Veo una fila de hormigas. Cada una sigue la huella
de olor de la anterior y ésta, de la que la precedió y así
sucesivamente. En algunas partes, la línea es recta, pero
en otras, la línea hace curvas inexplicables. Y es que las
hormigas no tienen la vista fija en su meta, en la planta a la
que van, sino en seguir a la que va delante de ellas, por lo
tanto, cometen el mismo error que comete la que las guía.
Jesús se refería a esto como “un ciego guiando a otro ciego”
y la consecuencia lógica es que los dos caen en un pozo,
o dan vueltas innecesarias y tardan mucho en llegar a su
objetivo.
Muchas religiones son así, con la intención explícita de
guiar a los demás, les enseñan a seguir fielmente al líder, sin
voltear a ver la meta; y entonces las personas como llevan
la vista fija en el líder, cometen los mismos errores que él.
Deberían de tener la vista fija en la meta, que en este caso
es Dios; pero esos líderes, con la intención de evitar que
“su rebaño” se extravíe, le enseñan que, para ver “bien” a
Dios, deben de hacerlo a través de la opinión del líder, y
que deben de interpretar los textos sagrados como lo hace
el líder… y entonces su criterio, en vez de tener la amplitud
de la sabiduría divina, tiene la limitación característica de la
condición humana de su líder.
Muchas veces la intención de los líderes es buena. Tratan
de evitar que la gente se complique o se pierda o caiga en
las garras de embusteros que se disfrazan de personas bien
intencionadas; por eso a veces les dicen, que no le den
vueltas al asunto, que se centren en seguir al líder, que den
por buenas las intenciones de él, que lo sigan sólo a él y
no a ningún otro; que repitan sus frases, que opinen como
él, y que rechacen a los que son de grupos diferentes. Y
sí, muchas veces, las intenciones son buenas. Pero esto se
parece a la andadera con la que una mamá enseña a andar
a un bebé. La mamá quiere que el niño esté en la andadera Jesús, cuando se hable de tú con Él, ya el cultivo de una
religión será algo opcional, porque si bien, el hombre necesita
ser parte de una comunidad de creyentes, es decir: de una
iglesia, para tener su guía y respaldo; ser o no parte de ella,
será algo que, si las circunstancias le dicen que conviene
hacerlo, lo haga; y si el Santo Espíritu de Dios le dice que
trabaje en ámbitos ajenos a las religiones, entonces actúe
en consecuencia… porque ya no se guiará por los criterios
humanos de los lideres religiosos, sino que seguirá la guía
suprema que le marca su Dios.
»Este es el pacto que haré con el pueblo de Israel después
de esos días, dice el SEÑOR: Pondré mi ley dentro de ellos y la
escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya
nadie tendrá que enseñar a sus amigos y familiares a conocer al
SEÑOR, pues todos me conocerán, desde el más pequeño hasta
el más grande. Perdonaré sus faltas y me olvidaré de sus pecados.
Es la decisión del SEÑOR». Jeremías 31:33-34
Si les enseñaran a ver hacia la meta, a buscar la verdad;
donde el líder de las hormigas diera vueltas innecesarias,
ellos caminarían derecho, no cometerían los errores propios
de la humanidad del líder. Pero no; se les enseñó a seguir
la lámpara del que iba delante de ellos, no a guiarse por la
luz de una estrella. Si su guía fuera la luz de una estrella, su
senda sería recta hasta la meta, pero como siguen la opinión
del ciego que va delante de ellos, entonces dan vueltas y
vueltas (como le sucede a él) y se quedan siempre donde
mismo; y se preguntan: ¿Por qué estamos como estamos?,
¿Por qué no avanzamos?
Esto es como si hubiera mucha gente a la orilla de un lago,
con su caña de pescar guardada y esperando a que el líder
pesque algo para poder comer todos. Los líderes religiosos
deberían enseñar a la gente a pescar por sí mismos, no a
para que no se caiga, y está en lo correcto al pensar así,
eso es lo mejor que puede hacer… cuando el bebé está
aprendiendo a caminar… pero una mamá normal, entiende
que la andadera es útil sólo mientras el bebé aprende a
caminar, después de esto, la andadera, más que ayudar,
estorba.
Por eso las personas deberían ser parte de una religión,
sólo un tiempo, sólo el tiempo necesario para aprender
caminar por sí mismos en el campo espiritual, sólo el tiempo
estrictamente necesario para aprender a buscar por sí
mismos la verdad en las Santas Escrituras, sólo el tiempo
necesario para aprender a relacionarse personalmente con
Dios. Después de esto, cuando la persona sea un amigo de estar dependiendo de ellos. Un niño espera a que su
mamá le dé de comer, y espera jugando; no preocupándose
por preparar la comida. Un niño espiritual, espera que su
líder escarbe en las santas escrituras, y que le diga qué
hacer. Un adulto se hace cargo de buscar su propia comida
y la de su familia; un adulto espiritual, busca por sí mismo, la
información que necesita, en las Santas Palabras. Un niño
se distrae jugando y no piensa en la comida hasta que el
hambre lo presiona; un niño espiritual no se preocupa de
investigar la voluntad de Dios en su vida, hasta que tiene un
problema grave, y entonces grita: Dios mío, ¿por qué a mí?
A veces pareciera que algunos líderes religiosos, están
más preocupados en que la gente no busque a Dios en
otros grupos religiosos, aunque corran el riesgo de no
encontrarlo, a que lo encuentren en otra parte, que no sea
de su grupo político; porque están muy seguros de que sólo
ellos tienen la interpretación correcta de la palabra de Dios,
y esa seguridad es el problema: los que mataron a Cristo
en la cruz, eran muy conocedores de la palabra de Dios,
demasiados conocedores: la podían recitar de memoria; tan
seguros que de sabían lo que hacían, que vino el Dios que
ellos estaban esperando y no sólo no lo reconocieron, sino
que lo mataron… y de la peor manera posible.
Algunos líderes religiosos están tan seguros de estar en
lo correcto, no porque hayan platicado con Dios, sino porque
han seguido fielmente a la hormiga que va delante de ellos,
y saben que esta siguió fielmente a la superior, y etc., que no
se preocupan de preguntarse, qué opina Dios de todo eso…
simplemente creen que Dios está de acuerdo con ellos…
porque así lo han dicho siempre, porque no los enseñaron a
pensar por sí mismos, porque prefieren no pensar… y no le
preguntan a Él su opinión.
Algunas personas son más religiosas que cristianas; es
decir toman más en cuenta las costumbres y tradiciones
de su grupo religioso, que las indicaciones de Jesucristo, y
creen que están bien, porque obedecen lo que les dicen sus
superiores dentro de su gerarquía religiosa… y tal vez hagan
bien… o tal vez no. Algunas personas están tán metidas
en sus ritos, en sus costumbres, que dan por sentado que
así es como lo quiere Dios, y están tan seguras, que no se
preocupan voltear a ver a Cristo y preguntarle qué opina de
lo que hacen; o revisar en la Santa Biblia si lo que hacen
concuerda o no con las indicaciones que Él dejó por escrito…
y tomarlo como ejemplo de vida, como modelo de vida. Pero
creen que están bien porque van mucho a su iglesia, o se
reúnen mucho con personas de ese ambiente: la pregunta
es: ¿cuándo se reúnen con sus amigos, también se reúnen
con Jesús? Cuándo se reúnen en su iglesia: ¿se aseguran
personalmente de que Jesús haya sido invitado a la reunión,
de que sea el principal orador?
Las religiones son así, son ideologías: el primer requisito
para estar en ellas es no pensar. Las personas que viven en
las ideologías, tienen definido de antemano lo que es bueno
y lo que es malo. De antemano, es decir antes de verlo. No
ocupan ver y conocer para poder definir si algo es bueno o
malo; les basta con saber que si lo dijo su líder, entonces es
bueno; si lo dijo alguien del partido contrario o de otro grupo
religioso distinto al de ellos, entonces tiene que ser malo.
Esto es tan absurdo como si alguien dijera que la comida
que la van a dar mañana, no le va a gustar; y le preguntan,
¿qué van a cocinar mañana? y él respondiera que no tiene
idea, pero ya sabe que lo que preparen mañana, eso no le
va a gustar. Eso son las ideologías: verdades previas que
se toman como buenas o mala, sin darse oportunidad de
analizarlas… sin querer analizarlas… sin querer llegar a la
Verdad…sin querer que la Verdad triunfe.
Muchos grupos políticos son como religiones, y muchas
religiones son como partidos políticos. Hay mucho de
política en las religiones y mucho de ideología en algunos
partidos políticos. Como diciendo de antemano: yo y los
que piensan como yo, estamos bien; y todos los que son de
grupos o partidos diferentes, son los malos de la película;
independientemente de lo que hagan o digan… y así lo
exigen a sus partidarios: lealtad a la verdad previa del grupo,
justificación de cualquier tontería que cometan los nuestros,
sólo porque son de los nuestros; y condena previa y total a lo
que digan o puedan llegar a decir los contrarios, sólo porque
son de un partido diferente o no incondicional del nuestro.
Para ser partidario de una ideología, hay que renunciar a
la Verdad. Hay que fingir que no se ve: afirmar que no existe.
Condicionar a la Verdad a que sea afina nuestras ideas, que
sea de nuestro grupo político, para poderla aceptar. Para
formar parte de las religiones, hay que partir del supuesto
de que ese grupo conoce a Dios mejor que cualquier otro
y condicionar a la Verdad a que se ajuste a nuestra opinión
previa, a que “piense” como nosotros, so pena de negarla y
reducirla a un asunto relativo a otra “secta”. Aquí la pregunta
obligada es: cuando alguien se niega a ver la Verdad, por
evidente que sea, ¿a qué está renunciando? Cuando alguien
defiende su “verdad” con mentiras, por hacerla que triunfe,
aun a costa de la Verdad, ¿en qué se está metiendo?
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