Por: Karin Aroche |
El Popol Vuh, libro quiché, cuenta la historia
de los dioses y la leyenda maya de la creación
del mundo y de los seres de la tierra.
Las historias mayas del libro quiché, en el
Popol Vuh, cuentan cómo los dioses crearon
el mundo y al hombre. Fueron creencias que
explicaban los orígenes de la humanidad, con
los elementos de la mitología maya.
Se decía
que solo el cielo y el mar existían. Los dioses,
llamados Tepeu y Gucumatz, eran los únicos
en el mundo. Vestían plumas verdes y por eso
se les conocían como Serpientes emplumadas.
Los dioses tuvieron una reunión y se
pusieron de acuerdo para realizar la creación.
El Corazón
del Cielo, que se llamaba Huracán, llevaría a cabo los
planes. Tepeu y Gucumatz hablaron la palabra Tierra y
enseguida nació. Salieron del agua las montañas y de
ella nacieron los árboles. Luego, nacieron los animales
de las montañas, que eran guardianes de las selvas: los
venados, pájaros, pumas, jaguares y serpientes.
A cada
uno le dieron su hogar.
Los dioses le hablaron a todos los animales: «Hablad,
gritad, gorjead, llamad. Hablad cada uno según vuestra
especie, según la variedad de cada uno». Y se les indicó
que invocasen y adorasen a los dioses. Pero no podían
hablar, solo cacarear, mugir y graznar. No tenían lenguaje.
Entonces, los dioses formaron humanos de barro. Pero
este material se caía, se mojaba y cambiaba de forma.
La cabeza no se movía y no podían ver. Al principio hablaban, pero con incoherencia. Así que destruyeron esta creación. Los dioses de nuevo hicieron reunión y acordaron crear formas de hombres con madera. Así se hizo y los hombres podían hablar.
La cabeza no se movía y no podían ver. Al principio hablaban, pero con incoherencia. Así que destruyeron esta creación. Los dioses de nuevo hicieron reunión y acordaron crear formas de hombres con madera. Así se hizo y los hombres podían hablar.
De esta forma vivieron y
engendraron, pero no tenían ingenio. No se acordaban
de sus creadores y decayeron, se secaron. Entonces los
creadores mandaron una inundación para llevarse esa
creación y se deshicieron de ellos. Los que huyeron se
convirtieron en monos en las selvas.
De nuevo se reunieron a discutir los dioses la creación
del ser humano. Mientras sucedía esto, nacían mazorcas
amarillas y mazorcas blancas, que fueron llevadas ante
ellos por un zorro, un coyote, una cotorra y un cuervo.
Entonces usaron la mazorca y esta se volvió la carne,
sangre y músculo de los hombres.
Los primeros seres
humanos se llamaron: Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. Estos cuatro
hombres dieron gracias a los creadores.
Podían ver y oír, eran muy sabios y
conocían todo. A los dioses no les gustó
esto, no querían que los hombres conocieran
todo y turbaron sus ojos. Ahora solo podían
ver lo que estaba de cerca y ya no eran
tan conocedores.
Fue entonces cuando
decidieron crear a las mujeres, esposas
de estos cuatro hombres. Los nombres de
las mujeres eran: Cahá-Paluna, mujer de
Balam-Quitzé; Chomihá, mujer de Balam-Acab; Tzununihá, mujer de Mahucutah; y
Caquixahá, mujer de Iqui-Balam.
Así, se reprodujeron, adoraron y rezaron
a los dioses.
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