vida, porque tendrían información
confidencial que no estaría permitida.
Tendríamos otro gran problema, el que se fue querrá
rencontrarse con el “amor de su vida”, pero su espacio
estará ocupado, ¿Qué procede? ¿no que el amor es eterno?
Pues tal parece que no es así, más bien diría es efímero y
presente, si no se fomenta simplemente desaparece, porque
para el amor no hay pasado ni futuro, solo un presente
constante, no puedes amar a dos personas al mismo tiempo,
o tal vez puedes amara a muchas al mismo tiempo, y al final
ni siquiera te amas a ti, y solo creas un vacío en tu alma que
nunca llenarás, pero si el amor esta presente en tu vida día
a día no puedes ser infiel porque no habrá momentos mas
placenteros que disfrutarlos con aquella persona que te esta
dando tanta dicha y felicidad, pero “el que se fue a la villa ,
perdió su silla” si en su momento dejaste de fomentar ese
amor incondicional cando lo busques simplemente ya no es
tuyo.
“Si usted se muere y resucita enseguida, en una o dos
horas, digamos, fenómeno, no pasa nada. Pero si resucita
a los seis meses o al año… Imagínese: la sucesión ya se
hizo, la guita la repartieron, la casa la vendieron, los papeles
suyos ya los tiraron. Y usted aparece de nuevo. Se tiene que
volver atrás algo que es irreversible. Segundo principio de la
termodinámica. El pasado es irreversible”.
Lo terrible es que esto a veces sucede. Nadie vuelve
literalmente de la muerte, pero muchas personas sí regresan
tras haber sido declaradas muertas. La guerra es, desde
luego, un escenario muy propicio para estos episodios. El
soldado japonés Shiro Shimoda volvió a casa en 1946, tras
la Segunda Guerra Mundial. Dos años antes, sus padres
habían recibido la noticia de que estaba muerto. En el
documental Le Japon sous les décombres (Japón bajo los
escombros), de Serge Viallet (Francia, 2005), Shimoda
cuenta las recomendaciones que en aquel momento
recibieron él y otros en su situación:
“No vuelvan a casa de noche. Ustedes murieron. Murieron
en la guerra, y su familia pensará que son fantasmas, así
que no lleguen de noche. Explíquenle su situación al jefe de
estación, pasen la noche en la comisaría y esperen a que
amanezca antes de volver a casa”.
Aún más extravagante aún fue la indicación para los
hombres casados:
“Les aconsejamos que den unas cinco o seis vueltas
discretamente por los alrededores de su casa. Ustedes han
cambiado. Puede que no los reconozcan a primera vista. Si
alguno cree que su esposa ha vuelto a contraer matrimonio,
regrese de inmediato al centro de tránsito. Han fallecido
muchos hombres en la guerra y hay muchas mujeres
solteras. Vuelvan y les buscaremos a alguien”.
El que se va ya no regresa y si regresa su lugar está
ocupado, mejor no vuelvan.
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