Por José Alvarado Montes
En la década de los años cincuenta
del siglo pasado leía frecuentemente
El diario INFORMADOR de
Guadalajara, que voceaba en San
Juan en forma pintoresca Don Tomás
Hernández, hombre de cultura y buen
conversador, me agradaba platicar y
hacerle preguntas sobre la vida cotidiana
de su tiempo, relatos que no he olvidado,
el periódico mencionado aun circula.
En ese tiempo la edición dominical
publicaba una sección llamada hace 50
años, muy interesante para mí, cuando
trataba de gente de sociedad narraba
de la elegancia, belleza y riqueza de la
familia CONCUERA, estos aparecen en
unas líneas de la historia de Jalisco. La
vida continua sesenta años después y
radicando en CHICAGO, en la biblioteca
pública THOMAS BRANCH de mi
comunidad tomé un libro editado en
ESPAÑA con el título GUIAS DE TUMBAS Y CEMENTERIOS
DE CASI TODO EL MUNDO en el que hay un artículo de
DAVID BENITO, titulado EL PANTEON DE BELEN, de
inmediato me interesé y dentro de su lectura me encontré
una sorpresa.
México va siempre unido a la leyenda, algo que forma
parte de su idiosincrasia, tal es el caso de este interesante
cementerio ubicado en el centro histórico de Guadalajara
que cuenta con la protección del INSTITUTO NACIONAL
DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA ya ha sido nombrado
TESORO ARQUITECTONICO NACIONAL, su origen se
remonta a finales del siglo XVIII, los años 1785 86 fueron
calificados como años de hambre, la ciudad de Guadalajara
se convirtió en un museo de horror con aterradoras figuras
de carne y hueso, e hambre, el desempleo, la ausencia
de lluvia, la pérdida de las cosechas unidas a las graves
epidemias que azotaban la región llevaron a la ciudad de
Guadalajara a la desolación, estos trágicos días marcaron
la peste provocaron la saturación de los cementerios, en
1786, el obispo Fray Antonio Alcalde quien dedicó su vida
al crecimiento de Guadalajara en forma altruista, ideo y
proyecto la construcción de un camposanto anexo a un
hospital, mas no contemplo su obra terminada ya que falleció
en 1792 la construcción se paralizó, después de sucederlo
varios obispos fue DIEGO ARANA Y CARPINTERO con el
poder eclesiástico en 1843 se hizo realidad la terminación
del cementerio, el arquitecto fue Manuel González Ibarra en
los terrenos del huerto que habían pertenecido al Hospital Civil, se le dio el nombre de Nuestra señora de Guadalupe,
más tarde el de Santa Paula y Belén para final quedar con el
actual PANTEON DE BELEN.
En diciembre de 1884 se INHUMO el primer cuerpo
perteneciente al sacerdote Isidro Gómez Tortoledo que
había sido el cura de Tala, adquirir unos cuantos metros
para el descanso eterno por aquel entonces costaba 25
pesos para los nichos y 50 pesos si era bajo tierra, caso
diferente era el de las familias adineradas que además de
ser enterradas en la zona de los más ricos – había otra para
pobres- que llegaban a pagar grandes sumas de dinero para
que escultores de renombre hicieran de sus tumbas una
obra de arte.
Ahí encontré el nombre que por muchos años estuvo
en mi memoria y motivo de este trabajo DAVID BENITO
escribe POR SU BELLEZA artística y ostentosidad la tumba
estilo gótico perteneciente a la familia CONCUERA LUNA
está considerada como una de las más espectaculares del
cementerio, el conocido JACOBO GALVES fue el encargado
de realizar el conjunto escultórico, es una copia de otro
localizado en MILAN / ITALIA cargada de simbolismo.
La actividad del panteón fue realmente corta, tan solo
48 años, el 29 de octubre se puso fin a los enterramientos,
manifestando que la clausura se debía a la saturación de
gérmenes en el terreno, pasaron los años y la nueva apertura,
una vez regenerada no se permitió que el cementerio
volviera a funcionar como tal, si no, que se convirtió en un
MUSEO. En el cementerio encontré el recuerdo del apellido
CONCUERA.
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