sábado, mayo 07, 2022

Imagínate a unos exploradores

Imagínate a unos exploradores que no aprenden a ubicarse con el mapa. Imagínate a unos exploradores que pasaron de niños a adultos guiados siempre por un guía de exploradores, conocedores de que hay un mapa, pero siempre creyendo que es muy confuso para ellos y que mejor, en vez de consultarlo o intentar aprender a consultarlo, están atenidos a pedir orientación a su guía; que son adultos pero que aún no se pueden ubicar por sí mismos utilizando el mapa, qué necesitan siempre preguntarle a su guía sobre el rumbo que deben seguir en cada caso. Tú me dirás: pues esos, de exploradores no tienen nada. ¡Exacto! Tú y yo no sabemos donde estábamos antes de nacer, es decir, no sabemos de dónde venimos. 

Tú y yo no sabemos qué estamos haciendo aquí. Tú y yo no sabemos qué va a pasar después de qué nos muramos. Las preguntas más importantes de la vida, no tienen respuesta para nosotros: ¿QUIÉN SOY?, ¿DE DÓNDE VENGO?, ¿A DÓNDE VOY? No lo sabemos. Desde que fuimos pequeños nuestros papás nos orientaron, con la información que les dieron a su vez sus papás; y todos creemos que tenemos la respuesta; pero no estamos seguros; es más, tan no estamos seguros, que tenemos miedo de morirnos y no es que tengamos la seguridad de que lo que sigue algo malo, más bien es que no estamos seguros de qué sigue. Tenemos respuestas vagas. Suposiciones aprendidas, y que nosotros damos por entendidas y no les hacemos caso, hasta en tanto no nos llega el momento de morirnos o nos aprietan las enfermedades o los problemas. Es decir, no tenemos la información precisa, no tenemos la respuesta para quizás la pregunta más importante de nuestra vida. Estamos perdidos en una confusión de información que creemos que sí la tenemos, pero que no nos quita el miedo a la hora de morirnos. 

Lo interesante, es que el que creó la vida, dejó la guía para caminar por este mundo y regresar a casa con Él: y esa guía tiene las respuestas que necesitamos… y esa guía son las Sagradas Escrituras. Lo paradójico, es que todos sabemos que existe la Santa Biblia, pero la mayoría de nosotros no acostumbramos consultarla, y más bien hemos aprendido a voltear hacia los que nos guían y hacerle las preguntas que necesitemos; paradójicamente, no hemos aprendido a voltear hacia las escrituras en busca de respuestas o de orientación. Es como si hubiéramos decidido, no dejar de ser niños, no dejar de depender de un adulto; es como si los guías, en vez de tratar de qué creciéramos y buscáramos por nuestra cuenta, Estuvieron felices de que dependiéramos de ellos, de que fuéramos incapaces de encontrar por nosotros mismos, y de qué cada que se nos atore algo, dependamos de ellos y vayamos a preguntarles a ellos. 

Vi a dos personas discutiendo sobre si los astronautas habían llegado de verdad o no, a la luna. Y lo que me llamó la atención sobre su plática, fue que no mencionaban argumentos de tipo técnico para decir que sí o para decir que no; solamente se referían a que uno de ellos simpatizaba con la idea de que sí sucedió el mencionado acontecimiento y el otro creía firmemente que nunca pasó tal cosa. Así pasa en muchos casos, algunas personas simplemente decidieron creer una cosa o la otra. No es que vieron que había datos suficientes para creer o dejar de querer creer, sino que de antemano decidieron que iban a creer algo o que no iban a creer otra cosa; porque eso se acomodaba bien al sentimiento de coraje o gusto que sentían en ese rato. Así hay ejemplos de personas que un día decidieron creer que los que fueron a la luna estaban mintiendo; y de ahí en delante afirmaron que eso fue mentira, que todo fue un montaje. Aquí la cuestión no es tomar partido y afirmar si ese asunto es verdad o no, sino fijarnos en el dato de que muchas de las personas que discutían esos puntos, no tenían elementos técnicos para poder afirmar que las cosas fueron de una manera o de la otra: sino que antes de tener datos, decidieron creer lo que les pareció mejor; y así no funciona la vida: así sólo se están engañando a sí mismos. 

Esto es tan simple como que 2 + 2 son cuatro y esa verdad vale por sí misma, independientemente de si una persona tiene coraje contra quien cree ese dato y por coraje personal contra aquel, afirma que eso no es cierto; pero en ese caso se está engañando asimismo; su vida la está organizando sobre la base de engañarse a sí misma, porque resulta que 2 + 2 son cuatro: aquí y en cualquier lugar; ahora, ayer y siempre; independientemente de cuántas personas lo acepten, o de cuántas personas lo rechacen: esa verdad vale por sí misma, la Verdad vale por sí misma. 

 Es decir, la Verdad no necesita partidarios: puede uno aceptarla y vivir su vida en base a ella, o puede uno ignorarla y pagar las consecuencias; pero uno solo se crea problemas al pretender vivir sin ella, al auto engañarse, afirmando que tal cosa puede o no puede ser. 

Cuando uno se casa con un grupo político o religioso, automáticamente renuncia a la verdad, a la búsqueda de la verdad. Porque la verdad existe por sí misma y es incomprensible. Uno no puede decir: ya la agarré. Uno no puede decir: yo y mis amigos somos dueños de la verdad, uno no puede alegar o ponerse a discutir con otro, sobre que su grupo político o religioso sea mejor o más justo que otros sin pelearse con la verdad. Porque la verdad es in agarrable, no se puede poseer por iniciativa propia, sino que ELLA SE ENTREGA AL QUE LA BUSCA AFANOSAMENTE. Pero en el momento mismo en que uno clasifica que los de tal grupo político o religioso son los poseedores de la verdad y uno se casa con ellos, en este momento renunció a la búsqueda, porque dice uno ya la encontré, porque me casé con un grupo político o religioso que posee la verdad... y en ese mismo momento, chupamos faros… porque la verdad es como el arcoíris, siempre está más allá de donde uno se encuentra. No la puede uno atrapar, sólo nos sirve como referencia para saber el rumbo hacia donde tenemos que buscar. 

Jesús le dijo a Pilatos, que él venía a ser testigo de la verdad y cuando Pilatos le preguntó: ¿y qué es la verdad?, Jesús no respondió nada. Y es que la verdad nadie te la puede explicar: Ni un líder político, ni un líder religioso; quien así pretende encontrar la verdad se está engañando, asimismo. La Verdad debe de buscarse afanosamente, y cuando haya hecho uno su parte, ella se entregará gustosa: No es de otra manera. 

No deberíamos inquietarnos si no nos preocupa encontrar la verdad. No deberíamos angustiarnos si alguien de nuestra familia cercano a nosotros se despreocupa de buscar la verdad. Porque todo es una cuestión de tiempos. Cuando uno es bebé, su única preocupación es encontrar el biberón y su juguete preferido; no es momento de buscar la verdad; Y no tendría sentido que pretendiéramos que el bebé buscara la verdad: ya crecerá, y entonces, cuando tenga la edad correcta, él sólo la buscará. Puede ser que haya un pueblo de niños, todo un conjunto de personas que están felices viviendo en su ignorancia, aventando cohetes, oyendo música ruidosa y tirando basura… Y si eso los hace felices, bien por ellos: tiempo vendrá, en que tendrán que luchar por encontrar la verdad, y en la joda, tal vez sueñen con los dulces tiempos en que eran bebés y que todo les valía un soberano cacahuate. 

Entonces… tal vez quieran buscar en el mapa por sí mismos… tal vez quieran encontrar la Verdad… 

Javier Contreras

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