La sombra de Roberto
Por Karen Arleth Galindo Gutiérrez
Lic. en Negocios Internacionales,
1er.
semestre
CUALTOS
El Portón de las leyendas
Las narrativas, descripciones, historias, relatos y/o leyendas que aquí se publican,
son productos de aprendizaje del curso-taller “Expresión Oral y Escrita” que imparte el
Mtro. Pablo Huerta Gaytán a estudiantes del Centro Universitario de Los Altos, de la
Universidad de Guadalajara. En algunos textos se mezclan la imaginación, realidad y
ficción para, a partir de la leyenda, llegar incluso al cuento.
Era el año 1989. Mis abuelitos en ese entonces vivían
por la calle García Ramos en Tepatitlán de Morelos,
Jalisco, en una casa pequeña la cual tenía un pasillo
descubierto que conectaba a la sala con la cocina.
Mi tía Ana ese año tenía sólo 17 años de edad. Ella
trabajaba por las tardes y en las noches al llegar a su
casa, siempre se dirigía a la cocina para cenar.
De repente una noche que mi tía quiso ir a la cocina,
al pasar por el pasillo, se encontró con la silueta de un
hombre alto y delgado que llevaba puesta una gabardina
negra.
Mi tía aterrada al ver la figura del hombre corrió
lejos de los pasillos y comenzó a gritar de manera
desesperada por ayuda: “Auxilio por favor ayúdenme
hay un hombre en la casa”, decía mientras sus ojos se
le llenaban de lágrimas. Uno de mis tíos fue a revisar si
había alguien pero no encontró nada.
Esta misma situación volvió a ocurrir en repetidas
ocasiones: Mi tía volvía a encontrase con la silueta
de aquel hombre, pero cuando alguno de mis tíos
iba a revisar para darse cuenta de lo que pasaba, no
encontraban a nadie por ningún lado, ni en la azotea, por
lo que mis abuelitos y tíos comenzaron a pensar que la
figura de aquel hombre podría haber sido sólo producto
de la imaginación de mi tía.
Otro de esos días como a las 11:00 de la noche
cuando mi tía había llegado a su casa, pero esta vez
iba acompañada con una amiga, de repente ambas al
pasar por el pasillo se encontraron la misma silueta que
parecía del mismo hombre, ambas espantadas gritaron
frenéticamente por ayuda.
Mi abuelito corrió a ver qué ocurría y él mismo pudo
observar también la silueta de aquel hombre, mi abuelito
espantado le lanzó un zapato a esa figura y desapareció
en el abismo de la noche.
Los tres quedaron horrorizados.
Mi tía y su amiga no pudieron aguantarse y comenzaron a
llorar del horror. Fue hasta ese día que todos le creyeron
a mi tía.
Todos ya se preocupaban por lo sucedido, así que mi
abuelita comenzó a preguntar a las vecinas, si sabían
de esa sombra y de quién podría haber sido, porque
había estado asustando a su hija (mi tía) o si acaso ellas
también habían visto algo.
Cuando mi abuelita le comentó lo ocurrido a la vecina
que vivía en la casa de su lado izquierdo, la vecina le dijo,
no te preocupes ese hombre que ha estado visitando a tu
hija es el espíritu de Roberto, mi hijo fallecido y le mostró
una foto de un señor alto y delgado con una gabardina de
igual aspecto al que había visto mi tía.
La vecina le contó a mi abuelita sobre su hijo Roberto,
quien hacía muchos años había emigrado a los Estados
Unidos con la promesa de que algún día regresaría a
México al lado de su familia e iría a visitar a la Virgen
de San Juan, en agradecimiento por ayudarlo a cruzar
la frontera. Lamentablemente explicó con tristeza que su
hijo fue asesinado años después por lo que nunca pudo
cumplir esa promesa que le había hecho a la virgen.
La vecina le contó que días atrás el espíritu de su hijo
la había visitado a ella y le dijo que si podía cumplir su
manda en su nombre, porque esto no lo dejaba descansar
en paz.
Al siguiente fin de semana la vecina de nombre
Josefina, junto con toda su familia fueron a San Juan a
cumplir la manda de Roberto.
A partir de ese día mi tía Ana jamás volvió a ver aquella
silueta.
Y desde ese entonces la historia de lo ocurrido se
convirtió en una leyenda de la calle García Ramos y la
memoria de Roberto quedó por siempre presente en las
familias que habitan en las casas de esa calle.
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NOTA. Hay quienes ven a la leyenda como resultado
de hechos reales, a los que se agregan interpretaciones
de enseñanzas válidas y hacen que la historia resulte
más interesante. Pueden existir muchas versiones
ligeramente diferentes de una misma leyenda porque su
transmisión desde su origen ha sido oral.
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